Hace siete años, Emerald Hutton dejó a su familia y sus amigos para ir a la escuela secundaria en Nueva York con el corazón roto, solo para escapar de una persona: el mejor amigo de su hermano, a quien amaba desde el día en que la salvó de los matones cuando tenía siete años. Herida por el chico de sus sueños y traicionada por sus seres queridos, Emerald enterró los pedazos de su corazón roto en el rincón más profundo de sus recuerdos. Siete años después, tuvo que regresar a su ciudad natal después de terminar sus estudios universitarios. Su corazón se convirtió en una fría piedra, vacío de amor y cayendo en el olvido que una vez latió por un hombre. Traumatizado por su pasado, Achilles Valencian se había convertido en el hombre al que todos temían. Los golpes de la vida habían llenado su corazón de una oscuridad sin fondo. Y la única luz que lo había mantenido cuerdo era una chica con pecas y ojos turquesa que había adorado desde siempre, la hermana pequeña de su mejor amigo. Después de tantos años, cuando finalmente había llegado el momento de capturar a su presa en su territorio, Achilles Valencian comenzará su juego. Un juego para reclamar lo que es suyo. ¿Podrá Emerald distinguir la diferencia entre el amor y el deseo, y evitar la peligrosa ola que una vez la arrasó para mantener su corazón a salvo? ¿O caerá en la trampa? Nadie jamás pudo escapar de las manos del hombre y él siempre obtiene lo que quiere. Y ese juego se llama: 'La Trampa de Ace'.
Me quedé mirando a la chica que estaba frente a mí, y sus ojos nerviosos escondidos detrás de los anteojos de montura negra me devolvieron la mirada. Me coloqué un mechón suelto detrás de la oreja con vacilación y me mordí el labio.
La chica hizo lo mismo.
Luego, parpadeé, y ella imitó mi gesto nuevamente.
"¿Terminaste de mirar tu reflejo, Em?". Un resoplido vino de detrás de mí. "¡Por el amor de Dios! ¡Has estado haciendo lo mismo durante los últimos cinco minutos! ¡Me estás asustando!".
Le dediqué una mirada a mi mejor amiga a través del espejo, quien me observaba con los brazos cruzados sobre su pecho, sentada al borde de mi cama con el ceño fruncido.
Volví a centrar la atención en mi reflejo. "No lo sé, Beth. ¿Crees que a él le gustará mi apariencia?".
"¿Después de que pasamos dos horas arreglándote? Sí, estamos seguras de que le encantará cómo te ves y no te rechazará cuando le digas lo enamorada que estás de él", dijo Casie, mi otra mejor amiga que estaba de pie junto a Beth.
Rechazo. Esa es la misma palabra que me ha estado atormentando durante gran parte de mi vida. He estado esperando este día durante seis años. Desde el día en que él me dijo todas esas palabras. He estado esperando desde entonces.
Si él me rechaza hoy, no sé qué haría.
Flashback.
"¿Serías mi príncipe, Ace? Yo quiero ser tu princesa", le pregunté al mejor amigo de mi hermano cuando me regaló un vestido de Cenicienta en mi noveno cumpleaños.
Él se rio de mi tonta pregunta y su gesto casi rompe mi corazón. Sin embargo, cuando vio mi rostro decaído, se agachó ante mí y dirigió su mirada gris como la tormenta a mis ojos turquesa. "Ya eres mi princesa", me dijo.
"¿En serio?". Mi rostro se iluminó como un árbol de Navidad al escuchar sus palabras. "¿Eso significa que te casarás conmigo?".
Ace se mordió el labio y sus ojos brillaron con diversión. "Lo siento, pequeña. Pero no puedo casarme contigo".
"¿Por qué no?", le respondí con una mueca.
"Porque no es el momento adecuado. Todavía eres muy joven".
"Entonces, ¿cuándo será el momento adecuado?". Le dediqué una mirada cargada de esperanza.
"Cuando dejes de ser un capullito y te conviertas en una rosa en todo su esplendor".
Fin del flashback.
Había esperado hasta este día para florecer y transformarme en una rosa. En el pasado, yo no sabía lo que significaban sus palabras, por lo que las escribí en mi diario personal para recordarlas y tratar de comprenderlas.
Casie dijo que ya éramos lo suficientemente grandes como para tener novio. Bueno, ella ya había tenido uno a los catorce años y, ahora que teníamos quince, el número había aumentado a cuatro.
