/0/16156/coverbig.jpg?v=e0d3c5a57447e20a1a33e73672cc3158)
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
"Felix, la boda está a punto de comenzar. ¡No puedes irte así como así!", soltó Linsey Brooks, ataviada en un inmaculado vestido blanco, mientras se aferraba al brazo de Felix Wells; en ese momento su voz estaba llena de pánico y sus dedos temblaban.
Se suponía que ese sería su gran día; sin embargo, justo cuando la boda estaba a punto de comenzar, el hombre leyó un mensaje de texto y, sin dudarlo, se dirigió a la multitud e informó que la boda estaba cancelada.
"Suéltame. Joanna está herida y sola en el hospital. Seguramente está aterrorizada y yo debo estar ahí para ella", respondió Felix, en un tono tenso y urgente, con el ceño fruncido.
Linsey se puso pálida en el acto.
Joanna Saunders era amiga de la infancia de su novio. Ella llevaba cinco años saliendo con Felix y, durante todo ese tiempo, si Joanna necesitaba algo, él dejaba todo atrás y corría a su lado.
El hombre se justificaba diciendo que Joanna era como una hermana para él y le pedía a Linsey que comprendiera. Y ella lo había hecho una y otra vez.
No obstante, ese era el día de su boda.
¿Qué importaba si Joanna lo necesitaba? ¿Eso significaba que tenía que soportar que el hombre que se convertiría en su esposo la abandonara en el altar?
"No, no puedes irte. La boda no puede realizarse sin ti. ¡Sin importar lo que haya pasado, hoy tienes que quedarte! ¡Por favor... te lo ruego!", susurró Linsey, con la voz temblorosa.
"¡Suficiente! ¡Deja de ser egoísta e irracional! Siempre podemos reprogramar la boda. En este momento, Joanna está herida; si algo le pasa y yo no voy, ¿asumirás las consecuencias? ¡Quítate!", escupió Felix, pues su paciencia se había acabado.
Y, antes de que la otra pudiera decir otra palabra, la empujó.
Ella se tambaleó, sus tacones derraparon sobre el piso pulido y, finalmente, terminó en el suelo. Desde allí, aturdida y sin aliento, observó cómo su novio desaparecía por las puertas, sin mirar atrás ni una sola vez.
Instantes después, su celular comenzó a sonar.
Sin pensarlo, contestó, solo para escuchar la engreída y triunfante voz de una mujer del otro lado de la línea.
"Linsey, hoy es tu gran día con Felix, ¿no? ¿Te gustó el regalito que te mandé?".
Todo su cuerpo se puso rígido al reconocer esa voz. "Joanna... lo hiciste a propósito. Solo querías probar que Felix saldría corriendo a tu lado, ¿verdad?", pronunció con los dientes apretados.
"Así es. ¿Y? ¿Qué harás al respecto? ¡Solo quería recordarte que, en el corazón de Felix, yo siempre estaré en primer lugar!", respondió Joanna con arrogancia; cada una de sus palabras estaba cargada de burla. "Apuesto a que te pasaste meses planeando tu boda, ¿eh? Qué pena... Todo ese trabajo, todos tus sueños... destrozados. ¡Honestamente, casi siento pena por ti!".
Linsey miró fijamente la prístina tela blanca de su vestido y, por primera vez, vio los últimos cinco años como lo que realmente eran: una broma.
Como era huérfana, estaba desesperada por formar parte de una familia, por tener un amor que pudiera llamar propio.
Pero Felix... nunca le iba a dar eso.
Se dio cuenta de que había llegado la hora de dejar de rogar por algo que no sería suyo.
"¡No te adelantes! ¡Mi boda seguirá como está programada!", declaró, tras soltar una risa dura y fría.
"¿Estás loca? Felix es el novio, pero ni siquiera está allí. Dime algo, ¿cómo planeas celebrar la boda sin él?", la cuestionó Joanna, en un tono agrio.
En el rostro de Linsey apareció una sonrisa burlona: ¿quién dijo que su novio tenía que ser Felix?
