Mi CEO, mi Deseo

"Deberíamos ir a un bar y festejar".

No me sorprendió la enfática declaración de mi compañero de cuarto. Cary Taylor

Encontré excusas para celebrar, por pequeñas e intrascendentes que fueran. siempre lo he hecho lo consideraba parte de su encanto. "Estoy seguro de que bebí la noche anterior empezar un nuevo trabajo es una mala idea".

"Vamos, Eva." Cary se sentó en el suelo de nuestra nueva sala de estar en medio de media hora.

docena de cajas de mudanza y mostró su sonrisa ganadora. habíamos deshecho

nuestras maletas durante días y aun así lucía magnífico. delgado, de pelo Negro y de ojos verdes, Cary era un hombre que rara vez era absolutamente deslumbrante, sin importar cuán puede ser el día de su vida. Podría haberme enojado con él si no hubiera sido la persona adecuada para mí. más caro del mundo.

"No hablo de un maestro", insistió. "Sólo una copa de vino o dos. Podemos

tener happy hour y llegar a las ocho en punto.

"No sé si puedo retroceder en el tiempo". Señalé mis pantalones de yoga.

y mi camiseta sin mangas de entrenamiento ajustada. "Después de cronometrar la caminata para mí "Voy a trabajar, voy a ir al gimnasio".

"Camina rápido, entrena más rápido". La ceja arqueada perfectamente ejecutada de Cary.

me hizo reír. Realmente esperaba que su cara valiera un millón de dólares. Algún día aparecerá en vallas publicitarias y revistas de moda de todo el mundo. completo. No importa su expresión, fue un nocaut.

"¿Y mañana después del trabajo?" Me ofrecí como reemplazo. "Si logro pasar el día, valdrá la pena celebrarlo".

"Trato hecho. Voy a cenar a la nueva cocina.

"Um..." Cocinar era una de las alegrías de Cary, pero no era uno de sus talentos. "Excelente."

Apartándose un mechón de pelo de la cara, me sonrió. "Tenemos un cocina por la que la mayoría de los restaurantes matarían. No hay manera de desperdiciar un comida allí.

Dudoso, me fui saludando con la mano y eligiendo evitar una conversación sobre la cocina. Tomando el ascensor hasta el primer piso, le sonreí al portero cuando

salió a la calle con un gran gesto.

Tan pronto como salí, los olores y sonidos de Manhattan me abrazaron y me llamaron. para explorar. No estaba apenas al otro lado del país desde mi antiguo hogar en San

Diego, pero aparentemente al otro lado del mundo. Dos grandes metrópolis, una infinitamente templado y sensualmente perezoso, el otro lleno de vida y energía frenético. En mis sueños, me imaginaba viviendo en un edificio sin ascensor en Brooklyn,

pero como era una hija obediente, terminé en el Upper West Side. Sin Cary vivo conmigo, habría estado miserablemente solo en este extenso apartamento que costó más por mes de lo que la mayoría de la gente ganaba en un año.

El portero se quitó el sombrero. "Buenas noches, señorita Tramell.

¿Necesitarás un taxi? noche ?"No, gracias, Pablo". Me balanceé sobre los tacones redondeados de mis zapatillas deportivas.

"Voy a caminar".

Él sonrió. "Ha estado un poco más tranquilo desde esta tarde. Debería ser bonito.

"Me dijeron que debería aprovechar el clima de junio antes de que haga mucho calor".

"Muy buen consejo, señorita Tramell".

Emergiendo de debajo del moderno voladizo de la entrada de cristal que correspondía a un

De alguna manera, dada la antigüedad del edificio y sus vecinos, aprecié la relativa tranquilidad de

mi calle arbolada antes de llegar al ajetreo y el bullicio del tráfico en Broadway. Algún día pronto, esperaba pasar desapercibido, pero por ahora,

Todavía me sentía como un neoyorquino fraudulento. Tenía la dirección y el puesto, pero

Siempre desconfiaba del metro y tenía dificultades para tomar un taxi.

Intenté no deambular

Con los ojos muy abiertos y distraído, pero fue difícil. Había mucho que ver y experimento.

La información sensorial fue asombrosa: el olor de los gases de escape de los vehículos se mezclaba a la comida de los carros de los vendedores ambulantes, los gritos de los vendedores ambulantes se mezclaban con el música de artistas callejeros, la impresionante variedad de rostros, estilos y acentos, la magníficas maravillas arquitectónicas... Y los coches. Jesús Cristo. El flujo frenético de

Los autos compactos no se parecían a nada que hubiera visto antes.

Siempre había una ambulancia, patrulla o camión de bomberos.

tratando de separar la corriente de taxis amarillos con el aullido electrónico de las sirenas en te deja sin aliento. Me impresionaron los pesados camiones de basura que circulaban por las pequeñas calles de sentido único y por los repartidores de paquetes que desafiaron el tráfico parachoques a parachoques cumpliendo plazos estrictos.

Los verdaderos neoyorquinos han pasado por todo esto, su amor por la ciudad es tan cómoda y tan familiar como su par de zapatos favoritos. No vieron el vapor que se escapaba de los nidos.

gallinas y respiraderos en las aceras con placer romántico y no tienen Parpadeó cuando el suelo vibró bajo sus pies mientras el metro pasaba rugiendo,

mientras sonreía como un idiota y flexionaba los dedos de los pies. . Nueva York era para mi toda una nueva historia de amor. Tenía ojos estrellados y se notaba. Así que tuve que esforzarme mucho para mantener la calma mientras me dirigía hacia el edificio. donde iba a trabajar. En lo que a mi trabajo se refiere, al menos lo había logrado. yo queria ganar

Mi vida basada en mis propios méritos y eso significaba un puesto de nivel inicial. Desde

A la mañana siguiente, yo sería el asistente de Mark Garrity en Waters

Field & Leaman, uno de

Agencias de publicidad más grandes de Estados Unidos. Mi suegro, el megafinanciero

Richard Stanton, se molestó cuando acepté este puesto, señalando que si hubiera sido

Menos orgulloso, podría haber trabajado para uno de sus amigos y cosechar los frutos de esta conexión.

