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El antídoto.

El antídoto.

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Zoe Roberts es una chica normal que vive un mundo que a simple vista parece marchar de manera habitual, le apasiona su carrera y conseguir sus objetivos, siempre lleva sus decisiones rumbo a la opinión de los demás, algo que nunca pareció notar, a medida que se desarrolla la historia se da cuenta de los problemas personales que posee, pero eso será una simple piedra para las verdaderas problemáticas que se le avecinan, su vida al parecer no es para nada regular, ha vivido en una burbuja de mentiras en donde todos los personajes están implicados. Conocerá el amor y de la misma manera se verá envuelta en el miedo y la desesperación. Zoe tendrá que asumir grandes desafíos personales, que al final la harán reflexionar por sobre cómo llevaba el rumbo de su vida y la inquietante forma que tendrá para sobrevivir justo cuando se encuentra al borde de la muerte.

Capítulo 1 El inicio.

Eran las 10:32 de la mañana, cuando sin pensarlo la vida de Zoe Roberts había tomado un giro sorprendente, sin embargo ella no conocía ni el día ni la hora en el que las cosas empezaron a marchar en su contra.

Zoe siempre había llevado una vida normal, dentro de lo que cabe, vivía bien, estudiaba en una buena universidad, tenía algunos amigos, y un novio; si, ella sabía que era muy afortunada por lo que tenía, y se esmeraba por conseguir mucho más algún día.

Actualmente vivía en la ciudad de Manchester en Inglaterra, pues su universidad estaba ubicada en dicho lugar, sin embargo su familia seguía viviendo en Londres, la ciudad en la que se había criado, y vivido sus primeros 18 años de vida.

Ella recuerda perfectamente el día en el que tenía que marcharse de su hogar, para dirigirse a la ciudad que había estado averiguando los últimos 3 años, y se había estado preparando sin descanso para poder ingresar a la universidad de sus sueños, y tener la profesión que siempre había esperado. Tener una carrera universitaria no sólo era un sueño personal, era un sueño de toda su familia, que, aunque no era mucha, sentía sobre sus hombros el peso de su orgullo. Su familia no había alcanzado un título, sin embargo tenían una pequeña cadena de restaurantes que les permitían un buen vivir.

Era un sábado por la mañana y estaba preparando sus maletas, mientras su mamá le recordaba todas las cosas que no podían faltar en su equipaje.

-Ya, mamá, me has dicho eso mil veces -Dijo Zoe con un tono de compasión en su voz.

-Ya sé, pero te conozco y sé que se te pueden olvidar hasta las cosas más fundamentales - Dijo Maddie sin apartar la mirada de la maleta.

-No creo que el álbum de fotos sea fundamental¬-Responde ella mientras levanta su ceja derecha.

-¿Cómo sabes? -Dice mientras intenta meter el gran libro en un maleta. -Que tal un día estés aburrida y quieras ver fotos.

Zoe se río, mientras observaba a su mamá, que se encontraba muy nerviosa por todo el tema de la Universidad y era entendible, era su única hija, y el hecho de que se tuviera que marchar a otra ciudad, la estaba matando por dentro, sin embargo la invadía de la misma manera la emoción de verla crecer y cumplir sus objetivos. Su padre había fallecido por una enfermedad terminal cuando ella tenía 3 años, su madre le contó que nunca vivió con ellas, siempre respondió por sus cuidados, pero como pareja nunca llegaron a amarse de tal manera para convivir. A Zoe nunca le afectó el hecho de haber crecido sin una figura paterna, es más, casi nunca tocaban el tema cuando hablaba con Maddie.

Cuando cumplió los 5 años, su madre conoció a quien verdaderamente aprendió a amar, una gran mujer llamada Jasmine que llegó a cambiar su vida completamente, su familia era muy conservadora, por lo que ella nunca imaginó que su felicidad fuera a depender de un factor en contra de las opiniones de su familia, así que tuvo que enfrentarlos colocando sus prioridades en un primer plano, y cuando lo logró, supo que en su vida todo iba a estar bien.

Desde ese entonces Zoe vivía con lo que ella decía, sus dos mamás. A los 13 años conoció a la que ahora era su mejor amiga Umma, se conocieron en la escuela cuando en una clase de matemáticas Zoe le ayudó a aprobar un examen pasándole las respuestas por debajo de la mesa. Desde ese entonces eran inseparables, Umma era muy especial para Zoe, le había ayudado a superar muchas cosas, era una gran consejera, y lo más importante, la quería como a una hermana.

Umma Davies también había ingresado a la universidad de Manchester, y juntas iban a estudiar Psicología, muchas personas las conocían por ser muy unidas, y compartir casi todo. Umma vivía con su tío Emmanuel, pues sus padres habían fallecido en un accidente trágico cuando ella tenía tan sólo 13 años, así que Zoe fue de gran ayuda para superar su gran pérdida.

Zoe recuerda que Umma pasó a recogerla ese día para dirigirse a la universidad, mientras terminaba de alistar todas las cosas que su madre le había hecho empacar.

- Ya está, gracias, mamá -Dijo Zoe en tono impaciente.

-Recuerda llamarme siempre que tengas tiempo - Dijo Maddie, tratando de no llorar frente a su hija.