Si él podía abandonarla tan fácilmente, entonces buscaría a alguien más, ¡y esta vez sería un hombre digno de estar a su lado!
"Hazme un favor: pásale un mensaje a Felix. ¡Dile que ya no lo quiero; no merece ni un segundo más de mi tiempo! Y ya que estás tan desesperada por tenerlo, te lo regalo. A fin de cuentas, ¡no hay mejor pareja que un hombre sin carácter y una mujer sin vergüenza! ¡Les deseo toda la suerte del mundo!", dijo Linsey, en un tono duro e inquebrantable.
"Te lo advierto. No tientes a la suerte, que...", replicó Joanna, en un tono más duro, por la ira.
Sin embargo, no terminó su amenaza, pues su interlocutora cortó la llamada.
Linsey sabía que su boda comenzaría en media hora, ¡así que tenía que encontrar rápidamente un novio sustituto!
Con eso en mente, se levantó el dobladillo del vestido y salió corriendo al exterior.
Para su sorpresa, la entrada estaba repleta de guardaespaldas con trajes negros, cuyas imponentes presencias enviaban un mensaje claro mientras recorrían cada rincón del lugar: estaban buscando algo... o a alguien.
Entre ellos había un hombre con traje de novio en una silla de ruedas; su postura era rígida y autoritaria. De hecho, aunque inmóvil, irradiaba un aire gélido.
"La ceremonia está a punto de comenzar. ¿Ya encontraron a Haven?", le preguntó en un tono autoritario al subordinado que estaba frente a él.
"Señor Riley, hemos recorrido todo el perímetro, pero no hay rastro de la señorita Walton. Parece que huyó...", respondió con vacilación el empleado, con expresión tensa.
"¿Huyó?", repitió el jefe, con voz profunda y uniforme, pero su mirada se volvió dura, fría e implacable, como la de un depredador evaluando a su presa. "¡Si esta boda no se celebra a tiempo, ya sabes lo que pasará!".
Linsey captó cada palabra y en un instante comprendió lo que pasaba: a ese hombre lo habían abandonado en el altar, igual que a ella.
Sin dudarlo, alzando el dobladillo del vestido, caminó hacia él.
Los guardaespaldas reaccionaron al instante, colocándose frente a ella con expresiones rígidas y cautelosas.
"Señorita, ¿qué cree que está haciendo?", la cuestionaron.
El hombre en silla de ruedas se concentró en ella; su sola presencia era como una tormenta en el horizonte.
A pesar de ello, Linsey no se inmutó. Mirándolo fijamente a la cara, le dijo con firmeza: "Señor, tengo entendido que su novia se escapó. Si ese es el caso, déjeme tomar su lugar. Yo seré su novia".
Su vida era perfecta hasta que conoció al hermano mayor de su novio. Había una regla en la manada Night Shade: si el Alfa rechazaba a su pareja, perdería su posición. Y la vida de Sophia estaba relacionada con esa ley, pues era una Omega que salía con el hermano menor del Alfa. Bryan Morrison, el Alfa actual, no solo era un hombre de sangre fría, sino también un encantador hombre de negocios. De hecho, su nombre era suficiente para poner a temblar a las demás manadas, pues era conocido por ser muy despiadado. ¿Y si por un giro del destino su camino se entralazaba con el del Sophia?
Madisyn se quedó de piedra al descubrir que no era hija biológica de sus padres. Luego la verdadera hija de esa familia le tendió una trampa, haciendo que la echaran de casa y se convirtiera en el hazmerreír de todos. Creyendo que era hija de campesinos, Madisyn se sorprendió al descubrir que su verdadero padre era el hombre más rico de la ciudad y que sus hermanos eran figuras de renombre en sus respectivos campos. Todos la colmaron de amor, solo para enterarse de que Madisyn tenía un próspero negocio propio. "¡Deja de molestarme!", dijo su exnovio. "Mi corazón solo pertenece a Jenna". "¿Quién te crees que eres? ¿Mi mujer siente algo por ti?", reclamó un misterioso magnate.
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".