/0/15564/coverbig.jpg?v=fc9946a77c7b852929ce84d3273bd857)
¿Qué esperas de tu primer día de trabajo? ¿Un buen salario? ¿Un buen ambiente de trabajo? ¿Posibilidades de ascenso? ¿Beneficios? Eso sería suficiente para celebrar. ¿Qué pasaría si consigues eso y algo más? El primer día de trabajo de Clara no se parecía a ningún otro. Se presentó a la entrevista para ocupar el cargo de enfermera, haciendo todo lo posible por ser seleccionada. El Jefe de Cirugía, quien sería su jefe directo, le pidió que atendiera a su primer paciente para lo cual se dirigieron al área de hospitalización. Tener cerca a aquel paciente la puso nerviosa, sabía que era amor a primera vista, y un roce de sus cuerpos encendió la llama. Viéndose a los ojos, trataron de entrar en razón, pero no pudieron. Él la tomó por la cintura para acercarla más a su cama, presionando su cuerpo contra el suyo. El tiempo transcurrió muy rápido y cuando su jefe regresó ella no había terminado de atender al paciente, a pesar de ello, estaba feliz. ¿Ese hombre traería felicidad o desgracia para su vida? ¿Clara se arrepentiría de su debilidad?
Clara siempre había soñado con trabajar en un hospital prestigioso, y el día finalmente llegó. Con un currículum impecable y la motivación a flor de piel, se presentó al Hospital Central, un lugar conocido tanto por su excelencia médica como por la rigurosidad de su personal. Vestida con su uniforme blanco impecable, trataba de calmar los nervios mientras jugueteaba con los bordes de su carpeta.
-Clara Gómez -llamó una voz masculina, grave pero cálida.
Ella se levantó de inmediato, sus manos ligeramente temblorosas. Frente a ella estaba el Jefe de Cirugía, el Dr. Jesús Rivas. Su porte era imponente, con una mirada que combinaba autoridad y un leve dejo de carisma que parecía innato.
-Bienvenida. Vamos a hacer una pequeña prueba práctica antes de tomar una decisión final -dijo mientras comenzaba a caminar.
Cada paso que daba detrás de él aumentaba la presión en su pecho. El hospital, con sus corredores brillantes y el suave aroma al desinfectante, parecía un laberinto de posibilidades. Llegaron al área de hospitalización, donde Jesús señaló una habitación.
-Quiero que atiendas al paciente de esta sala. Necesita un cambio de vendajes y monitoreo. Regresaré en unos minutos.
Clara asintió, pero por dentro se sentía como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Respiró profundamente antes de abrir la puerta.
Dentro, la habitación estaba bañada por la luz del mediodía que se filtraba a través de las cortinas. En la cama, un hombre joven descansaba con una expresión serena pero curiosamente alerta. Su sonrisa despreocupada se amplió al verla entrar.
-Hola -dijo, inclinando la cabeza. Su voz tenía una suavidad que escondía algo más profundo.
-Hola -respondió Clara, sintiendo el rubor subir por su cuello-. Soy Clara Gómez. Estoy aquí para atenderlo.
-Encantado, Clara. Yo soy Mateo.
A medida que Clara comenzaba a realizar su trabajo, la tensión en el aire se hacía más palpable. Cada movimiento parecía estar cargado de una energía desconocida, como si las paredes mismas estuvieran conteniendo el aliento.
-Eres nueva, ¿verdad? -preguntó Mateo con una sonrisa que parecía tanto amistosa como provocadora.
-Sí, hoy es mi primer día -respondió ella, intentando sonar profesional mientras evitaba mirar directamente sus ojos, que tenían un brillo que la desarmaba.
-Espero que te quedes mucho tiempo -murmuró él-, y aunque sus palabras eran simples, el tono las hacía sonar como una promesa.
En un momento, mientras ajustaba las almohadas, sus manos se rozaron. Fue un contacto breve, pero el efecto fue devastador. Clara levantó la vista, y sus ojos se encontraron con los de Mateo.
El tiempo pareció detenerse. El mundo fuera de esa habitación dejó de existir. La mirada de Mateo era intensa, casi hipnótica, como si pudiera ver a través de cada capa que Clara intentaba mantener en pie.
-Esto... esto no es apropiado -dijo Clara, más para convencerse a sí misma que a él.
Pero antes de que pudiera moverse, Mateo alargó la mano y la tomó por la cintura, acercándola. El latido de su corazón resonaba en sus oídos como un tambor de guerra.
-A veces lo apropiado es lo que menos importa -susurró él, con una sonrisa cargada de misterio.
Clara sintió que su mundo entero se tambaleaba. Había algo en la forma en que Mateo la miraba, una mezcla de ternura y peligro que la atraía y la aterraba al mismo tiempo.
De repente, la puerta se abrió, y Jesús apareció con el ceño ligeramente fruncido.
-¿Todo bien aquí? -preguntó, con una voz que parecía más una advertencia que una simple consulta.
Clara dio un paso atrás de inmediato, tratando de recuperar la compostura.
