Que harias si te digo que todo lo que crees saber es una mentira? ue quizas tu realidad esta fragmentada y que la hermosa historia que te cuenta el hombre sentado frente a ti, es una mentira? Sabes lo que a hecho pero sus hermoso ojos grises hacen que se te nuble la razon y pierdas los estribos. Esto es lo que le sucede a una agente de una sociedad secreta cuando logran capturar al lider del clan de las sombras que domina el mundo en la actualidad. El es un manipulador de nacimiento y se niega a hablar con otra persona que no sea ella. Por que? Pues solo el sabe lo que pasa en su retorcida cabeza. Ella accede a interrogarlo, pero el, en lugar de darle indicios sobre la guarida de su clan, le cuenta una historia que ella no sabe si sera su salvacion o simplemente sera la destruccion de su vida. Que hara ella con la pasion que desata en ella aquel monstruo? Son acaso los personajes de sus escritos recuerdos de su pasado, o simplemente esta jugando con su imaginacion? Por mucho que lo intenta, se da cuenta que su vida se empieza a desmoronar por culpa de el, pero ya es demasiado tarde para descubrir de que color son las mentiras.
Me pare frente al frío cristal de la ventana polarizada que daba hacia la habitación donde estaba sentado.
Cabizbajo, con las manos encadenadas descansando en la mesa, y una larga cadena pegada al piso que acababa en dos grilletes en sus tobillos.
Sentí compasión por él, aunque en el fondo sabía que no debía.
Él era el tipo de monstruo que no tenía piedad.
Yo había visto lo que el hizo tres días atrás, pero en ese momento sentí lástima. Después de todo era él, el de corazón de piedra no yo.
Sabe dios qué edad tenía cuando le quitó la vida a alguien por diversión, o simplemente porque tomó prestado algo que era suyo. "Dios pero que estoy pensando? ¿Cómo puedo juzgarlo así?" Me culpe a mi misma en ese momento.
Superficialmente no parecía ser el mismo hombre del video que vi hace solo unos minutos.
Su aura era totalmente distinta, era como si el asesino que habitaba en él esa madrugada que mató a más de cien personas, 49 a mano limpia, sabe cuantos con su arma y luego hizo explotar la entrada, lo había abandonado y solo quedaba el cascarón de un hombre muy maltratado entrando a su crisis de los cuarenta.
Tenía el cabello casi blanco muy crecido y medio ondulado, sus ojos perdidos de un gris muy oscuro y una piel extremadamente pálida, debajo de la sangre seca. Era como un espectro fantasmal. Ahora entiendo por qué le solían apodar la parca.
Seguía teniendo la misma ropa que hace tres días, y no le habían transferido a una celda, me preguntaba por qué le temían tanto y les asustaba moverle de celda, aunque yo ya sabía la respuesta.
¿Vas a entrar o qué? Escuche a Dian mi compañera de investigación hablar detrás de mi.
Asentí y me di la vuelta con una sonrisa serena, aunque por dentro me estaba muriendo del miedo. Y si me mataba? Amaba a mi novio, no quería dejarle, al igual que mis colegas, eran como mi familia.
Cuando la puerta hermética de la celda se cerró detrás de mí, sentí el aire frío y cortante engullirse en mis pulmones y congelarme.
¿Qué probabilidad hay de que no hiciera conmigo lo mismo que con esas personas? Me pregunté mientras mis sensores se ponían en rojo y mi intuición me decía que debía salir corriendo; pero hubo algo que me obligo a quedarme, algo que hasta ahora no se que fue.
Hacía frío como un carajo en esa habitación, era como si estuviera dentro de un freezer.
Le di un sorbo a mi taza de café y caminé lentamente hacia la mesa de Wolframio. Jale la silla con el pie y deje los dos vasos de café frente a mi mientras me acomodaba en la silla.
El no se inmuto hasta que el vaso de café caliente se deslizó por la mesa hasta llegar a topar con su brazo.
- Buenos días señor???? Intente romper el hielo con un saludo pregunta esforzándome mucho para que mi voz no se quebrara, pero aun asi salio como un chillido, como si alguien me estuviera apretando la garganta.
- ¡Puedes llamarme como queráis! Me respondió con la voz rasposa y áspera, tal vez por no haber dicho ni una sola palabra en días, pero pude notar su extraño acento. Una mezcla de catalan y estadounidense.
Puedo saber su nombre real? Lep regunte y me atreví a poner mis codos en la mesa mientras apresaba el vaso de café tibio entre mis dedos para calmar el frío que calaba hasta mis huesos, aunque no creo que haya sido por la temperatura, si no por el terror que me invadía.