Yo estaba al tanto de que todo lo que Ace había dicho ese día había sido para no romperle el corazón a una niña ingenua de nueve años, pero no me importaba. Creo que estoy preparada para confesarle mis sentimientos el día de hoy. Esta vez, de verdad.
"¡Em, te ves impresionante! Aunque prefería tu cabello largo y ondulado. Pero está bien, este también te queda de maravilla", comentó Beth.
Mi largo cabello hasta la cintura había sido reemplazado por una melena que me llegaba hasta los hombros, y mis ondas salvajes habían desaparecido para darle paso a mi cabello lacio. Ahora lucía igual a Tess, mi hermana. Ella y Tobias eran gemelos, por lo que Ace también era su mejor amigo. Una vez lo escuché decir que le gustaba el cabello de mi hermana, así que tomé la decisión de arreglármelo igual al de ella. Aunque mi hermana era rubia y yo castaña.
"El pelo corto está de moda ahora. Además, a Ace le gusta así", respondí mientas revisaba mis uñas recién arregladas, igual a las de Tess.
Tal como a Ace le gustaba. Todas sus novias anteriores eran como mi hermana; hermosas y con clase. Sí, estaba celosa de ellas; sin embargo, todas habían sido temporales, ya que, una vez que estemos juntos, yo seré la única en su vida.
Me sonrojé ante el pensamiento que invadió mi mente.
Entonces, decidí ser como ellas y me inspiré en mi hermana. ¿Quizás de esa manera se fijará en mí?
El cambio de imagen del día de hoy era la prueba, pues me vestí como Tess y me arreglé tal como lo hace ella. Incluso me infiltré en su habitación para sacarle su perfume favorito.
"¿No crees que este vestido es demasiado corto, Casie?". Si bien quería usar un atuendo como los de mi hermana, no me sentía cómoda en ellos. Ella se veía hermosa con esos pequeños vestidos ajustados, ya que su figura era como un reloj de arena. Sin embargo, yo no había sido tan suertuda y mis curvas eran casi inexistentes. Bueno, no se le podía pedir más a una chica de quince años.
"¡No es corto! ¡Te pondrás eso y punto! ¿Acaso no quieres que Ace te note?", dijo Casie con una ceja levantada.
"¡Está bien!", le respondí mientras tomaba una respiración profunda. ¡Vamos, Em! ¡Tú puedes hacerlo!
"Está bien. Vamos. De lo contrario, nos perderemos la gran entrada de tus hermanos", dijo mi amiga con emoción mientras salía de mi habitación.
Hoy era el decimonoveno cumpleaños de mis hermanos mayores y cada celebración en la familia Hutton tenía fama de ser grandiosa, por lo que nadie quería perderse este evento tan especial al que asistiría casi la mitad de las familias más prestigiosas de la zona.
Cuando todos llegamos al salón, me moví inquieta en mi lugar. Mis manos estaban sudadas y mi corazón golpeaba fuerte en mi pecho, pues estaba nerviosa por el eventual encuentro con Ace. Para mi mala suerte, el pequeño vestido que estaba usado me hizo sentir aún más incómoda.
Divisé a mis padres entre la multitud. Ambos estaban de pie al lado del otro, como de costumbre. Los dos eran inseparables y seguían locamente enamorados incluso después de veinte años de matrimonio.
La relación de mis padres me daba esperanza. Si Ace y yo llegáramos a ser así algún día...
"¡Emmy!". La voz de mi madre me sacó de mi fantasía.
Les dediqué una sonrisa a ambos y caminé en su dirección.
"¡Dios mío! ¡Mírate! ¡Mi bebé se ve tan hermosa el día de hoy!", dijo mi madre efusivamente con una sonrisa deslumbrante.
"¿En serio?", le pregunté sonrojada.
"¡Por supuesto, mi niña! ¡Deberías arreglarte más seguido!".
Papá no dijo ni una sola palabra, pues no parecía estar contento con mi vestimenta tan fuera de mi elemento.
"¿No te gustó el vestido que te compré, princesa?", me preguntó.
Sí me había gustado. Mucho, en realidad. Pero a Ace no le gustaría.
"¡Me encantó, papá! Pero... no pude encontrar joyas que me combinaran", mentí.
Él asintió con la cabeza.
