/0/3470/coverbig.jpg?v=f394013d0ac37348110adb2c91a12c0e)
Él vino a rescatarla cuando ella estaba en problemas. En esa ciudad, pasó una noche salvaje con él, un hombre al que acababa de conocer. Después de que ella regresara y continuara con su vida cotidiana, se topó con ese hombre, su amante de una noche, y descubrió lo poderoso que era. Aun sabiendo que pertenecían a dos mundos diferentes, ella no pudo evitar enamorarse de él. Sin embargo, todos sus dulces momentos no eran más que parte de la trampa del hombre. Abrumada por la desesperación, ella se derrumbó y se fue. Pero él volvió a ella.
En X Town, donde llovía, la gente soñaba con una época que existió hace mil años. Había hermosos azulejos vidriados y exquisitos pasillos de madera. Además, la vista era pintoresca y la vida era muy sencilla.
En un bar, una mujer entonaba hermosas melodías de pie en el centro del escenario, y en cuanto empezó a cantar una canción de amor, todos los presentes quedaron encantados con la música, mientras observaban a las personas que amaban.
Lucia Garcia estaba sentada en una de las mesas cuando un camarero le llevó la carta de vino. Tras echarle un rápido vistazo, ella pidió un Long Island Iced Tea, la bebida que siempre tomaba.
La chica estaba sola en la mesa, por lo que muchos hombres la miraban, aunque no solo querían beber con ella. Sin embargo, ella les sonrió antes de dar un sorbo a su bebida y apartarse de ellos.
"Señorita, esto es de parte del caballero de aquella mesa", le dijo el camarero con una sonrisa y luego colocó una nueva copa de vino tinto ruby delante de ella y se alejó.
Mirando hacia la mesa que este acababa de señalar, ella vio a un hombre sentado junto a la ventana, al lado del río, como si estuviera solo.
El hombre iba vestido con un sencillo pantalón negro y una camisa azul lisa. Los dos primeros botones de su camisa estaban desabrochados, lo que dejaba al descubierto su esculpido pecho. Su cabello estaba desordenado, pero se veía muy sexi. Al ver sus largas piernas, ella pensó que debía medir al menos un metro ochenta.
Bajo las coloridas pero sutiles luces de neón, se veían sus rasgos faciales. Y era guapo. Tenía una nariz puntiaguda, labios finos ligeramente separados y un leve hoyuelo en una mejilla que aparecía cuando sonreía. Sus cejas estaban ocultas bajo su desordenado flequillo, pero sus ojos eran muy agudos y observadores.
Cuando la luz le dio en la cara, ella pudo ver que sus pestañas eran largas y gruesas, lo que ponía celosa a cualquier mujer.
Al notar que esta lo observaba, el hombre la miró y levantó su copa de vino hacia ella, quien respondió con una sonrisa halagadora y luego agarró la copa de vino que el camarero había dejado en su mesa, y la levantó hacia él antes de dar un sorbo.
Un hombre de mediana edad, ligeramente borracho, se acercó a ella y colocó su mano grasienta en su regazo, acariciándola. "¿Le gustaría acompañarnos a tomar una copa, señorita?".
"Quítame la mano de encima", respondió ella con voz fría.
Él llevaba una pesada cadena de oro y su vientre se agitaba ante sus ojos, y el olor a alcohol de su aliento era tan fuerte que podía hacer que cualquiera quisiera vomitar.
Los camareros estaban apartados, lo que hacía evidente que no querían interferir en la situación.
"¡Ray, parece que esta mujer no quiere nada contigo!".
Ray estaba rodeado de varios hombres lascivos, que eructaban y reían mientras miraban de cerca a Lucia.
"¡Eso es mentira! Verás, las mujeres como ella pueden parecer duras por fuera, pero en realidad son bastante sumisas por dentro. Mientras les dé un poco de dinero, me dejarán jugar con ellas en la cama y me rogarán que me las coja". El tono de este era asquerosamente petulante mientras miraba a la chica con un deseo ardiente en los ojos y se disponía a poner la mano en su pecho.
Como Lucia no podía soportar quedarse allí un momento más, se levantó rápidamente y se dispuso a marcharse.
"¿Acaso piensas irte? ¡De ninguna forma! Soy muy dotado, y puedo tener sexo hasta siete veces en una sola noche. Te vas a sentir muy feliz y satisfecha. Dime, ¿cuál es tu precio por una noche?", le preguntó Ray en un tono vulgar.
Los hombres que habían venido con él también empezaron a frotarle los muslos y a manosearla. Algunos incluso hasta trataron de besarla. La chica se sentía como un cordero a punto de ser sacrificado, y cuanto más se resistía a sus avances, más duros eran ellos con ella.
Los demás comensales del bar también se apartaron de su mesa, y el camarero no pareció para nada sorprendido. Ninguno de ellos se acercó a ayudarla ni a detenerlos.
