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Durante tres años, Jessica soportó un matrimonio sin amor mientras su marido fingía impotencia. Sus mentiras se desvelaron cuando apareció una amante embarazada. Tras seis meses recopilando pruebas en secreto, Jessica se deshizo de él y construyó su propio imperio multimillonario. Tras el divorcio, se transformó en una figura irresistible, atrayendo admiradores. Un día, al salir de su oficina, se encontró con Kevan, el hermano de su exesposo. Él intervino, enfrentándose a ella: "¿Acaso era solo una herramienta para ti?". Los labios de Jessica se curvaron en una sonrisa tranquila mientras respondía: "¿Cuánta compensación quieres?". La voz de Kevan se suavizó. "Todo lo que quiero eres tú".
"¡De ninguna manera! ¿Todavía eres virgen?".
A medida que caía la noche, la música en el bar se hizo ensordecedora y una mezcla de humo y alcohol impregnaba el espacio poco iluminado y bullicioso.
Jessica Reynolds, quien estaba ebria y lucía muy desanimada, realmente debió haber regresado a casa para descansar. Sin embargo, la imagen que alguien le había enviado de manera anónima y las palabras de su amiga Braelynn Harris seguían dando vueltas en su mente.
"Si tu marido no satisface tus necesidades, debes dejarlo mientras sigues siendo joven. ¿Cuál es la necesidad de vivir en una abstinencia total de sexo?".
A lo largo de sus tres años de matrimonio, Jessica había intentado repetidamente tener algo de intimidad con Matthew Hopkins, su marido, pero este siempre la rechazaba con diversas excusas.
Luego, dos horas antes, y de forma inesperada, Jessica recibió un mensaje anónimo. ¡Era una foto de Matthew tendido desnudo en una cama enorme!
En la foto, su marido descansaba su cabeza sobre unas medias negras rotas y un sujetador, y su cuello estaba manchado con marcas de lápiz labial; tenía los ojos cerrados, como si durmiera profundamente.
La conmoción abrumó a Jessica; de inmediato intentó llamarlo para pedirle una explicación, pero su celular estaba apagado.
¿Jurarse amor y lealtad?
Parecía más una broma cruel.
Apoyada en la barra y completamente ebria, el alcohol había enrojecido los delicados rasgos de Jessica, mientras su cabello ondulado caía libremente en cascada.
Durante tres años, y a pesar de sus reservas iniciales sobre la intimidad, ella seguía siendo una mujer adulta que vivía en el mismo techo con el hombre que amaba; era difícil no albergar deseos. Particularmente hoy, al enterarse de la traición de Matthew, un inesperado y profundo anhelo se encendió dentro de ella.
Tambaleándose, la chica fue al baño a echarse agua en la cara, pero casi tropezó en los escalones; afortunadamente, alguien la atrapó justo a tiempo.
Una voz profunda y madura la tranquilizó: "Ten cuidado".
Con los ojos llenos de lágrimas, Jessica miró al hombre. Tenía unos rasgos nobles y hermosos, además de unos ojos oscuros y penetrantes; poseía una figura tan alta, que la figura de la chica apenas llegaba a su pecho. Él emanaba cierta aura gélida y amenazante.
En ese momento, Jessica tomó una decisión. ¡Como Matthew le había sido infiel, no había razón para que ella fuera la única que siguiera respetando su matrimonio!
Después de meditarlo durante unos segundos, se inclinó hacia los brazos del hombre y audazmente envolvió sus brazos alrededor de su cuello.
Desesperada por intimidad, Jessica comenzó un beso apasionado en cuanto entraron a la habitación.
El hombre deslizó una mano firme bajo sus caderas, ayudando a la chica mientras ella envolvía sus largas y delgadas piernas alrededor de su cintura.
Al percibir cómo ella se estremecía ligeramente, el hombre se rio entre dientes y dijo: "¿Asustada? No te preocupes. No te dejaré caer".
Su complexión era delgada, pero sus brazos mostraban músculos poderosos con venas prominentes, y sus hombros eran anchos, irradiando una potente masculinidad.
Ambos intercambiaron un beso profundo. Sus respiraciones se entrelazaron caóticamente y la habitación se llenó de los suaves e íntimos sonidos de su fervoroso beso, que los envolvió en una pasión desenfrenada.
La intensidad de su acto sexual fue nada menos que explosivo.
Al despertar, el hombre se colocó de espaldas a Jessica mientras se ajustaba el cinturón alrededor de la cintura.
La chica notó que él la había limpiado, lo que mostró su lado considerado después de su intimidad; sus ojos observadores detectaron que su cinturón era un Hermes de edición limitada, valuado al menos en treinta mil dólares, lo que revelaba que había pasado la noche con un sujeto adinerado.
"Bueno, ¿y ahora qué?". Al ser nueva en esta clase de aventuras de una sola noche, no estaba segura de qué se debía hacer a continuación.
Al girarse para mirarla, el hombre notó que ella estaba despierta y desnuda; sus ojos se detuvieron brevemente en una mancha roja sobre la sábana blanca. "Cincuenta mil. ¿Te parece suficiente?".
Jessica se quedó desconcertada. "¿De qué hablas?".
El hombre pensó que sería una aventura cualquiera, sin imaginar que la chica resultaría ser virgen. Sin embargo, su mezcla de inocencia y salvajismo de la noche anterior lo dejó genuinamente impresionado; hacía tiempo que no se sentía tan complacido, por lo que estaba dispuesto a compensarla por la agradable experiencia. "Creo que fui lo suficientemente claro. Si te parece poco, puedo aumentarlo".
Jessica se dio cuenta de qué intentaba decir. "No hay necesidad. Ambos acordamos hacer esto, así que no tienes que pagarme por nada".
Pedir dinero daría a entender que se había vendido a sí misma.
La chica vaciló antes de levantarse para vestirse, siendo hasta ese momento que se percató de lo adolorida que estaba por las actividades de la noche anterior, casi incapaz de mantenerse en pie.
El hombre la sujetó rápidamente por la cintura, recordando lo salvaje de la noche anterior; su piel se sentía suave y tersa, y a pesar de su falta de experiencia, sus gemidos de placer fueron particularmente cautivadores.
Con tono casual, él propuso: "Bueno, estoy bastante satisfecho contigo. Eres bastante salvaje, y eso me gusta. ¿Qué tal si consideramos ser amigos con beneficios?".
Aunque Jessica tuvo un primer encuentro memorable con este hombre, solo lo consideró un medio para desahogar toda su frustración. Ella le dio un beso juguetón en la mejilla y dijo: "No creo que se vaya a repetir. ¡Lo de anoche solo fue por diversión!".
Después de regresar a casa, la chica tomó una ducha larga y caliente. El hombre fue bastante intenso anoche; una prueba de ello era su cuerpo, el cual estaba adornado con numerosos chupetones y marcas de mordeduras. A pesar de ello, el encuentro la había dejado profundamente satisfecha y llena de un intenso placer por la venganza.
Matthew normalmente trabajaba hasta tarde, pero ese día llegó temprano a casa.
Cuando Jessica salió del baño en bata de baño, se encontró de frente con él.
Los chupetones que tenía la mujer en el cuello resaltaban notablemente.
Su marido se le acercó rápidamente y la cuestionó con una voz llena de urgencia: "¿Me fuiste infiel?".
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