Rosalie Murdoch quedó destrozada cuando su compañero y el alfa de la manada, Chris Reynolds, la traiciona tomando a alguien más. Con el corazón roto, ella tuvo una aventura de una noche con el alfa visitante, Alex Greyson. Horrorizada por los hechos, intentó escapar, pero fue reclamada por Greyson como su pareja. Sin embargo, Chris, su expareja, la quería de vuelta. Atrapada entre los dos alfas y con una inminente guerra de manadas. ¿Cuál será el destino de Rosalie?
"¿Por qué me estás haciendo esto?", grité, sujetándolo por el cuello. Con indiferencia, aquellos ojos que alguna vez me miraron con amor, ahora me devolvían una fría mirada. Eran como unos pozos sin fondo. Esto no podía ser real. ¿Acaso estaba en medio de una pesadilla? ¿Podría despertarme de ese doloroso sueño?
"Lo siento, Rosalie, pero no puedo tomarte como mi pareja. Sabes que no tuve elección en este asunto. Tengo que obedecer al Consejo".
"¡Pero yo soy tu pareja! ¿Cómo es que ellos tienen el derecho a decidir quién puede ser tu cónyuge? ¡Sabes bien que somos el uno para el otro! ¡Tu propio lobo lo sabe!", argumenté, limpiándome las lágrimas. Según las estrictas reglas de la manada, un Alfa solo podía emparejarse con un Alfa, o con un Beta de alto rango si surgía la necesidad. En mi caso, yo era una Omega, y aunque mi padre había sido ascendido a Beta, él todavía era un Omega de nacimiento, y yo también.
Aun así, a pesar de que mis esfuerzos eran inútiles, seguía aferrada a la esperanza de que se hiciera una excepción.
Sin embargo, los hermosos recuerdos y el sueño de una vida feliz junto a mi pareja desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. La escena parecía sacada de una película.
Mi compañero me estaba abandonando. Chris me miraba fijamente sin mostrar emoción alguna.
De pronto, la expresión de su hermoso rostro se suavizó un poco mientras intentaba meterse en mi cabeza.
"¡Deja de tratar de leer mis pensamientos!", espeté.
"No lo estoy haciendo, Riri. Solo estoy tratando de consolarte", susurró acercándose a mí, al tiempo que yo daba un paso atrás para mantener la distancia. No quería que me tocara porque no podría soportarlo.
"Por favor, no me pongas un dedo encima. Te ruego que no hagas esto más difícil". Yo ya estaba lo suficientemente furiosa, herida y destrozada como para aguantar más. "Y por favor, no vuelvas a llamarme Riri nunca más", gruñí.
"Pero todavía te amo", insistió, con dolor y anhelo en su voz. Con esto, dio un paso más para abrazarme. En este punto yo no tenía la energía para resistirme, así que apoyé la cabeza en su pecho y rompí en llanto. Él cerró sus grandes brazos alrededor de mi cuerpo, diciendo:
"Siempre te amaré, Riri, pero no de esa manera. No puedo tomarte como mi pareja. Tendré que rechazarte. Por favor, perdóname", me dijo al oído.
En vista de que mi loba se sometió al Alfa, no podía desafiarlo. Simplemente tenía que aceptar el rechazo incluso si eso significaba que el corazón se me rompería en pedazos.
Acto seguido, sentí sus labios besando mi frente y mis mejillas. Estaba derramando pequeños besos en toda mi cara. Luego, puso su mano en mi cabello y parecía estar a punto de besar mis labios cuando yo me aparté.
"¡No!", exclamé.
Mi reacción lo dejó un poco sorprendido y consternado. "Riri...", comenzó a decir, pero lo detuve.
"¡Dije que no! Ya no soy tuya, no somos pareja. No puedes tocarme, Chris Reynolds". Dicho esto, lo empujé.
"No era mi intención hacerte daño, Riri...".
"Ya has hecho suficiente, señor Alfa. Esto se acabó. Acepto tu rechazo, señor Reynolds", dije con solemnidad, haciendo una reverencia. Él me dedicó una mirada que denotaba no estar esperando esa respuesta.
Por mi parte, corrí hacia el bosque sin mirar atrás. En el camino mi ropa se rasgó mientras cambiaba de forma a mi loba blanco plateado, hasta llegar a la cima del acantilado más alto, en el que aullé en la oscuridad de la noche.
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Joelle pensó que podría cambiar el corazón de Adrian después de tres años de matrimonio, pero cuando se dio cuenta de que ya pertenecía a otra mujer, ya era demasiado tarde. "Dame un bebé y te liberaré". Sin embargo, el día en que Joelle se puso de parto, Adrian viajaba con su amante en su jet privado. "No me importa a quién ames. Ahora ya he pagado lo que te debo. A partir de ahora, no tenemos nada que ver el uno con el otro". No mucho después de que Joelle se fuera, Adrian se encontró suplicando de rodillas: "Por favor, vuelve conmigo".
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Jacob Morgan se ve obligado a contraer matrimonio por obligación su única intención es salvar su compañía de la bancarrota asumiendo el liderazgo de las empresas Morgan, puesto que es batallado por su primo Derek, a regañadientes acepta un encuentro orquestado por su madre con Natalia Redmond de inmediato queda prendado por la belleza de la dulce e inocente chica, pero rápidamente se da cuenta que sus exigencias no serán bien recibidas por la joven cuyo carácter obstinado se convierte en la horma de su zapato, lo que ignora Jacob es que Natalia oculta sus verdaderas intenciones al aceptar el matrimonio. Muchos secretos, muchas intrigas y muchos obstáculos. ¿Qué pasará cuando Jacob descubra la verdadera razón por la que Natalia acepta ser su esposa?
Pensé que mi matrimonio podría seguir adelante. El amor platónico también era amor, ¿sí? Pero, estaba totalmente equivocada. Resultó que mi marido no tenía nada malo de cuerpo, todo esto solo porque no fui de su gusto. Conmigo, era un hombre anormal en la cama. Pero con mi madre, ¡podría hacer todo lo que ella deseaba! Y el día, ¡los encontré en la cama juntos! Sin querer afrontar a ellos, decidí saltar del puente. Pero un desconocido me impidió, y me ofreció una propuesta especial. Y yo la acepté, y le entregó mi primera vez por capricho. Después de una noche loca, hui de su casa pensando que nunca volvería a encontrarnos. Luego fui a la fiesta de compromiso de mi tía, y ella hizo alarde de su fiancé frente a mí. Pero este era el mismo desconocido que pasó la noche conmigo. ¡¿Y él pronto sería mi tío político?!