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Ella nunca había esperado que el hombre que amaba la vendiera a un extraño por dinero. Sin embargo, ella no sabía nada al respecto. Ella pensó que se lo había dado todo y que el bebé que llevaba también era suyo. El día que dio a luz al bebé, no pudo ver bien a su hijo, le dijeron que había nacido sin vida. Años más tarde, un niño la llevó de regreso a casa y la contrató para que fuera su mamá.
Elise Ye sentía mucho calor.
Le daba la impresión de estar siendo quemada por el sol y, con ello, se le hubiese evaporado toda el agua que poseía su cuerpo.
Las gotas de sudor corrían por su frente al momento en que se acercó aún más al hombre que se encontraba frente a ella, entonces, después de varios profundos e intensos gemidos, se estremeció por completo, dejando escapar un grito ahogado de sus labios.
En ese momento, acompañado de un fuerte gruñido, un suave y reconfortante dolor se esparció por todo su cuerpo.
Al instante, abrazó al hombre, y pronunció: "Victor, te amo".
Debido a la luz tenue del lugar, ella fue incapaz de ver las cejas levantadas de él, tras escuchar aquellas palabras.
Nueve meses más tarde.
"¡Relájate! ¡Y, ahora, solo inhala y exhala! ¡Sí, bien! ¡Ya falta poco! ¡Empuja!".
Elise sujetó con fuerza las sábanas que cubrían la fría mesa de operaciones, mientras que un doctor del First Hospital de Y City le daba ánimos. Ella no paraba de sudar, entonces, un dolor agudo recorrió su cuerpo y, de manera involuntaria, agarró firmemente el brazo de la persona que se encontraba a su lado.
Aquello era completamente insoportable, a tal extremo que ella estaba a punto de desmayarse. Jamás se imaginó que el parto pudiese dolerle de tal forma.
"¡Elise, vamos, tú puedes! ¡Empuja!".
Pese a estar sumida en un estado mental algo confuso, la mujer pudo reconocer la suave y ansiosa voz de su esposo.
"Victor...".
Ella debe soportar esto, puesto que, ese era su hijo, nacido del amor. Así que, tenía que ser muy fuerte.
"¡Elise, estoy aquí, a tu lado!".
Tras su exclamación, Victor Chi le tomó la mano a su esposa, lleno de angustia, pero intentando darle fuerza. Aquel niño era realmente importante para él, por ello, no podía permitir que absolutamente nada saliera mal.
Al notar la preocupación en los ojos de su esposo, la mujer se sintió mucho mejor, entonces, pese a lo exhausta que se sentía, intentó reunir todo el valor que podía en aquel momento. Y, en ese instante, escuchó un llanto fuerte, junto a la exclamación del doctor.
"¡Sí! ¡Lo hiciste! ¡Es varón! ¡Felicidades!".
En ese punto, Elise estaba al borde de desmayarse, pero, al escuchar eso, murmuró suavemente: "Victor... Eso es genial...".
Ella lo logró, ya podía descansar.
Tras quitarle el bebé de los brazos al doctor, el hombre miró a su esposa sintiendo una mezcla de emociones. Él parecía estar dudando algo. Luego de un largo rato, finalmente tomó una decisión.
"El niño murió".
"¿Qué dice, señor Chi?", preguntó el doctor, impactado ante tales palabras. Pues, el bebé se encontraba completamente bien. Entonces, ¿por qué Victor lo declaraba muerto?
"¡Dije que el bebé murió!".
Este respondió con total frialdad, poniendo un sobre con un cheque frente a los ojos del doctor.
El cual, dubitativo, abrió lo que le fue entregado y, al instante, su rostro palideció, y sus manos comenzaron a temblar sin parar.
En el momento en que miró hacia arriba, Victor ya se había marchado con el bebé.
"¿Es un varón?".
Al salir de la sala de partos, se le acercó a un hombre que tenía un cigarrillo entre sus labios, de inmediato, el otro tiró el objeto, apartó la manta y miró al bebé. Lucía encantado de ver que de verdad era un varón.
"¡Eso es genial! ¡Tendrás cincuenta millones de dólares!", expresó el nuevo, estirando su mano para sostener al recién nacido. Sin embargo, Victor lo esquivó.
"¡Espera!".
"¿Te estás arrepintiendo de lo que decidiste?", preguntó el otro, frunciendo el ceño, y luego, se burló: "¿Qué? ¿Ahora quieres quedarte con él? ¡No olvides que no es tu hijo realmente!".
Al escucharlo, Victor estaba sorprendido, no obstante, el hombre tenía razón.
En realidad, ese no era su hijo.
Nueve meses atrás, su empresa estaba en bancarrota, debido a eso, necesitaba urgente conseguir fondos, pero nadie podía ayudarlo. Entonces, aquel hombre apreció de la nada, ofreciéndole una ridícula cantidad de dinero, a cambio de un simple favor. Una persona necesitaba una mujer que pudiese dar a luz a su bebé.
La única condición que existía era que la chica debía ser virgen.
En aquel momento, Victor no tenía más opción, por lo que solo pensó en su novia, Elise. Ese mismo día, luego de proponerle matrimonio, la llevó a una habitación de hotel.
No obstante, no fue él quien estuvo en ese lugar con ella.
En consecuencia, el niño no era suyo. Tras divagar en sus pensamientos, el hombre regresó al presente y entregó al recién nacido, sin dudarlo un segundo más.
"¡Bien, buena elección! ¡De lo contrario, estarás en bancarrota!". Luego de pronunciar aquellas palabras, el hombre estaba a punto de irse, pero el empresario lo detuvo.
"No puedes decirle a nadie acerca de esto".
Él no podía correr el riesgo de ser expuesto.
"No tienes que preocuparte, me mantendré en silencio. Tan pronto como se haya transferido el dinero, yo desapareceré. ¡Ahora, apresúrate! Tu madre está en camino".
De inmediato, Victor aflojó su agarre, y el hombre corrió hacia la zona VIP con el niño en sus brazos.
Otra mujer estaba dando a luz en aquel lugar.
Su sala estaba siendo custodiada por varios guardaespaldas, mientras que unos cuantos doctores seguían entrando y saliendo, uno con el rostro más sombrío que el otro. Daba la impresión de que las cosas no estaban saliendo bien.
Tras un largo rato, una enfermera ingresó un carrito médico a la sala y, entonces, se escuchó el llanto e un bebé.
El parto fue un éxito.
Al instante, las personas que se encontraban en la parte de afuera lanzaron un profundo suspiro de alivio.
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