Mamá me dedicó una mirada de complicidad, ya que ella sabía que me gustaba Achilles Valencian, todos sabían. Sin embargo, nadie sabía que lo que yo sentía era mucho más que un simple capricho.
Ace se había convertido en el príncipe de mis sueños desde el día en que Tobias me lo presentó cuando tenía solamente siete años. Ese día todavía vivía detalladamente en mi memoria. Pero fue el día que me salvó de unos matones en mi escuela cuando se convirtió en mi héroe. Y, con el pasar del tiempo, se convirtió en mi corazón.
Detuve el impulso de cubrir mis mejillas sonrojadas.
¿Dónde estaba Ace?
Inspeccioné el lugar en su busca. Él ya debería haber llegado a esta hora. El mes pasado, cuando jugó al ajedrez conmigo, me prometió que vendría esta noche, y él nunca rompía nuestras promesas.
Él solía venir a nuestra casa todos los días, pero sus visitas habían disminuido después de la tragedia que enfrentó su familia el año pasado. Ace cambió. El chico despreocupado y juguetón se convirtió en un hombre perdido y enfadado; sin embargo, su personalidad cariñosa cuando estaba conmigo seguía intacta. Él venía una vez al mes a visitarnos y, obviamente, a jugar al ajedrez conmigo.
La multitud aplaudió cuando Tess y Tobias bajaron las escaleras dramáticamente con el foco en ellos. Tess parecía sacada de un cuento con su vestido de hada rosa a medio muslo, y Tobias se veía reluciente con su esmoquin negro. Ambos sonreían a las cámaras y a la multitud mientras sus amigos aplaudían y silbaban incontroladamente.
Sin embargo, no había señales de Ace.
Deambulé sin rumbo fijo entre la gente para buscarlo.
¿Dónde estás?
"¡Ay!".
Tropecé hacia atrás al chocar contra un torso tonificado. Al cabo de unos segundos, unos brazos rodearon mi cintura.
"Lo sien... ", la respiración se atascó en mi garganta cuando alzé la mirada y vi unos tormentosos ojos grises observándome. La densa barba incipiente había desaparecido y su mandíbula definida se percibía perfectamente. Su cabello negro azabache estaba peinado hacia atrás y la argolla en su ceja derecha había desaparecido. A pesar de que tenía sombras oscuras bajo sus hermosos ojos y estaba más delgado que antes, aun así se veía impresionante.
"¿Capullito?". Su frente se arrugó mientras me ayudaba a ponerme nuevamente sobre mis pies y observó mi cuerpo de arriba hacia abajo con los labios apretados. "¿Qué llevas puesto?", dijo con voz profunda en un acento griego.
Eso sucedía cada vez que estaba enojado.
Mis ojos se agrandaron de la sorpresa. ¿Acaso no le gustó cómo me veía?
"Uh, ¿por qué? ¿No me veo bien?", le pregunté mientras me mordía el labio. "Pensé que te gustaría".
Ace frunció el ceño aún más mientras miraba mi cabello y la gran cantidad de maquillaje en mi rostro; sin embargo, al cabo de unos segundos negó con la cabeza. "Emerald, no necesitas mi aprobación para nada. Eres libre de ponerte lo que quieras", dijo con seriedad y se marchó.
Se me cayó el corazón. Luego, le eché un vistazo a mi cuerpo. ¿Qué había de malo con lo que llevaba? ¿Por qué él se mostró tan distante?
Ace había tenido este comportamiento desde la muerte de su padre. Nuestras familias no eran tan unidas, pues les gustaba proteger su privacidad, por lo que nadie sabía realmente lo que le había pasado a su papá. Sin embargo, fuera lo que fuese, la situación provocó un gran cambio en Ace, lo cual me causó una pena gigantesca.
Corrí escaleras arriba para ponerme el vestido blanco que me había traído papá y me quité todo el maquillaje. Cuando estuve conforme con mi nuevo look al natural, bajé nuevamente al salón.
Al llegar al lugar de celebración, ignoré las miradas de sorpresa de Casie y de Beth y fui en busca de Ace una vez más.
Tess y Tobias estaban ocupados charlando con sus amigos, pero el chico que me importaba no estaba con ellos.
"¡Oye, Em!", gritó mi hermano.
Lo miré con una sonrisa y me dirigí hacia ellos.
"¿No se te olvida algo, hermanita?".
Solté una risita y lo abracé con fuerza. "¡Feliz cumpleaños!".
