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Mi patética, absurda y miserable vida cambio cuando acepte el maléfico trato que me ofrecía... Ahora estoy maldita, corrompida, torturada y en sus garras! No puedo abandonarlo aunque quiera! Y no creo que quiera irme de su lado aunque sea tóxico para mí!
Recargada en mi destartalado auto, lucho por abrir la puerta del conductor para refugiarme de este frío viento que me despeina y me moja al mismo tiempo.
Había llovido tanto hace apenas unas horas por lo que cuando sali del edifcio de oficinas donde trabajo el aire frío me golpeó tan fuerte que se me entumieron los dedos.
Tanto se me entumieron que no puedo evitar que las llaves se me caigan en un charco de agua sucia que hay bajo mis pies.
Los dientes me castañean y me reprocho haber sido tan tonta por solo haberme traído por la mañana un sueter tan delgado.
No creí que lloviera por la tarde, aunque lo hubieran dicho en el reporte Meteorológico.
"Maldición!"
Digo cuando me tengo que agachar y mi pantalón negro se rompe un poco de la entrepierna.
Me pongo de pie tan rápido con las llaves en mis temblorosas, mojadas y sucias manos que también me mojo la cara y los lentes en el proceso con agua negra.
Las chicas populares de la oficina pasan justo en ese mismo momento para reírse de mi desgracia.
Me señalan abiertamente mientras caminan tomadas de la mano bajo un paraguas grande negro con corazones rosas.
Un auto deportivo negro se detiene al lado de ellas y ambas se suben al auto ayudadas por un hombre guapísimo que les quita de la mano el paraguas.
Me quedo como la tonta que soy mirando la galante escena hasta que dentro del auto se escuchan risas, música alta y el auto acelera alejándose de mi vista.
Suspiro saliendo de mis locas imaginaciones y me forzo a hacer que la llave entre en la maldita cerradura del auto y refugiarme de este tiempo inclemente.
Cuando por fin lo logro después de varios tirones en la puerta, aviento mi horrible y gastado bolso asiento del pasajero y cierro la puerta para que el frío no me siga golpeando.
Froto mis manos para poder ponerme en marcha hacia mi departamentito.
Pero debido a mi retraso con las tontas llaves y mis torpes dedos el tráfico a esta hora es imposible.
Miro el reloj que tengo pegado en el tablero y me indica que son las nueve en punto de la noche y sigo estancada a varias cuadras del complejo de departamentos donde estoy rentando.
Estacionando mi viejo auto después de un buen rato tomo mis cosas y me apresuro a entrar a mi minúsculo lugar privado.
Cuando enciendo la luz puedo ver mi lugar y es deprimente...
A veces me pregunto porque sigo viviendo en este cuchitril...
Pero luego recuerdo que no puedo pagar nada más que esto con el miserable sueldo que obtengo después de pasar encerrada tantas horas en esa oficina.
"Al menos tengo un techo sobre mi cabeza y no estoy en la calle durmiendo con este frío o en el asiento trasero de mi auto."
Me animo un poco con esos pensamientos y arrastrando los pies me dirijo a la mini ducha para darme un merecido baño caliente.
Con pijama cálida en mi cuerpo, una taza de té humeante en mi mano, me acomodo en mi sillón para leer uno o dos capítulos de este nuevo libro que encontré en la oficina y que nadie reclamó como suyo.
"Amor, siempre amor, todo es amor desmedido del protagonista por la protagonista..."
"Ojala yo fuera la obsesión de alguien como en esta novela."
Me digo a mi misma porque no hay nadie más conmigo en este instante.
Cuando siento que ya se me están cerrando los parpados y estoy casi tirando al suelo el libro abierto en la página que supuestamente estoy leyendo, una música estruendosa me despierta.
"Hoy no, es entre semana malditos escuincles de mierda!"
Maldigo a los vecinos adolescentes de unos cuantos departamentos adelante del mío.
Debido a que todas las paredes son como de papel, más el hecho de que casi son las doce de la noche y todo está más tranquilo afuera, puedo escuchar hasta las risas de los universitarios.
Estos chiquillos de mierda me tienen mas que harta con sus fiestecitas de fraternidad y depravación.
Las han hecho siempre todos los fines de semana desde que se mudaron hace unos cuantos meses atrás.
Aunque he ido varias veces a pedirles por las buenas que bajen el sonido de su estruendosa y espantosa música, nunca lo han hecho.
Bueno, la verdad es que solo una vez les pedí amablemente que bajaran la música.