-Sí, doctor. Estaba... terminando de atender al paciente.
Jesús los miró a ambos durante un segundo que pareció eterno, luego asintió lentamente antes de salir de la habitación. Clara sintió que apenas podía respirar.
Recogió sus cosas rápidamente, evitando mirar a Mateo, pero cuando llegó a la puerta, no pudo evitar girarse una última vez. Él seguía observándola, con una sonrisa que parecía prometer que este no sería su último encuentro.
Cuando salió al pasillo, el aire fresco golpeó su rostro, pero no logró calmar la tormenta de emociones que la invadía. Aquel primer día de trabajo no había sido como lo había imaginado. Se apoyó contra la pared, llevando una mano a su pecho para calmar el ritmo frenético de su corazón.
-¿Qué demonios me acaba de pasar? -murmuró para sí misma, aun sintiendo la intensidad de los ojos de Mateo.
Sin saberlo, Clara había dado el primer paso hacia un camino lleno de promesas tentadoras y peligrosos secretos. Una parte de ella deseaba retroceder, pero otra, más fuerte, anhelaba descubrir qué venía después.
Dentro de la habitación, Mateo seguía mirando la puerta por donde Clara había salido, como si esperara que ella regresara. Su mente todavía estaba atrapada en aquel instante electrizante: el roce de sus manos, la proximidad de sus cuerpos, la chispa que había encendido, algo inesperado dentro de él. Por un momento, se permitió pensar que esa conexión fugaz podría significar algo más, pero el sonido de la puerta al abrirse nuevamente lo sacó abruptamente de su ensoñación.
Dana entró en silencio, cerrando la puerta detrás de ella con cuidado. Su rostro mostraba una mezcla de ternura y determinación, esa dualidad que siempre había definido su relación con Mateo. Llevaba un vestido sencillo pero elegante, y su cabello caía en ondas naturales sobre sus hombros. Había algo en su mirada, en la forma en que lo observaba, que transmitía preocupación y, al mismo tiempo, la esperanza de compartir algo especial.
-Espero no interrumpir -dijo Dana con una voz tranquila, aunque en el fondo se percibía una leve inquietud. Su tono tenía esa mezcla de suavidad y firmeza que usaba cuando intentaba ocultar lo que realmente sentía.
Mateo levantó la vista hacia ella y le ofreció una sonrisa. Era una de esas sonrisas suyas que parecían desarmar cualquier sospecha, pero esta vez llevaba una sombra apenas perceptible, un rastro de la emoción reciente que no lograba disimular del todo.
-Nunca interrumpes, Dana -respondió él, tratando de que su tono sonara sincero.
Ella avanzó unos pasos hacia la cama, dejando que la calidez de su mirada intentara llenar el espacio entre ellos. Había estado pensando en ese momento todo el día, buscando las palabras adecuadas para hablarle. Desde que Mateo había sido ingresado al hospital, Dana había hecho todo lo posible por estar a su lado, por apoyarlo en cada etapa de su recuperación. Pero, aunque quería creer que él valoraba su presencia, no podía ignorar la sensación de que algo había cambiado.
-Te traje esto -dijo, extendió un pequeño ramo de flores blancas que había comprado de camino al hospital-. Sé que no es mucho, pero pensé que te alegraría un poco.
Mateo aceptó las flores con una leve sonrisa, aunque su mente seguía vagando en las imágenes de Clara. Las palabras de Dana eran un eco distante, como si estuviera hablando desde el otro lado de una pared invisible. Mientras ella acomodaba las flores en la mesita junto a la cama, Mateo se preguntaba cómo había llegado a este punto. Dana estaba frente a él, entregándole su atención y cuidado sin condiciones, y aun así, su corazón latía de forma distinta por alguien que apenas conocía.
Dana se sentó en la silla junto a la cama, apoyando sus manos en el regazo. Su expresión era tranquila, pero por dentro, una pequeña inquietud comenzaba a formarse. Había notado algo en la atmósfera al entrar en la habitación, una sensación indefinible, como si hubiera interrumpido algo que no debía haber visto. Sin embargo, no dijo nada. Quizá solo era su imaginación.
-Te ves mejor que la última vez que vine -comentó, intentando sonar animada-. Eso es un buen signo, ¿no?
Mateo asintió, obligándose a concentrarse en ella. Sabía que Dana merecía más que respuestas automáticas o sonrisas vacías. Ella estaba allí porque creía en ellos, en lo que compartían. Y él, en el fondo, sabía que había construido algo con ella que no quería destruir. Pero al mismo tiempo, se sentía atrapado entre la comodidad de lo conocido y la emoción de lo incierto. Y, sobre todo, sabía que había una verdad que aún no había tenido el valor de confesar: su matrimonio era monótono, aburrido.
Dana, ajena a este secreto, buscaba señales en los ojos de Mateo, deseando que él le diera una razón para confiar, para seguir luchando por lo que tenían. Pero las palabras que él no decía empezaban a llenar el espacio entre ellos de un silencio incómodo, uno que prometía más preguntas que respuestas.