Tobias me levantó del suelo y yo solté un chillido ante su gesto. "¿Dónde está mi regalo?", me preguntó mientras me bajaba de sus brazos.
A Tobias le encantaban mis regalos de cumpleaños. De hecho, le encantaba el pastel red velvet que le horneaba desde que perfeccioné mis habilidades de pastelera. A Ace también le encantaba.
"Te lo daré después de la fiesta. Está en la nevera", respondí mientras mis ojos examinaban a la multitud que nos rodeaba.
Al cabo de unos segundos, encontré a mi objetivo. Estaba parado en una esquina con una bebida en la mano junto a una mesa y parecía estar sumido en sus pensamientos.
"¡Feliz cumpleaños!", le dije a mi hermana mientras envolvía los brazos a su alrededor.
"¡Gracias!". Tess rompió nuestro abrazo y me preguntó: "¿Te cambiaste?". Sus ojos recorrieron mi vestimenta mientras esperaba mi respuesta.
Al mismo tiempo, Mark, un chico de su grupo de amigos, saludó a Ace y le dio una palmada en la espalda, pero él lo ignoró. Ace le lanzó una mirada penetrante a Mark cuando este intentó arrebatarle el vaso de sus manos, y el muchacho retrocedió al notar la expresión en su rostro.
"¡Oh, sí! El vestido era un poco incómodo", dije distraídamente, pues mis ojos estaban fijos en el chico que se encontraba al otro lado de la habitación. "Regresaré en un minuto".
Cuando intenté alejarme, Tess me agarró del brazo y me apartó de su grupo de amigos.
"Vas a decirle cómo te sientes esta noche, ¿no es así?".
Dejé escapar un grito de sorpresa al escuchar la pregunta de mi hermana. ¿Cómo lo sabía?
"No lo hagas", dijo con voz aguda. "Te romperá el corazón".
Al escuchar sus palabras, me solté de su agarre y fruncí el ceño. "¿Cómo lo sabes? Quizás yo también le guste".
"¡No seas ingenua, Em! Que sea tierno contigo no significa que sienta algo por ti", dijo con voz severa. "Ambas sabemos que él solo te ve como una hermana, no como algo más. No lo incomodes con tu estupidez, pues ya está lo suficientemente afectado por sus propios problemas".
Las palabras de Tess dolieron en lo más profundo de mi corazón. Siempre tuve miedo de que su amabilidad hacia mí fuera solo un amor fraternal; sin embargo, en el fondo, sentía que había algo más allá de eso. Quizás era una tontería, pero mi corazón me decía que no me rindiera.
No sabré sus intenciones a menos que lo enfrente, ¿no es así?
"No lo incomodaré. Además, tú no lo sabes todo. ¿Por qué mejor no disfrutas de tu fiesta y me dejas sola?", le dije con el mismo tono que ella me había hablado hace unos minutos.
Los ojos azules de Tess brillaron, y me advirtió: "Aléjate de él, Emerald. Ace no es el indicado para ti".
Mi ira estalló al escuchar sus palabras. "Voy a hacer lo que quiera, Tess. ¡No es de tu incumbencia! ¡Así que, por favor, déjame en paz!", le respondí. Luego, me di la vuelta y me alejé.
Cuando estuve cerca de Ace, tomé una respiración profunda para calmarme y me arreglé el cabello con las manos. Nadie podrá evitar que le exprese mis sentimientos el día de hoy.
"¡Hola!", dije con voz tímida. Toda la confianza que sentía hace unos momentos se esfumó y una sensación de nerviosismo revoloteó en mi estómago.
Los ojos grises de Ace se clavaron en los míos y, esta vez, su mirada no denotaba disgusto, pero tampoco satisfacción. Sus ojos estaban simplemente fríos.
De hecho, era evidente que estaba de mal humor. ¿Debería confesarle mi amor hoy? Pero me había costado demasiado tomar esta decisión y no sé si volveré a tener las agallas nuevamente para hacerlo.
"¿Jugarás al ajedrez conmigo el día de hoy, Ace? He estado esperando para jugar otra partida".
¿Será que después del juego su estado de ánimo mejorará?
Ace pensó en la propuesta por un segundo y luego asintió con la cabeza. "Sí, me parece bien. De todos modos, la fiesta está aburrida".
Mi sonrisa fue tan grande que casi cubrió toda mi cara. "Muy bien, iré a preparar el tablero. ¿En la biblioteca, como siempre?".
