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Cuando Corynn se armó de valor para contarle a Elliot lo de su embarazo, lo encontró inesperadamente ayudando galantemente a otra mujer a bajarse de su auto. Se le rompió el corazón cuando sus esfuerzos durante tres años por conseguir su amor se desmoronaron ante sus ojos, obligándola a dejarlo atrás. Tres años más tarde, la vida había llevado a Corynn por un nuevo camino con otra persona, mientras que Elliot se quedaba luchando con el arrepentimiento. Aprovechando un momento de vulnerabilidad, le suplicó: "Corynn, casémonos". Sacudiendo la cabeza con una leve sonrisa, la chica respondió suavemente: "Lo siento, ya estoy comprometida".
Corynn Harper lanzó un gemido cuando sus uñas se clavaron en la espalda de Elliot Andrews. Su cuerpo estaba empapado de sudor, como si recién saliera de una ducha.
A medida que se acercaba el clímax, sus labios entreabiertos encontraron la curva del hombro de Elliot y lo mordió. Sus ojos parpadearon mientras sus caderas chocaban contra las de él. Unos segundos después, aflojó su agarre y cayó sobre la cama, con los ojos cerrados y la respiración pesada.
Corynn sentía calor, pero le gustaba demasiado la calidez del cuerpo de Elliot como para alejarse de él.
Finalmente fue él quien la soltó y se puso de pie. Luego, agarró la bata gris que colgaba al pie de la cama y se la puso.
Su voz todavía era un poco ronca cuando declaró con indiferencia: "Me voy a casar, Corynn".
Corynn sintió como si le hubieran arrojado un balde de agua helada sobre la cabeza. Bruscamente, esas palabras la sacaron del resplandor de la intimidad que acababan de compartir. Incorporándose en la cama, su rostro antes sonrojado ahora se veía pálido.
"Así que debemos terminar", agregó Elliot antes de que ella pudiera decir algo.
Corynn ni siquiera tuvo tiempo para recomponerse. Sus ojos, que hacía unos minutos habían brillado de pasión y deseo, ahora se veían atenuados. Sus manos apretaron las sábanas en puños.
Su cuerpo todavía estaba adolorido por todas las horas en las que habían hecho el amor, y ahora Elliot estaba rompiendo con ella, tan despreocupado como si le ordenara a una criada de la cocina que trajera el té.
Siendo justos, su comportamiento era fiel a su naturaleza: despiadado y decisivo.
Debería haberlo sabido mejor.
En los tres años que habían estado juntos, Corynn nunca había logrado suavizar el duro corazón de Elliot.
Había sido ella quien se acercó primero. En definitiva, ahora que todo había salido mal, no tenía a nadie a quien culpar más que a ella misma.
Las lágrimas no tardaron en brotar de sus ojos. Corynn echó la cabeza hacia atrás y se tragó el sabor amargo que se estaba apoderando de su lengua. No fue sencillo, pero era lo mejor que podía hacer para sonar normal: "¿Es la señorita de la familia Willis?".
Elliot encendió un cigarrillo y le dio una calada.
"Sí", respondió después de exhalar un anillo de humo. "Mi familia y la de ella han tenido una amistad de generaciones, y este matrimonio me beneficiará de muchas formas".
Corynn se mordió el labio inferior y se dio la vuelta para evitar mirarlo. Sus hombros y espalda mostraban los chupetones recientes.
"Bueno, dado que hemos estado juntos durante tres años, te compensaré por tu tiempo. Solo dime tu precio: dinero, una casa, un auto lujoso, cualquier cosa".
"¡No estoy vendiendo mi cuerpo, Elliot!".
Elliot arrojó el cigarrillo al cenicero y respiró hondo: "Lo sé, pero quiero ser justo. Tampoco me gustaría tener cabos sueltos. Solo acepta la compensación que desees y lo dejaremos todo. Será una ruptura limpia".
"Ya te lo dije, no pienso vender mi cuerpo. No necesito que me des ninguna compensación".
Elliot volvió a suspirar: "No seas irrazonable, Corynn".
Corynn quiso darle una respuesta mordaz, pero la verdad era que ella misma había ocasionado esto. Fue ella quien lo había elegido.
A Elliot siempre se lo conocía por su distanciamiento e indiferencia hacia las mujeres, pero Corynn era demasiado testaruda y delirante como para creerlo. Se había acostado con él la misma noche en que se conocieron.
Si bien Elliot nunca reconocía explícitamente que estaban saliendo, tampoco lo negaba. Su relación simplemente encajó y pronto comenzaron a vivir juntos.
Todo sucedió tan naturalmente que Corynn pensó que se había convertido en la excepción a su regla. Pero resultaba que solo eran ilusiones suyas.
Corynn lo miró furtivamente y descubrió que él le estaba dando la espalda. ¿Ahora ni siquiera la miraría?
Todo lo sucedido le causó un profundo disgusto en su corazón. Respirando hondo, se secó las lágrimas y sintió unas repentinas náuseas. Rápidamente saltó de la cama y corrió al baño para vomitar.
Elliot frunció el ceño y fue tras ella, preguntando: "¿Estás embarazada?".
Corynn tuvo muchas arcadas, pero no salió nada. De hecho, había experimentado tal sensación durante los últimos dos días, pero ignoró los síntomas, pensando que solo había comido algo que no le sentaba bien.
Pero cuando escuchó la pregunta de Elliot, su corazón empezó a latir con fuerza.
Si de verdad estaba embarazada, tal vez...
No obstante, lo que Elliot dijo a continuación destrozó sus fantasías antes de que pudiera siquiera disfrutarlas: "Hazte un chequeo y nos ocuparemos de inmediato. No quiero tener hijos ilegítimos".
Por supuesto que diría eso, siempre el implacable empresario sin corazón.
Corynn inhaló un lento suspiro: "No será necesario. Ayer fui al hospital, es solo una vieja enfermedad que tengo".
Elliot frunció más el ceño: "¿Quieres decir que no te harás una prueba de embarazo?".
"Conozco mi propio cuerpo. No te preocupes, esto no tiene nada que ver contigo ni afectará tu boda. Conozco mi lugar".
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