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Durante siete años, Jillian estaba enamorada de Bryan con pasión inquebrantable, pero él permaneció distante, con sus emociones herméticamente selladas. Descorazonada, ella se marchó al extranjero tras graduarse de la universidad. Tres años después, Jillian, ahora una abogada de éxito, se sentó provocativamente en el regazo del hombre. Con una sonrisa juguetona, le espetó: "¿Qué te pasa, Bryan? ¿Eres impotente?". Bryan ya no podía contenerse. Con un rápido movimiento, la tomó en brazos y la arrojó sobre la cama. A la mañana siguiente, cuando él se despertó, Jillian esbozó una sonrisa traviesa. "Solo es una aventura, ¿de acuerdo?".
Jillian Chapman acababa de ganar un caso, por lo que celebró su éxito con sus colegas en el bar.
Tras beber unas copas, se emborrachó un poco y se dio cuenta de que en la cabina contigua estaba Bryan Michaels, su rival de toda la vida, un célebre abogado reconocido internacionalmente por su racha invicta en los tribunales.
Jillian lo había perseguido desde la secundaria hasta la universidad, pero él se mantuvo distante, a pesar de sus persistentes intentos durante siete años.
En un impulso de audacia, Jillian se levantó y se acercó a Bryan con pasos vacilantes.
Audazmente se sentó en su regazo y agarró su corbata con una mano, mientras que la otra se posaba en sus partes privadas.
"Bryan... ¿Tienes dificultades sexuales?", preguntó arrastrando las palabras.
Bryan se reclinó en el sofá, con una expresión tranquila.
"¿Por qué no respondes? ¿Eso significa que eres incompetente en todos los aspectos?", insistió mientras apretaba más su polla.
Bryan le dio una mirada fastidiada. Con suavidad pero firmeza, retiró su mano de sus pantalones. "¿No te importa tu imagen? Tus colegas están aquí", preguntó tensamente.
Sus compañeros, tanto de su propia empresa como de la competencia, observaban la escena boquiabiertos y sorprendidos.
¡Jillian era increíble!
"Mi imagen ya está arruinada por tu culpa. ¿Qué me queda por defender?", preguntó ella amargamente y, de repente, le mordió el cuello.
Sus compañeros de la secundaria y de la universidad, la habían visto gastar mucho dinero para perseguir a ese hombre, sin ningún éxito.
Después de graduarse, estaba tan desanimada que abandonó el país, decidida a superarlo en su propio campo.
Cuando regresó hacía seis meses, también se convirtió en una reconocida abogada con una racha invicta.
Bryan frunció el ceño. Sus dedos apretaron la nuca de Jillian mientras intentaba empujarla. Tenía una mirada intensa pero controlada. "Jillian, estás demasiado borracha. Deja que tus colegas te lleven a casa".
"¡No, llévame tú a casa!", exclamó ella, tirando de su corbata. Su voz era enérgica, pero coquetamente suave.
Bryan apartó su mano y se ajustó la corbata. Luego, la agarró del brazo y la llevó fuera del bar.
Los demás estaban pasmados.
La comunidad jurídica era muy consciente de su tensa relación. ¿Qué estaba pasando ahora?
Cuando llegaron al auto, Jillian envolvió un brazo alrededor del cuello de Bryan y lo besó. Su otra mano agarró atrevidamente sus partes íntimas, provocando un ligero escalofrío en la columna del hombre.
Bryan le pellizcó la cintura y la empujó ligeramente. "¿No sabes que podría demandarte por acoso sexual?", espetó.
"¿De verdad tienes dificultades sexuales? Bueno, podría pasar la noche con otra persona", afirmó Jillian e hizo un gesto hacia un transeúnte. "Hola, ¿quieres un poco de emoción?".
La expresión de Bryan se volvió sombría. Firmemente bajó su mano, abrió la puerta del auto y la hizo pasar adentro.
Luego, condujo directamente a casa. Una vez adentro, quitaron desesperadamente la ropa del otro y compartieron besos fervientes mientras se dirigían al baño.
A la mañana siguiente, Jillian se despertó y giró la cabeza. A su lado, estaba un hombre reclinado perezosamente, con un cigarrillo entre sus labios.
Su mirada penetrante, su nariz esculpida y sus labios bien definidos dibujaban un rostro seductor, pero al mismo tiempo transmitía una severa autoridad.
Su mente recuperó la sobriedad. Después de una década, ¿por fin se había acostado con este hombre?
¡Fantástico!
"Buenos días, Bryan", saludó Jillian y se sentó jalando la manta. Su habitual serenidad de abogada había regresado.
"Alístate, el desayuno está en camino", comentó Bryan mientras apagaba su cigarrillo en el cenicero cercano.
"No es necesario, tengo una reunión con un cliente temprano", respondió ella con tono seco, mientras apartaba la manta para levantarse de la cama.