Ace asintió y tomó un sorbo de su bebida. "Subiré en seguida".
Sin poder contener mi emoción, le rodeé el cuello con los brazos y lo abracé con fuerza. Me sentí mareada al percibir su aroma exótico mezclado con un leve olor a humo. "Estaré esperándote".
Mi arrebato lo tomó desprevenido, pues se quedó de pie sin mover ni una sola extremidad de su cuerpo y su toque en mi espalda fue casi inexistente. Luego, suspiró profundamente y me apartó de los hombros.
Los labios de Ace estaban en una línea recta cuando me dijo: "Anda".
Al escuchar su petición, asentí con la cabeza y me dirigí a la pequeña biblioteca para comenzar a preparar el tablero de ajedrez. Apenas podía contenerme de bailar por toda la habitación.
Finalmente le iba a decir que lo amaba.
Pasaron diez minutos y Ace todavía no llegaba a la biblioteca. Pronto, esos diez minutos se convirtieron en veinte y aún no había rastro de él. Incluso me perdí el momento en que mis hermanos cortaron el pastel de cumpleaños para que él no tuviera que esperar si llegaba aquí, pues dijo que vendría en seguida.
Dejé escapar un suspiro y me puse de pie para ir al salón de la celebración. Cuando llegué a la planta baja, la fiesta estaba en su mejor momento, ya que la mayoría de la gente mayor se había marchado y solo quedaban los más jóvenes bailando y bebiendo desenfrenadamente.
Divisé a Casie bailando con mi hermano y a Beth bebiendo con un grupo de chicas; sin embargo, no encontré a Ace por ninguna parte. La música fuerte y el potente olor a alcohol casi me provocó arcadas.
¿Dónde estaba?
Caminé hasta el balcón abriéndome paso entre la gente que se encontraba bailando y bebiendo, pero tampoco estaba allí. ¿Se había olvidado de nuestro juego de ajedrez y se había marchado?
Pero él nunca se olvida de nuestras partidas.
Suspiré con decepción y decidí volver a mi habitación. Tendrá que ser para otro día.
Justo cuando me giré para regresar a mi cuarto, escuché unos ruidos extraños provenientes del balcón. Yo no había entrado del todo al lugar, sino que solo me había quedado en la puerta.
Motivada por mi curiosidad, entré lentamente y miré a mi derecha.
Cuando vi la escena frente a mí, me quedé helada y mi corazón dejó de latir en mi pecho cuando la respiración se quedó atrapada en mi garganta. Mis manos temblaron a mis costados mientras asimilaba lo que estaba viendo.
Las manos de Ace estaban envueltas con fuerza alrededor de la cintura de la chica y ella le rodeaba el cuello con sus brazos. Una de las manos de la muchacha jalaba su cabello mientras sus bocas se fundían en un beso apasionado. Sus cuerpos estaban tan juntos que ni siquiera un alfiler podría pasar entre ellos.
Cada uno de sus gemidos destrozó mi corazón como mil puñaladas y lo rompió en millones de pedacitos. Mis pies tropezaron hacia atrás y mi rostro se llenó de lágrimas.
Las manos del hombre al que tanto amaba vagaron alrededor del cuerpo de la chica mientras la acercaba a él aún más. Mi corazón se estremeció con tanta fuerza que tuve que agarrarme el pecho con las manos mientras un sollozo amenazaba con escapar de mis labios. Sin embargo, rápidamente me tapé la boca y salí corriendo del lugar.
Corrí lo más de prisa que pude hasta llegar a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí mientras dejaba escapar un sollozo cargado de agonía. Las lágrimas nublaron mi visión y mi pecho seguía doliendo terriblemente.
Sentí que mi interior se rompía y se desmoronaba dejando pedazos irreparables.
Luego, mis mejores amigas llamaron a mi puerta y sus voces preocupadas llenaron mis oídos, pero no era capaz de hablar ni de moverme. Todo lo que podía hacer era tumbarme en el suelo en la oscuridad de mi habitación y llorar desconsoladamente.
Los recuerdos de los dos enredados en los brazos del otro pasaron por mi mente una y otra vez, lo cual hacía la situación aún más dolorosa.
Si bien Ace no estaba al tanto de mis sentimientos por él, ella sí lo sabía, por lo que su traición intensificó más el dolor. La traición de personas ajenas era tolerable, pero no la de tus seres queridos.
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