En ese momento pude estudiarlo más, no me había equivocado, parecía un tipo sin emociones. Un monstruo real, ni siquiera podía decir en ese momento si era humano, aunque los agujeros en su camiseta negra manchada de sangre pero que no era suya, me decía que no lo era. Su cuerpo parecía intacto, hasta lo que alcanzaban mis ojos a ver, no vi ninguna herida, solo sangre seca, incluso en su cabello.
Vestia simple, una camiseta alicrada manga larga ajustada a su musculoso torso , pantalones de cargo, un cinturon de cuero negro y botas militares. Era obvio que era un soldado.
Tomó el vaso de café y al notar el calor en su mano, tiró de la cadena para llevarlo hacia su boca.
La cadena atrapó su otra mano en la argolla que la mantenia pegada a la mesa antes de que su mano derecha llegara a la altura de su pecho.
Las venas de su brazo se tensaron y entonces levantó la mirada y clavó sus ojos en los míos de manera amenazadora y a la vez pude ver en ellos una chispa de diversión.
- Enserio me trajo café y no me dejara beberlo? Me interrogó con su áspera voz que sentí que me penetró hasta los huesos, más que el frío de las cuatro paredes.
Yo no supe qué decir, pero me sentí culpable por hacerlo sufrir.
Bajo la mano de nuevo a la mesa y puso el café suavemente pero no lo soltó.
Esbozo una sonrisa y pude ver como su rostro de muñeco de porcelana inanimado, tomo vida.
- ¿Sabe qué señorita? Me agrada. Exclamó en un tono de diversión que me hizo ponerme tensa.
- Si le agrado entonces me dirá su nombre? Le pregunté directamente, aprovechando la chispa de adrenalina que aún había en mi cuerpo, antes de que se esfumara y me quedara de piedra.
Dejó el café y deslizó sus manos hacia lados opuestos hasta que la cadena se tensó.
- Tengo muchos nombres! Exclamó con pereza. - Depende de usted como quiera llamarme. Supongo que si estoy encerrado aquí, es porque saben quien soy. O me equivoco?
Su mirada era amenazadora y el miedo me hizo hablar.
- El líder de la orden de la corona. Musite.
El junto sus manos de nuevo al centro y se les quedó mirando como si no hubiese notado antes la sangre seca que se acartonaba entre sus dedos.
- Si sabe quien soy, por qué se molesta en preguntar? Respondió con ironía.
Yo no vi fallas en su lógica, incluso a mi me pareció estúpida mi pregunta , pero no me importo, estaba muy asustada y me preguntaba si mi vida habia llegado a su fin en ese momento. Despues de todo era una detective novata y los de alto rango al ver que no tenia muchas opciones para hacerlo hablar, mandaron a una estupida chica, pensando en que mi cara de idiota lo haria bajar la guardia y se abriria a hablar, pero no parecia asi, el no habia nacido ayer, por supuesto que estaba ahi con un proposito, nadie ataca una base militar secreta por diversion o casualidad.
Mantuve mi mirada en sus manos, esperando mi muerte, no se por que, pero mi intuicion me decia que debia salir de ahi, que esas cadenas no eran suficiente para él y cuando vi la cadena que mantenía sus manos atada a la mesa, tensarse me arrepentí de no haberme escuchado a mi misma.
Lo hizo sin esfuerzo, como si fueran unas simples cadenas de porcelana, se rompieron.
El temor me invadió a tal punto que no pude moverme ni un centímetro. Cerré los ojos y sentí sus dedos fríos aprisionando mi garganta, vi mi vida pasar frente a mis ojos.
La puerta por la que entre se abrió detrás de mí y sentí un poco de alivio abrir mis ojos y ver que mi espalda estaba siendo cubierta por más de diez hombres apuntando al tipo con sus armas.
Me levanté lentamente de la silla y di un paso atrás lentamente, buscando refugio en ellos. Mi pecho subía y bajaba, la respiración me faltaba y lo único que deseaba en ese momento era que mis piernas respondieron para echarme a correr.
- ¡No sean ridículos! Exclamó con serenidad y diversión; parecía que el verme pálida y paranoica le divertía. - Y usted siéntese detective. Me ordenó.
Era lo último que esperaba que dijera. Me caía mucho mejor cuando se veía decaído y no decía una palabra.
Tire del respaldo de la silla y me senté un poco más alejada de la mesa.
El sin hacer ni un movimiento brusco, tomó el café y le dio un trago.
Cerró los ojos con devoción y lo saboreo.
Permaneció con los ojos cerrados por un momento sin mover un músculo, luego se empinó el vaso hasta dejarlo vacío.
Lo puso en la mesa y me miró a los ojos, luego esbozo una sonrisa que me hizo sentirme confundida, creo que por un momento vi calidez en su mirada.