Las demás veces los amenacé con llamar a la policía para que bajaran el volumen, pero se rieron de mi en mi cara como si les hubiera contado un chiste muy gracioso.
Pero ahora, porque tienen que hacer tanto escandalo entre semana!
"Malditos bastardos hijos de papi!"
Grito a todo pulmón tendida en mi cama tapándome los oídos con las almohadas.
Ni siquiera así puedo dejar de escuchar los cláxones de los autos en las calles, las risotadas de hombres y mujeres, botellas rompiéndose contra el piso y todo el escandalo de su música altisonante y misógina.
Groserías gritadas a todo pulmón en la calle, vitores, cánticos que no entiendo pero cada vez mas encienden mi furia me hacen desear que paren ya.
Necesito dormir!
Mañana entro temprano a la oficina y quiero dormir en paz!
Pateo y manoteo en el colchón tratando de sacar algo de mi rabia pero me detengo cuando se escucha y se siente una fuerte explosión cercana silenciando todo.
Una luz naranja fuerte ilumina todo después del horrible estruendo de la misma.
Afuera de mi ventana la luz se apagó y por suerte no se rompió en mil pedacitos cuando pequeños objetos golpearon con fuerza contra ella.
Me pongo unas pantuflas y me asomo por la ventana para intentar ver que es lo que paso.
La vista afuera simplemente es...apocalíptica por decir lo menos.
Flamas que alcanzan una altura indescriptible, calor, humo, restos de casa ardiendo.
Autos en la calle que se detienen a ver el tétrico espectáculo, chicas llorando del otro lado de la acera...todo un siniestro.
El departamento donde se estaba llevando a cabo la ruidosa fiestecita ahora es solo un hoyo negro entre los demás departamentos.
n hoyo negro que ruge con las llamas que se elevan hacia el oscuro cielo nocturno.
"Dios bendito!"
Dicen unas mujeres debajo de mi ventana y creo que son unas vecinas porque también están vestidas con pijama y bata para dormir y miran atentamente hacia el lugar en flamas.
Yo también miro en esa dirección maravillándome de la belleza mortal de las flamas que parecen que danzan y se persiguen incesantemente.
Las luces de los autos de la policía, la de los bomberos nos hacen girar la cabeza para que podamos ver su llegada al lugar para que controlen el caos del incendio.
Los bomberos saltan rapidos del camión con hachas en mano y gritan fuertemente ordenes a los vecinos de que se alejen del lugar.
Apresuran a sus compañeros para que suelten las mangueras y sofocar el fuego.
"Al parecer fue una explosión de gas lo que ocasionó que el departamento explotara."
"Es tan terrible lo que les sucedió a esos buenos chicos, eran tan jóvenes!"
Le dice la vecina a la otra cuando regresa de preguntarle algo a los policías, por lo que la otra vecina se apresura a decir también.
"Pobres chicos, ninguno de ellos se merecía eso!"
Si como no, malditos hijos de papi que nos mantenían a todos despiertos con sus parrandas, gritos, música fuerte y sus groserías gritadas a todo pulmón...
Y ahora dicen que no le merecían...
En verdad que esto es lo mejor que me ha pasado en muchos meses, porque la verdad es que odiaba que esos juniors hicieran sus fiestecitas ruidosas y sin sentido casi cada fin de semana.
Debido a mis horarios tan extendidos no le hablo a nadie de este vecindario.
He visto a muchas personas cuando llego por la noche o salgo temprano en la mañana al trabajo, pero nunca, ni por equivocación alguno de mis vecinos o vecinas me ha dado un saludo, ni una vez.
"No puedo creer que hace unas horas atrás nos estaban pidiendo permiso para que organizaran una fiesta relámpago por la victoria que obtuvieron en el campeonato estatal y ahora esto!"
"Si, el chico que toco a mi casa pidiendo permiso me recordó tanto a mi hijo que no tuve corazón para decirle que no."
"Era tan lindo en verdad!"
Lindos, esa no sería la descripción que yo les daría a esos monstruos ruidosos cuando de repente otra explosión hace que volteemos la cabeza hacia la casa en llamas.
Los policías hacen retroceder a todos los curiosos que se habían acercado demasiado a la escena.
Yo debería de sentirme algo triste por el fallecimiento de los chicos pero la verdad es que me siento por dentro feliz.
No debería sentirme asi pero no puedo evitarlo, me siento extrañamente feliz de que se haya terminado de una vez por todas los excesos de esos bastardos.
*******************By Liliana Situ****************
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