-Claro mamá, no te preocupes-Dijo ella, mientras abrazaba a su mamá.

Jasmine entró a la habitación, y les avisó de la llegada de Umma. Juntas bajaron al primer piso y observaron a la mejor amiga de Zoe, dedicarles una amplia sonrisa.

-¿Lista? -Preguntó Umma, en un tono muy alegre.

Zoe fue a abrazar a su amiga, devolviéndole la sonrisa.

-Lista-Dijo después de un suspiro nervioso.

-Y no vuelvas, hasta que tengas un título y un novio guapo -Dijo Jasmine, mientras le guiñaba el ojo.

-Te prometo lo del título -Respondió Zoe mientras todas se reían.

Zoe y Umma salieron, mientras Maddie y Jasmine las observaban marcharse, bastante conmocionadas.

Mientras de fondo sonaba Sweet Child O' Mine, las grandes amigas hablaban sobre sus grandes sueños, y de sus planes a futuro. Llevaban 4 horas conduciendo hasta que Zoe levantó los brazos y exclamó.

-¡Oficialmente estamos en Manchester!

***

Pasados los meses, se encontraban cursando la mitad del segundo año de Psicología. Zoe tenía buen desempeño y excelentes notas, como siempre había sido, no era un esfuerzo muy grande, su madre siempre le decía que había sacado la inteligencia de su abuelo, era un hombre brillante que no tuvo la oportunidad de explotar sus conocimientos.

Se encontraba ingresando al salón de clases, después de despedirse de Umma, dado que desde que iniciaron su carrera no pudieron inscribirse en el mismo grupo, cuando un pelirrojo alto la sorprendió besándola suavemente.

-¡Finn! -Dijo sorprendida.

-Hola hermosa-Respondió Finn con una sonrisa pícara en su rostro.

-Debes dejar de hacer esas cosas, algún día te voy a golpear sin querer-Dijo, devolviéndole la sonrisa.

-Bueno, no lo has hecho, así que no me preocupo-Respondió desviando su mirada al salón de clases.

Zoe no respondió; mientras se ubicaban en sus puestos entró Benjamín, el profesor de Psicología crítica y social.

-Bienvenidos jóvenes nuevamente, espero y estén bien-Dijo el profesor mientras observaba sus papeles desordenados sobre el escritorio.

-Hoy parece más loco de lo normal-le susurró Finn a Zoe mientras ella sacaba sus apuntes.

Zoe empezó a reírse mientras observaba al profesor que tanta curiosidad le causaba, era muy bueno, no había clase que no salieran con una sensación de haber aprendido infinidad de cosas, pero tenía algo diferente... sospechoso.

-Señor Finn, sé lo que dijo-Gritó Benjamín- y sólo quiero que sepa, que la locura hace que el mundo sea un poco más interesante- Dijo mientras soltaba una gran carcajada, al ver la cara de asombro de Finn. -Pero bueno -continuó el profesor-entre otras noticias, la universidad ha creado un grupo de voluntariado- mencionó en un tono desinteresado-... y necesito que se inscriban por lo menos 5 personas de este salón. Así que, ¿A quién le gustaría? -preguntó mientras sacaba una lista colorida de su maletín.

Nadie movió un dedo.

*Que no me llame, que no me llame * Pensó Zoe.

-Señorita Zoe, sería bueno verla participar en este grupo.

*Mierda*

-Yo... creo...-responde ella nerviosamente.

-¿Qué cree señorita? -pregunta él mientras se apoya en el escritorio.

-Tengo muchas cosas que hacer y además...-Contestó ella tratando de encontrar una excusa.

-No le creo -Dice Benjamín y se cruza de brazos.

-No creo que sea buena i... -Dijo Zoe en voz baja.

-Claro que sí! -La interrumpió- Y además su novio le podrá hacer compañía, así que no se tiene porque preocupar, verdad señor Finn? -Dijo mientras observaba a Finn con las cejas levantadas.

Benjamín, siempre nombraba a Zoe, era su plan B cuando nadie participaba, siempre tenía buenas respuestas y además era muy buena en lo que hacía, solo que nunca se postulaba ella misma para hablar, y nunca se negaba cuando él profesor requería de su opinión o su ayuda.

-Si señor-Respondió Finn, además él sabía que por participar les daban puntos para cualquier materia que estuvieran cursando, y sabía muy bien que esos puntos no le irían nada mal.

-Per... -Trató de hablar Zoe

-Listo, ya vamos dos! -anunció interrumpiéndola nuevamente-así que más les vale que al final de la clase, haya una gran lista sobre mi escritorio-amenazó el profesor mientras se giraba al tablero. -mientras tanto, continuemos con lo que nos compete.

Zoe lanza su cabeza al espaldar de la silla y suelta un bufido.

-Todo estará bien-Le susurra Finn.

Gira su mirada y el se encoge de hombros. Se endereza nuevamente en la silla y decide enfocarse como siempre lo hacía en esta clase.

La clase pasó en completa normalidad, pero lo que Zoe no se imaginaba es que a partir de ese día, ya todo dejaría de parecer usual. El tono inquietante en el que se va a tornar su vida seguramente ya estaba planeado por todos a su alrededor, simplemente tendría que ella ser fuerte para asimilar su desafortunado destino.

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