/0/16153/coverbig.jpg?v=a53a1e4e7c6c65c6e95bba1efb43312a)
Eve es traicionada por su exnovio y, decidida a olvidarlo, asiste a una fiesta con sus amigas. Entre copas y adrenalina, se entrega a un desconocido, viviendo una noche inolvidable. Pero a la mañana siguiente, la realidad la golpea: ese misterioso hombre es su nuevo profesor. Aunque Maeve intenta alejarse, él no está dispuesto a dejarla ir. Mientras tanto, el verdadero padre de Eve aparece para reclamarla, decidido a entrenarla y convertirla en su sucesora. Entre el deber y el deseo, ambos quedan atrapados en un juego donde están en bandos opuestos, pero la atracción que los une es imposible de ignorar. ¿Podrá su amor sobrevivir a las pruebas del destino?
Maeve
"Has eliminado a Sophia del grupo"
Sarah: "¿Qué pasó?"
Dani: "Maeve, ¿dónde estás?"
Clau: "¡La voy a matar!"
El teléfono no paraba de vibrar en mi mano, y las lágrimas me dificultaban leer los textos de mis amigas. Mis manos temblaban tanto que tampoco podía responder. La pantalla se iluminaba constantemente con mensajes.
Sophia había sido mi mejor amiga desde que teníamos tres años. Ella había sido mi única constante en la vida, y ahora...
Una y otra vez volvía a la escena que desearía nunca haber presenciado.
Jonas me había escrito para pasar por su habitación de la universidad así nos poníamos al día. Estaba emocionada por verlo después de las vacaciones; habíamos pasado tiempo sin estar juntos.
Cuando llegué a su habitación, los sonidos que provenían del interior me detuvieron en seco.
Acerqué mi oreja a la puerta, y los gemidos se hicieron más fuertes. Me alejé, mirando la puerta con las cejas fruncidas y el corazón martilleando en mis oídos.
"¿Qué mierda? ¿Jonas? No, tal vez es Travis," pensé mientras sacaba mi móvil del bolsillo de la chaqueta amarilla que llevaba puesta. Busqué entre los contactos el número de Jonas y lo llamé.
Quedé inmóvil cuando el teléfono comenzó a sonar al otro lado de la puerta. Corté la llamada rápidamente y busqué el número de Sophia, llamándola de inmediato, sabía que necesitaba a mi mejor amiga después de la escena que le haría a Jonas.
Mis ojos se abrieron como platos cuando, al otro lado de la puerta, comenzó a sonar el tono de llamada que mi mejor amiga tenía para mí en su móvil.
"Maldita sea... No..." maldije en mi mente.
Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada o trancada con algo. En un arrebato de adrenalina, golpeé la puerta con toda la fuerza que pude reunir en mi cuerpo. Uno, dos, tres golpes, y la puerta cedió.
Caí dentro de la habitación, levantando la vista justo cuando Sophia saltaba de encima de Jonas, intentando cubrirse con una sábana.
-Eve... Esto no es lo que parece, -se atrevió a decir, envolviéndose con la tela blanca.
-Esto es una puta mierda... -dije levantándome, las lágrimas acumulándose en mis ojos. -¿Hace cuánto...?
-Solo esta vez... -susurró ella, al mismo tiempo que él decía:
-Tenemos tres meses saliendo... No sabía cómo decírtelo.
Me quedé mirándolos, mi mirada vagando de uno a otro. Tres malditos meses...
-¿¡Tan difícil era terminar conmigo!? ¿¡Decirme que estabas cogiendo con mi mejor amiga!? Son unos putos traidores... -les grité, desbordada de frustración y desesperación. -No te preocupes, ahora entendí el mensaje, terminamos... los tres...
La traición ardía en mi pecho, un fuego que quemaba cada recuerdo feliz que había tenido con ellos, juntos o por separado. El dolor se convirtió en una rabia intensa, casi paralizante, mientras observaba sus rostros llenos de culpa y tristeza.
Me giré y salí corriendo de la habitación, dejando que las lágrimas cayeran sin importarme las miradas de las personas que pasaban por mi lado. El dolor y la traición se mezclaban en mi pecho, convirtiéndose en una tormenta de emociones que me cegaba y me hacía correr sin rumbo fijo.
Terminé en el parque a pocas cuadras de la universidad, dejándome caer junto al árbol bajo el cual tantas veces nos habíamos juntado mis amigas y yo. Ahora, ese lugar que antes había sido un refugio de risas y confidencias, se sentía lleno de sombras y dolor.