"Eres tan terco como tu padre", dijo. "Tomará una eternidad devolver el dinero

tus préstamos estudiantiles con el salario de un policía."

Había sido una lucha importante y mi padre no quería dar marcha atrás.

"Maldita sea, si otro

hombre podría pagar la educación de mi hija", dijo Víctor Reyes cuando Stanton le dijo había hecho la oferta. Yo respetaba eso. Sospeché que Stanton también, aunque no lo admitiría.

Nunca. Entendí el punto de vista de ambos hombres, porque yo mismo había luchado por pagar los préstamos... y había perdido. Fue un motivo de orgullo para mi padre. mi madre tenia

Se negó a casarse con ella, pero nunca renunció a su determinación de ser mi padre.

todas las formas posibles.Sabiendo que no tenía sentido enojarse por viejas frustraciones, concentrado en ponerse a trabajar lo más rápido posible. yo había deliberadamente

Elegimos hacer este corto viaje durante un lunes muy ocupado. Así que quedé encantado para llegar al edificio Crossfire, que albergaba Waters Field & Leaman, en menos de treinta minutos.

Incliné la cabeza hacia atrás y seguí la línea del edificio hasta la fina franja de cielo.

El Crossfire era realmente impresionante, una elegante flecha de brillante zafiro que perforaba las nubes. Sabía, gracias a mis entrevistas anteriores, que el interior al otro lado del puertas giratorias adornadas con marcos de cobre era igualmente impresionante, con pisos y paredes de mármol veteado en oro, y un mostrador de seguridad y torniquetes de aluminio. cepillar.

Saqué mi nueva tarjeta de identificación del bolsillo interior de mi pantalón y

Presentó a los dos guardias vestidos de negro en la oficina. Todavía me arrestaron, sin

Dudo porque iba muy mal vestido, pero luego me dejaron pasar. después de tener

Después de terminar el viaje en ascensor hasta el piso veinte, tenía un horario general para todo el recorrido de puerta a puerta. Puntaje.

Me dirigía hacia los ascensores cuando una morena esbelta y bellamente arreglada

Agarró su bolso de un torniquete y lo derribó, derramando una avalancha de cambio.

Las monedas llovieron sobre el mármol y rodaron alegremente, y observé el la gente esquiva el caos y continúa como si no lo viera. Hice una mueca de simpatía y me agaché para ayudar a la mujer a conseguir su dinero, al igual que uno de los guardias.

"Gracias", dijo, dándome una rápida sonrisa acosada.

Le devolví la sonrisa. "No hay problema. He estado allí".

Me acababa de agachar para coger una moneda de cinco centavos que había cerca de la entrada.

cuando me encontré con un lujoso par de zapatos Oxford negros cubiertos con pantalones negro personalizado. Esperé un momento a que el hombre se apartara de mi camino y cuando no lo hice, arqueé el cuello hacia atrás para permitir que mi campo de visión levantarse. El traje de tres piezas personalizado tocó varios de mis puntos calientes, pero era el cuerpo alto y poderosamente delgado de su interior lo que lo hacía sensacional.

Sin embargo, por muy atractiva que fuera toda esta magnífica

masculinidad, no fue hasta que

Llegué al rostro del hombre y caí en la cuenta.

Guau. Simplemente guau.

Se agacha elegantemente frente a mí. Impresionado por toda esta exquisita masculinidad a la altura de los ojos sólo podía mirar fijamente. Aturdido.

Entonces algo cambió en el aire entre nosotros.

Mientras miraba hacia atrás, cambió... como si un escudo se le escapara de los ojos.

revelando una fuerza abrasadora de voluntad que succionó el aire de mis pulmones. Magnetismo intenso que desprendía creció en fuerza, convirtiéndose en una impresión casi tangible de poder vibrante e implacable.

Reaccionando puramente por instinto, retrocedí. Y acostado sobre mi trasero.

Me duelen los codos por el violento contacto con el suelo de mármol, pero Apenas noté el dolor. Estaba demasiado preocupado mirando, pegado al hombre de enfrente. de mi. El cabello negro como la tinta enmarcaba un rostro impresionante.

Su estructura

Un hueso haría llorar de alegría a un escultor, mientras que una boca firmemente grabada, unaLa nariz puntiaguda y los intensos ojos azules lo hacían salvajemente magnífico. sus ojos

Se arrugó ligeramente y sus rasgos se hundieron en la impasibilidad. Su camisa y su traje eran ambos negros, pero su corbata hacía juego. perfectamente con esos iris brillantes. Sus ojos discernían y evaluaban, y Me aburrí. Mi ritmo cardíaco aumentó; mis labios se separaron para adaptarse a una respiración más rápida. Olía terriblemente bien. Sin colonia.

Gel de baño, tal vez. O champú. De cualquier manera, era tentador. igual que él.

Me tendió la mano, mostrándome unos gemelos de ónix y un reloj muy caro.

Con un aliento tembloroso, puse mi mano en la suya. Mi pulso se aceleró mientras su agarre se hacía más fuerte. Su contacto fue eléctrico, enviando una descarga a mi brazo que erizó los pelos de mi nuca. No se movió por un momento, una línea de

El ceño fruncido marca el espacio entre sus cejas recortadas con arrogancia.

"¿Estás bien?"