Lucia luchó con fuerza, pero como era mucho más débil que aquellos hombres, no consiguió deshacerse de ellos. Es más, aunque pudiera apartarlos, le sería difícil huir del bar.
Ella entonces se puso nerviosa y empezó a respirar profundamente, tratando de calmarse para poder pensar en una forma segura de escapar.
"¿Cómo se atreven a poner sus sucias manos en mi mujer?", la voz sexi y magnética de un hombre se pudo oír detrás de la chica. Había una fuerte sensación de indiferencia y desprecio en su tono.
El hombre observó la farsa que tenía delante mientras se apoyaba despreocupadamente en el borde de la mesa, sorbiendo vino de su copa.
Después, dejó su copa y caminó hacia los hombres.
"¡Maldición! No es de tu incumbencia, ¡así que aléjate! ¿Cómo te atreves a reclamar a la mujer que he estado esperando para acostarme?".
Ray se tambaleó, pero sus hombres se pusieron alerta, como si estuvieran listos para pelear.
El hombre sonrió despreocupadamente, ignorando por completo al grupo, y golpeaba rítmicamente la mesa con sus largos y pálidos dedos.
"¿No eres tú un juguete sexual? Bueno, me gustan tanto hombres como mujeres, ¿qué tal si nos divertimos todos juntos?". La sonrisa de Ray era aún más vulgar.
"¡Ahhh! ¿Quién diablos eres tú?". La sonrisa de Ray desapareció y su voz empezó a temblar de repente. De hecho, todo su cuerpo temblaba también. Al momento siguiente, una gota de sudor resbaló de su frente y cayó sobre la mesa. Parecía un payaso.
Lucia finalmente se liberó de su agarre. Sin embargo, el hombre que había acudido a rescatarla seguía un poco alejado del grupo.
Con una mirada llena de curiosidad, ella se acercó a él.
Al mismo tiempo, un hombre vestido de negro se situó detrás de Ray y le apretó un objeto duro contra la cintura, lo que le hizo sentirse aterrorizado.
'¿Qué es eso?', se preguntó Lucia, y le lanzó una mirada al apuesto hombre que estaba a su lado, buscando una respuesta.
"¿No has escuchado que la curiosidad mató al gato?". El hombre parecía haber entendido lo que ella quería preguntar, por lo que la miró y le sonrió, revelando sus encantadores hoyuelos.
La chica se encogió de hombros y permaneció en silencio.
"Te gustan tanto hombres como mujeres, ¿eh? Bueno, ¿por qué no meterte en eso entonces?", le preguntó el apuesto hombre a Ray con voz suave mientras sonreía alegremente.
Él no dijo mucho después de eso, sino que siguió sonriendo. No obstante, había una frialdad en su mirada que asustó a los hombres de Ray.
El hombre de negro, que estaba de pie detrás de este, mantuvo su postura y no se movió ni un centímetro.
Hasta el guardaespaldas de Ray estaba asustado. Durante todo el tiempo, el hombre de negro permaneció inexpresivo y tranquilo.
"Yo... Yo...". Temblando de miedo, Ray no podía pronunciar palabra alguna. Había sido muy arrogante hacía un momento, y ahora, se orinaba de miedo.
Su cabeza latía con fuerza mientras caía débilmente al suelo, arrodillado ante el apuesto hombre.
"Lo siento... Lo lamento. ¡Saldré de aquí enseguida!". Antes de que el hombre pudiera decir nada, Ray salió corriendo del bar, dejando a Lucia estupefacta.
Fue un gran día para Camilla. Estaba ansiosa por casarse con su guapo esposo. Desafortunadamente, él nunca apareció durante toda la ceremonia. Se convirtió en el hazmerreír de todos los invitados. En un ataque de rabia, salió con un extraño en su noche de bodas. Se suponía que iba a ser una aventura de una noche. Pero para su sorpresa, el hombre se negó a superarla. La persiguió incesantemente como si le hubiera robado el corazón esa noche. Camilla no sabía qué hacer. ¿Debería darle una oportunidad? ¿O simplemente mantenerse alejada de los hombres?
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
Ethan siempre consideró a Nyla una mentirosa, mientras que ella lo veía a él distante e insensible. Nyla había acariciado la idea de que Ethan la quería, pero se sintió fríamente rechazada cuando se dio cuenta de que su lugar en el corazón de él era insignificante. Como ya no podía soportar su frialdad, dio un paso atrás, solo para que él cambiara inesperadamente de actitud. Ella le desafió: "Si confías tan poco en mí, ¿por qué me tienes cerca?". Ethan, que antes se había comportado con orgullo, ahora estaba ante ella y le suplicó desesperado: "Nyla, he cometido errores. Por favor, no te alejes de mí".