En la opulenta celebración del compromiso de Lucía y Mateo, todo parece perfecto: una noche de gala, un amor aparente y un futuro brillante. Sin embargo, detrás de la sonrisa encantadora de Mateo se esconde un secreto que amenaza con desmoronar todo lo que ha construido. Él no es el hombre ideal que Lucía cree conocer. En un giro inesperado, dos mujeres de su pasado, Dana y Clara, llevan en sus vientres los hijos de Mateo, un hecho que ha permanecido oculto bajo capas de mentiras. Mientras la fiesta avanza y las felicitaciones se suceden, Mateo se ve atrapado entre la imagen que ha creado para sí mismo y la creciente presión de enfrentar la verdad. El miedo a perder a Lucía lo consume, pero también lo acecha la sensación de que sus engaños están a punto de ser revelados. ¿Podrá Mateo escapar de las consecuencias de sus mentiras o se derrumbará la fachada de perfección que ha logrado mantener? La Fuga del Adorable Mentiroso es una historia de engaños, secretos y la lucha interna de un hombre atrapado entre el amor y el miedo a ser descubierto.
Lisana vino al mundo con problemas de salud: al nacer fue diagnosticada con un soplo en el corazón. Entre sus familiares se murmuraba que era un verdadero milagro. Acostumbrada a que todos dedicaran mucho tiempo a atender sus necesidades y caprichos, se convirtió en una mujer dispuesta a transgredir las reglas de la sociedad en que vivía. Cuando conoció a Lucas, su vida cambió, se fue alejando de sus padres y cada vez era más frecuente que llegara a casa pasada la medianoche. Su familia hizo lo posible por apartarla de él, pero sus esfuerzos fueron inútiles. La arrastró a un mundo oscuro, muy diferente a la forma en que había sido educada. En una de las tantas fiestas a las que asistieron como pareja, aprovechó un descuido de Lucas para dar un paseo por la propiedad. Demoró el tiempo suficiente para sentir mucha sed y, cuando se disponía a regresar al salón, lo vio. Esa fue la noche en que conoció a Mateo y se empecinó en volverlo a ver, una y otra vez. Situación que se fue complicando conforme pasaban los meses. Mateo estaba enamorado de Dana, la mujer que amenazaba con quitarle al amor de su vida. No tenía dudas de que lograría arrebatárselo a Dana, pero ¿lograría que Mateo se enamorase de ella? ¿Lucas se quedaría tan tranquilo?
Stella Richard se casó con Rene Kingston en lugar de su hermana Sophia por algunas razones. Pero desde el principio, ella sabe que su matrimonio era solo un contrato por tiempo límite y una vez que se cumplió el tiempo, ella tenía que irse. Para RK, este matrimonio fue solo una carga, pero para ella fue un regalo de Dios. Porque RK era el hombre al que había amado toda su juventud... Entonces, mientras tanto de su matrimonio, Stella hizo todo lo posible para que este matrimonio funcionara. Pero el día que descubrió que estaba embarazada, su esposo le dio el papel de divorcio y le dijo... "No quiero a este niño. No olvides abortar". Estas palabras salen de su boca, como una bomba para Stella, y cambiaron su vida... Ella firmó su nombre en el papel de divorcio y salió de la casa... Porque ella no quiere estar con un hombre tan frío... Seis años después... RK compró la empresa en la que trabajaba Stella. Pero Stella hizo todo lo posible por no tener nada que ver con él... Porque ella tenía un hijo y no quería que él se enterara de él... Pero un día, cuando Stella recogió a su hijo de la escuela, él la vio... RK, "¿Cómo te atreves a tener un hijo con otro hombre?" Stella, "No creo que tenga nada que ver contigo". RK estaba a punto de decir más cuando su mirada se posó en el niño a su lado... Su rostro se veía igual que cuando era joven...
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
La rivalidad que existe entre tú y Miguel viene de la secundaria, peleando siempre por demostrar quién es el mejor en todo, siempre fueron vecinos y ahora serán concuñados, el destino se empeña en unirlos ¿Cómo no lo ves?, tienen personalidades parecidas, son exitosos en sus campos, sus padres se llevan bien... ¡Melissa, ya deja de decir estupideces!, ese imbécil no me interesa ni lo me interesará nunca, además que no sabes que tiene novia, jamás haría pasar a otra mujer por lo mismo que yo pasé, sé lo que duele que te engañen y aún si fuera soltero él no es mi tipo y siempre seremos rivales y nunca nos caeremos bien, así seamos familia. ¿Por qué lo odias tanto? ¡No lo odio! Él a mi sí, pero no es de mi agrado nunca lo ha sido y nunca lo será ¿Por qué no lo entiendes?, eres un psicóloga exitosa...Deberías entender que hay personas que simplemente no se la llevan... Melissa: Solo te digo una cosa, en ocasiones...DE LA RIVALIDAD TAMBIEN NACE EL AMOR.