Con una mirada pícara, agarró su celular del velador y sus labios se curvaron en una sonrisa astuta. "¿Capturamos este momento con una foto?", preguntó.
Antes de que Bryan pudiera reaccionar, Jillian activó de inmediato la cámara, se apoyó contra su firme pecho y capturó el momento con una sonrisa victoriosa.
Debajo de la pálida manta gris, sus cuerpos permanecían fuera de la vista, despertando todo tipo de imaginaciones.
Le envió la foto a su mejor amiga y adjuntó un mensaje de voz.
"Oye, diles a todos los que dudaron de mí que vayan pagando, y no olvides los intereses de diez años".
Su reputación se había visto afectada, así que la restauraría a su manera.
Bryan sonrió con una mirada intrigada. "Entonces, ¿solo era una apuesta?".
Jillian se dio la vuelta y se presionó con su sólido cuerpo. Con los dedos, dibujó líneas en su abdomen.
"¿No lo sabías?", preguntó juguetonamente. "¿Por qué te sorprende? Considera lo de anoche como una aventura casual. Somos adultos, ninguna obligación es necesaria".
Durante diez años, sus esperanzas se habían visto frustradas repetidas veces cuando él la dejaba con el corazón roto. No había forma de que lo persiguiera de nuevo.
¡Desde hacía mucho tiempo había deseado dejar a Bryan, especialmente después de finalmente compartir una noche con él!
"Jillian, no esperaba que jugaras de esa forma". Bryan se rio y la apartó suavemente.
Sus rasgos llamativos podían inquietarla con facilidad. Cada mirada fugaz le provocaba un escalofrío.
¡Este hombre era un maestro de la seducción!
Mientras él la empujaba, Jillian puso sus manos sobre la cama y arqueó la espalda provocativamente, dejando caer su cabello para mostrar su atractiva figura.
Bryan se quedó mirándola y su pulso se aceleró. Frunció el ceño ligeramente.
"¿Lo de anoche no fue solo por diversión? ¿O hay algo más? ¿Estás enamorado de mí?", preguntó Jillian con indiferencia mientras sacudía su cabello ondulado. Luego, recogió su ropa del suelo y se vistió tomándose su tiempo.
Cada movimiento lento era una provocación.
"¿Crees que me enamoraría de ti?". Bryan la miró con una máscara endurecida.
Jillian no se sorprendió por su actitud. ¡Esta vez sería ella quien se alejara!
Su celular empezó a vibrar con notificaciones. Al mirar la pantalla, vio una avalancha de mensajes de su mejor amiga.
"¿Por fin te acostaste con Bryan?".
"¿Cómo lo lograste después de todos estos años?".
"Dime, ¿es bueno en la cama? ¿Qué posiciones hicieron?".
Incluso le envió un emoji divertido.
Jillian respondió a toda prisa: "Te lo contaré más tarde".
Al mismo tiempo, el celular de Bryan también empezó a vibrar sin parar.
Al revisarlo, descubrió que sus chats grupales de la secundaria y la universidad estaban llenos de mensajes sorprendidos.
"¿Jillian de verdad se acostó con Bryan?".
Al ver los mensajes del grupo, ella se tensó, pues no esperaba un revuelo tan generalizado.
Afortunadamente estos grupos estaban formados por sus amigos más cercanos, y cada uno tenía unas veinte o treinta personas.
"Solo fue una aventura casual, nada serio", respondió. "Aquellos que dudaron de mí, tienen que pagar".
Bryan leyó su mensaje y una sonrisa sutil se dibujó en sus labios, aunque sus ojos ámbar tenían una mirada glacial.
Jillian se dio cuenta y sintió un escalofrío en su columna.
"Te reto a volver a desafiar a Bryan. Esta vez duplicaré la apuesta".
Todo el grupo de la universidad apoyó ese desafío.
"Puedo enfrentarlo no solo una segunda vez, sino incluso una tercera. ¡Preparen sus billeteras si se apuntan", declaró Jillian con valentía, negándose a rehuir.
La sonrisa de Bryan se volvió más amplia y sus ojos resplandecieron con una intensidad depredadora, como si pudiera comérsela ahí mismo.
De repente, intervino su mejor amigo: "¡La semana pasada, Bryan metió a un abogado en la cárcel durante veinte años! Piénsalo dos veces, Jillian".
Esta última leyó el comentario y miró al hombre en la cama, quien estaba encendiendo otro cigarrillo. Su rostro estaba oculto por el humo.
Con una ceja arqueada, respondió: "¿En serio? Me emociona enfrentarme a Bryan en los tribunales".
Luego, dejó su celular y se despidió con descaro del hombre que estaba en la cama: "Me voy. Gracias por el buen momento, fue muy divertido. Cuídate".
Bryan contuvo su sonrisa mientras presionaba el cigarrillo en el cenicero, aplastándolo por completo.
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