Mi teléfono no dejaba de vibrar. Tenía llamadas perdidas de Sophia y Claudia. El maldito Jonas ni siquiera se había molestado en llamarme. Corté la llamada de Sophia y la bloqueé. Atendí la llamada de Claudia, intentando controlar mis sollozos.
-Amiga, sé que si la eliminaste del grupo es porque te hizo algo... ¿qué pasó? -fue su saludo en cuanto puse el teléfono en mi oreja.
-Los encontré a los dos... -aclaré mi garganta antes de continuar, sintiendo un nudo que amenazaba con ahogarme, -Sophia y Jonas, ¿puedes creerlo?
Un silencio se instaló al otro lado de la línea.
Sabía que Clau no me había cortado porque aún escuchaba su respiración, cada vez más acelerada. Estaba intentando dominar su temperamento, pero el enojo en su voz era palpable.
-Dime que la golpeaste, -dijo entre dientes, las palabras arrastradas por la rabia, -a ella o a él, no importa, pero dime, por favor, que corrió sangre...
Así era Clau, muy emocional e impulsiva.
-No, Clau, yo solo me fui... -dije encogiéndome de hombros, sintiendo el peso de la impotencia, -no podía seguir allí...
Sentí una ráfaga de viento en mi rostro, mezclándose con las lágrimas que no dejaban de caer, y cerré los ojos, tratando de contener el dolor que me desgarraba por dentro.
La escuché maldecir al otro lado de la línea, intentando controlar su respiración. Sabía que si no la distraía, Clau sería capaz de cazar a Sophia y Jonas por todo el campus, aunque tal vez se lo merecían.
-Estoy en el parque... -susurré al teléfono, levantando la vista. El atardecer teñía el cielo con sus tonos rosas y dorados, una belleza que contrastaba dolorosamente con mi estado de ánimo. -Necesito... necesito olvidar lo que vi...
-Estaré allí en unos minutos, -respondió antes de cortar la llamada.
Mientras esperaba, el parque parecía sumergirse en un silencio inquietante. Me sentí pequeña y perdida, como si el mundo entero se hubiera desmoronado a mi alrededor.
Miré mi teléfono una vez más, viendo las notificaciones de mis amigas que continuaban llegando. Las palabras de apoyo y consuelo de Sarah y Dani eran reconfortantes, pero no podían llenar el vacío que sentía dentro de mí.
El tiempo parecía arrastrarse hasta que finalmente vi a Claudia acercándose a paso rápido. Su rostro estaba marcado por la preocupación y la ira contenida. Cuando llegó a mi lado, me abrazó sin decir una palabra, dejándome sentir su calidez y apoyo.
-Vamos, -dijo finalmente, tomando mi mano y ayudándome a levantarme. -No dejaremos que esta mierda te destruya. Hoy nos olvidamos de todo.
Mientras caminábamos hacia su auto, la vi cliquear en su teléfono, y de inmediato el mío también sonó.
"Vamos al Craver por unos tragos", escribió en el grupo.
-Yo preferiría llorar en mi apartamento, pero esto suena bien, -le dije, forzando una sonrisa en mi rostro.
El Craver era nuestro refugio habitual para las noches de fiesta. El ambiente oscuro y ruidoso siempre nos ofrecía una bienvenida distracción.
-No tienes que fingir conmigo, Eve, -dijo mirándome, aún con furia contenida en sus ojos. -Pero mañana me agradecerás todo el alcohol en tu sistema.
Nos subimos a su auto, y ella me observó de arriba a abajo. Sus labios se torcieron en una mueca de desaprobación antes de girarse y pasarme una bolsa desde el asiento trasero.
-Que te hayan roto el corazón no significa que puedas andar vestida así. Cámbiate.
Me reí de sus palabras, ella siempre tan atenta.
Metí la mano en la bolsa y saqué un vestido de seda verde, unos tacones oscuros y un saco del mismo color. La textura de la seda se sentía fresca y suave contra mis dedos, una pequeña tregua al dolor emocional que me envolvía.
Haciendo malabares, me quité la ropa, tirándola al asiento trasero. En el momento en que quedé en ropa interior, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Clau, notando mi incomodidad, encendió la calefacción mientras maniobraba para doblar a la izquierda. El calor comenzó a llenar el auto, dándome un consuelo necesario.
Me coloqué el vestido, la tela suave cubriendo mi cuerpo como una segunda piel.