- Gracias por el café señorita??? Acabó su oración con una pregunta.
- Detective Nefertum por favor! Respondí con la voz quebrada.
Su sonrisa se extendió hasta mostrarme sus blancos dientes y se reclinó en la silla con pereza.
No tuve otra opción que levantar mi mano y hacer que los demás salieran de la habitación.
Él los siguió con la mirada hasta que la puerta se cerró, se echó hacia delante y reclinó sus codos en la mesa mirándome con curiosidad. Yo estaba de piedra. Nunca habia estado tan asustada en mi vida, ni siquiera ese dia.
- Esos hermosos ojos son egipcios? Me preguntó con coquetería. Era increíble como su rostro inanimado había cambiado de pronto.
- ¡No señor! Respondí casi tartamudeando. Mi tía era egiptóloga, ella convenció a mi madre de que era un lindo nombre.
El giro su rostro hacia el cristal negro, desde donde lo observaban todos mis superiores.
- ¿Qué es lo que quieren de mí? Susurro como si fuéramos cómplices.
- Una, saber por que esta aqui? y dos, dónde está la monja? Respondí, girando a mirar el cristal donde solo su reflejo y el mio se miraban.
- No lo se! Respondió esbozando una risita pícara. Ella puede estar en cualquier parte, puede estar en esta habitación, incluso entre ellos. Ella puede ser cualquiera y puede no ser nadie, porque nunca nadie la ha visto antes y vivido para contarlo.
- ¡Usted la ha visto! Espete. Mis superiores quieren respuestas y él tenía que dárselas.
Se revolvio en la silla haciendo que sus pantalones negros de cargo llenos de sangre seca, crujieran al contacto con el plastico.
- ¡Por supuesto que la he visto! Me respondió. - Ella dicta mi vida y también la suya señorita. Ella se llevó a mi esposa y consigo mi alma. Que si se donde esta? Pues eso quisiera!
- ¡No lo estoy entendiendo! Exclame confundida.
- ¿Cómo que se llevó a su esposa?
Según los registros, su esposa murió hace siete años en un accidente.
- ¿Le creerá a sus registros o a mi que he vivido mi vida? Me pregunto.
Suspire y empecé a reír con nerviosismo.
- ¡Disculpe senor! Mi objetivo no era ofenderle. Solo quería verificar mis fuentes.
- ¡Sus fuentes mienten! Me respondió mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y fruncía el ceño..
- Entonces, ya me puedo ir a casa? Me interrogó mientras yo garabateaba con el dedo en la pantalla sobre la mesa.
- Lamento informarle que eso no será posible. Le respondí sin mirarlo.
- Por qué no? Si ya le dije que no se donde carajos esta la monja esa que buscan. Rezongo.
- Pues esa no es una decisión que me incumbe tomar a mi. Le respondí con un poco más de valor.
Además usted aun no me ha dicho que es lo que quiere de nosotros, no creo que haya venido solo de visita, porque de haber sido así, no hubiese habido necesidad de hacer lo que hizo! Exclame con hostilidad.
- ¡Vine a buscar a alguien! Me interrumpió cuando iba a continuar hablando y me quedé en shock.
- A quien busca? Pregunte mirándolo a los ojos con confusión.
El se reclinó de nuevo en la silla.
- No es de su incumbencia detective....
- Nefertum! Termine su ofensiva respuesta.
- A si! Nefertum. Usted sabía que Nefertum era el dios de...
- No está aquí para darme una clase de historia sobre de donde proviene mi nombre o si? Lo interrumpí. Fingí que me estaba colmando la paciencia y que sabía que no iba a matarme porque no parecía tener intenciones de hacerlo y conocía de los tipos como él y es que a los que son como él, si no te pones a la ofensiva, no te das cuenta en qué momento te tienen del cuello. Aunque no podía evitar que me temblaran las piernas.
Una carcajada hizo eco entre las cuatro paredes.
No sabía cómo actuar frente a tal cosa, esperaba una respuesta pero él solo se estaba burlando de mí.
- Tengo payasos pintados en la cara? Lo interrogue poniendo mi cara mas perra.
Dejó de reírse de la nada y se me quedó mirando a la abotonadura de la camisa ocre que llevaba puesta ese dia.
Nunca me había sentido tan acosada en mi vida, sentí la intuición de cerrarme la abotonadura pero me contuve, si lo hacía, le daría la ventaja de demostrarle que me estaba incomodando.
- A quien busca? Insisti en preguntar.
- ¿Quién preparó ese café? Me interrogó como si no me hubiera escuchado.
- Yo lo hice! Respondí dando un suspiro. ¿Por qué?
- Porque ya encontré a quien buscaba. Respondio esbozando una sonrisa que me confundio aun mas.
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