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Para vengarse de su traicionero prometido, Yvonne atrajo a Clayton a una relación que tendría ventajas para ambos. Sin embargo, cuando Yvonne vio a una mujer parecida a ella al lado de Clayton, reconoció que no era más que una sustituta. Al enterarse de la próxima boda de Clayton, se marchó con una generosa indemnización. "Clayton, este es realmente el final", declaró ella con decisión. Inesperadamente, el mismo día en que Yvonne iba a casarse con otra persona, Clayton apareció, con la desesperación reflejada en sus ojos, y se puso de rodillas: "Yvonne, por favor, no lo hagas. No te cases con él".
En una habitación de hotel poco iluminada, la luz del crepúsculo se filtraba a través de los amplios ventanales franceses, proyectando un suave resplandor sobre Yvonne Lawson. En el cuarto, aparte del silencio, lo único que se escuchaba era una respiración pesada y ansiosa.
Yvonne rodeó con sus brazos el cuello de Clayton Gibson y sus dientes atraparon su labio inferior, dándole un mordisco juguetón, mientras su mano vagaba audazmente por su cuerpo, tirando finalmente del cinto de su bata.
"Finalmente serás mío", murmuró ella, curvando sus labios en una sonrisa burlona y quitando la última barrera entre ellos.
Al segundo siguiente, Clayton la presionó contra el cristal, mientras su aliento cálido rozaba su piel y su voz sonaba áspera por el deseo apenas contenido.
"Espero que hayas pensado en las consecuencias", murmuró, apoyando una mano contra la ventana y con la otra levantando la pierna de la chica. "Una vez que acabemos con esto, no habrá vuelta atrás para ti y Louis".
"Sí, soy consciente de ello", respondió la joven, con la mirada fija en su musculoso abdomen y sus brazos rodeando su cintura, acercándolo más a ella. "Ya lo decidí y estoy lista para lo que tenga que venir después".
Cuando descubrió que su novio, Louis Gibson, tenía una aventura con nada menos que su hermana, ella sintió como si le hubieran dado una patada en el estómago. Hubiera podido irse a su habitación, ahogarse en alcohol y tirarse a llorar sobre la almohada, pero en lugar de eso, decidió darles una cucharada de su propia medicina.
Clayton, un hombre soltero, de un metro ochenta y ocho centímetros de estatura, de veintiocho años e innegablemente atractivo, fue el elegido para cumplir su objetivo. Su fuerza física era evidente, pero lo más importante era su posición social.
¿Por qué no se acostaría con él y le pagaba con la misma moneda a Louis? Ojo por ojo, diente por diente. Era lo justo, ¿no?
De pronto, la mirada de Clayton, la cual tenía un rastro de ironía, se cruzó con la de ella.
"¿Por qué no dejamos de fingir? Me estás usando para vengarte de Louis, ¿cierto?", preguntó en tono burlón. "¿Y luego? ¿Vas a aprovechar cualquier oportunidad que tengas para vengarte? ¿Por quién me tomas?".
Yvonne, quien había estado a punto de ser la esposa de Louis, ahora estaba frente al tío de éste último, con un plan de venganza para enterrar el amor que alguna vez habían compartido. Si Louis hubiera permanecido fiel, su boda habría tenido lugar dentro de sólo un mes, pero había decidido tirarlo todo por la borda.
Acariciando el pecho del hombre con sus uñas perfectamente arregladas, ella descendió hasta su abdomen y rodeó su firme miembro con las manos.
"No puedes ocultar tus emociones, ¿verdad?", susurró sensualmente, provocándolo con los movimientos de su mano. "Esto que está pasando es porque ambos nos deseamos y lo sabes. Si realmente no quisieras hacerlo, no estarías aquí conmigo".
Luego de besar su pecho, la joven recorrió suavemente sus músculos con la lengua: "Si te arrepientes, entonces detenme. Muchos hombres me desean, así que cualquiera de ellos ocuparía tu lugar con gusto".
Aunque Clayton no era su única opción, su motivo para tentarlo era sencillo; podía ser su mejor arma.
Respecto a él, era obvio que no había acudido a ella con la intención de simplemente conversar. ¡Era casi seguro que no se retractaría de ayudarla con un plan de venganza como ese!
Abrumado por el deseo, Clayton la acercó y la estrechó entre sus brazos mientras su respiración se aceleraba. Entonces acercó el rostro hacia el suyo y la besó apasionadamente, haciendo que su lápiz labial se corriera por su piel.
Con una sonrisa perversa y una mirada intensa, murmuró: "¿Quién hubiera pensado que Yvonne Lawson, la hija de la prestigiosa familia Lawson, sería tan atrevida una vez que se quita la ropa?".
A decir verdad, ella poseía una audacia que lo hacía cuestionar su cordura.
La primera vez que se vieron fue en una reunión familiar meticulosamente organizada, donde Yvonne parecía tan recatada y sumisa que los mayores la veían como un ejemplo a seguir.
¿Quién diría que alguien tan tranquila no lloraría ni armaría un escándalo al descubrir la infidelidad de su novio? De hecho, en lugar de eso, ella decidió marcharse en silencio y más tarde, la noche de la fiesta de compromiso de su hermana con Louis, invitó a Clayton a un hotel.
Una vez ahí, la joven le aflojó la corbata, le quitó la camisa y se entregó a la pasión, teniendo como telón de fondo los amplios ventanales.
Agarrando con firmeza su esbelta cintura, Clayton dijo en voz baja y escrutadora: "Sé sincera, ¿esto es sólo para fastidiar a Louis o hay otro motivo?".
"Yo...", Yvonne acababa de abrir la boca para responder cuando él apretó su agarre.
Entonces posó sus ojos en los suyos y advirtió: "Piensa muy bien en lo que vas a decir".
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
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