-No debería usar sujetador con esto, -me reí, sacándolo y tirándolo con el resto de la ropa.
Clau soltó una carcajada, la primera risa genuina que había escuchado desde que mi mundo se había desmoronado. Su risa era contagiosa, y por un breve instante, el dolor pareció disminuir.
El vestido se ajustaba perfectamente, resaltando mis curvas de una manera que me hizo sentir más segura de mí misma, aunque fuera solo un poco.
-Eso es, cariño. Esta noche es para olvidar, y te aseguro que vas a brillar.
El Craver siempre estaba lleno de gente, un lugar donde las preocupaciones se desvanecían con cada trago. Al llegar, la música vibraba a través de las paredes, y las luces neón creaban una atmósfera electrizante.
-Vamos a olvidarnos de todo, -dijo Clau, bajando del auto y dirigiéndose hacia la entrada.
La seguí, decidida a dejar atrás el dolor, al menos por esta noche.
Un exitoso CEO que llega desde el extranjero para descubrir los problemas de una de sus sucursales en Latinoamérica. Gracias a su amigo más fiel y gerente de la empresa, se infiltra como un empleado más para descubrir qué está fallando. Conoce a una de las empleadas, una madre sustituta que cuida a sus sobrinos y que, sin saber quién es realmente el nuevo señor gruñón, se enamora del pesado pasante. Mientras él se siente cada vez más atraído por ella, su jefe directo, también interesado en ella, se mete todo el tiempo en esa relación secreta. El CEO deberá lidiar con su identidad secreta, los problemas de la empresa y el creciente conflicto personal, todo mientras intenta ganarse el corazón de su compañera.
Valen llega a Palermo buscando un nuevo comienzo. En la universidad se hace amiga de B, sin saber que su familia es una de las más influyentes de la Cosa Nostra. A través de su nueva amiga, Valen conoce a Nicola, el reservado y enigmático heredero de la organización, despertando en él una obsesión peligrosa e irresistible. A medida que las tensiones entre las familias aumentan, Valen y Nicola deben enfrentarse a un juego mortal de poder, secretos y traiciones. Tendrán que decidir hasta dónde están dispuestos a llegar para protegerse a sí mismos y a aquellos que aman. ¿Traicionarán a sus padres y vivirán su amor?
Como simple asistenta, enviar un mensaje al CEO en plena noche para solicitar películas pornográficas fue un movimiento audaz. Como era de esperar, Bethany no recibió ninguna película. Sin embargo, el CEO le respondió que, aunque no tenía películas para compartir, podía ofrecerle una demostración en directo. Tras una noche llena de pasión, Bethany estaba segura de que perdería su trabajo. Pero en lugar de eso, su jefe le propuso: "Cásate conmigo. Por favor, considéralo". "Sr. Bates, está bromeando, ¿verdad?".
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
Belinda pensó que, tras el divorcio, separarían sus caminos para siempre: él podría vivir su vida como quiera, mientras ella podría dedicarse a disfrutar el resto de la suya. Sin embargo, el destino tenía otros planes. "Cariño mío, estaba equivocado. ¿Podrías volver conmigo?". El hombre arrogante, al que una vez ella amó profundamente, bajó humildemente la cabeza. "Te ruego". Belinda apartó con frialdad el ramo de flores que él le había regalado y respondió fríamente: "Es demasiado tarde".
Olivia Abertton es dulce, divertida y cariñosa, la «niña de sus ojos» para su padre, Ernest Abertton, a pesar de ser hija de una relación extramatrimonial. Gabe Clifford es el director general de la mayor empresa farmacéutica del mundo. Inteligente, astuto, un hombre sin corazón, capaz de hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiere. Pasó años preparando su venganza contra los Abertoon. Seguía siendo amable y alegre, incluso cuando todo a su alrededor parecía desmoronarse. Quería destruirla para poder saborear cada lágrima de Ernest Abertton, el hombre al que había dedicado su vida a ver sufrir. Ella estaba enamorada de su hermano. Él tendía la red y ella era la presa. De lo que Gabe no se daba cuenta era de que la venganza podía ser mucho más dulce de lo que imaginaba. Olivia, por su parte, nunca imaginó que pudiera existir alguien tan desalmado y sin escrúpulos como aquel hombre. Un deseo de venganza más grande que nada. Una mujer decidida a cambiar su destino. Un matrimonio tratado como un negocio. La utilizó como una forma de venganza contra el hombre que más odiaba. Sólo que no esperaba que conocerla sería su peor castigo.