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¿Qué sucede cuando necesitas dinero con urgencia o perderás todo por lo cual has luchado en tu vida? ¿De qué eres capaz para salvar lo único que posees?... Erika es una chica de veintiséis años que ha estado sola prácticamente toda su vida, nunca conoció a su familia, fue abandonada con tan solo tres años y dejada en las puertas de un orfanato. Allí permaneció hasta la edad de dieciocho años. Luego de eso comenzó a trabajar de manera incansable hasta hacerse de un pequeño, pero lujoso departamento en la ciudad de New York, allí con lo poco que tenía era feliz. Pero nada dura para siempre, la empresa para la cual trabajaba se fue a la quiebra y se quedó en la calle. Luego de meses tratando de encontrar trabajo en vano. Se ve obligada a aceptar un empleo que le ofrece un viejo amigo, siendo esta su única opción para no quedar en la calle. Lo que menos se imaginaba era que su vida cambiaría para siempre.
Horribles e incesantes golpes en mi puerta me despiertan muy temprano, tapo mi cabeza con la almohada para seguir durmiendo, pero mi visita insiste en tumbarme la puerta.
- ¡¡Ya voy!! - grito frustrada desde la cama asustando a mi compañero que se pone a ladrar. Me levanto como un zombi y lavo mi cara para despertarme por completo, recojo mi cabello y me arreglo un poco antes de abrir.
- Hola... - le digo al uniformado frente a mí, que me mira como si fuera un bicho raro.
- Buenos días señora, vengo de parte del banco, esta es la última oportunidad que tiene de pagar sus cuotas atrasadas o deberá abandonar el local. - la noticia me llega como un balde de agua fría y parpadeo varias veces a ver si escuché mal.
- ¿Pero... cómo que lo voy a perder? - Me atraganto con mis propias palabras.
- Ya debería saberlo, tiene siete meses de atraso en el pago y sabe cómo es el banco de exigente, el acuerdo decía que este año si terminaba de pagar el dinero le entregaríamos los documentos legales de la propiedad, pero no podemos seguir omitiendo que nos debe mucho dinero... este es un departamento muy costoso para alguien que no tiene trabajo... reconsidérelo. - me dice con un tono arrogante y aprieto mis puños por la impotencia.
- ¿Cuánto tiempo tengo de plazo para pagar?
- Solo un mes señorita, lo siento mucho, por favor firme aquí. - me entrega unos documentos y los tomo con las manos temblorosas.
- Vale... - trago grueso el nudo que se forma en mi garganta y firmo el documento. Sin decir una sola palabra más me da la espalda y se larga.
Me dejo caer hasta el suelo cuando cierro la puerta y lloro abrazando mis piernas contra mi pecho. Axel baja sus orejas y cola echándose a mi lado, como si entendiera lo que me pasa. Hace ocho meses que la empresa donde trabajaba quebró por la crisis que hay en el país, hay desempleados por todas partes y los precios cada vez están peor, desde entonces he buscado trabajo sin éxito ninguno, ya se agotaron mis reservas y ahora también perderé mi departamento.
- No puedo quedarme en la calle. - digo en voz baja y quito las lágrimas de mi cara. Podría recurrir a Laura, mi compañera y mejor amiga del orfanato, pero no quiero ser una carga para ella, suficiente tiene con sus problemas para que cargue también con los míos.
- ¿Qué rayos voy a hacer ahora? - me pongo de pie caminando a mi cuarto. Solo se que prefiero quedarme en la calle y morir de hambre a trabajar de forma indecente, eso nunca lo haría.
Una semana después:
Los repletos estantes del centro comercial me deprimen, no puedo permitirme hacer compras como las hacía antes, termino de tomar la comida de Axel de la sección de mascotas y algunas personales cosas para mí.
- Lo siento... - dice un señor a mi espalda cuando su carrito de compras me atropella.
- No se preocupe. - me volteo para encontrar la enorme sonrisa de Joseph, mi antiguo instructor en la academia de defensa personal donde recibí clases desde los diez años.
- Maestro, que alegría verlo. - lo abrazo con entusiasmo.
- Hace años que no sé nada de ti Erika, ¿Cómo estás? - me dice sin dejar de sonreír.
- Estoy bien ¿qué tal si esperas que pague esto en la caja y hablamos un rato en el parque que está enfrente? - Asiente con la cabeza y me dispongo a pagar.
- ¿Y qué ha sido de su vida? ¿Ya se retiró de las luchas? - le pregunto cuando nos sentamos en uno de los bancos del lugar.
- No que va, me retiraré de eso el día que no pueda levantarme de una silla, ahora dirijo una agencia de guardaespaldas. Hace tres años me casé, ahora tengo dos bebés hermosos con Paula, no sé si la recuerdas, era mi asistenta. - dice con orgullo.
- Claro que la recuerdo y me alegra mucho saber que te va bien, te lo mereces. Yo visito a las hermanas del orfanato a menudo siguen siendo mi única familia.
- Lo se florecita... - dice y me saca una sonrisa.
- No me llamabas así desde los diez años. - se me hace un nudo en la garganta al recordar aquellos tiempos.
- Dejé de hacerlo porque en ese entonces dejaste de ser una delicada y temerosa florecita para volverte una chica fuerte y valiente. - toma mi mano y da un beso en el dorso.
- Nunca lo hubiera hecho sin ti...
- Tonterías, si lo hubieras hecho, yo solo te di un empujoncito... - se ríe - ¿Sabes? te llamé así de nuevo porque te noto triste y frágil... ¿Quieres contarme lo que te sucede? - Bajo la mirada al suelo y le cuento lo que me tiene tan mal.
- Oh linda cuanto lo siento. - me dice y me da un abrazo.
- Estoy desesperada Joseph, necesito un trabajo lo antes posible. - limpio mis lágrimas.
- ¿Aun eres buena en lucha o estás oxidada? - levanta la ceja con una sonrisa.
- Eso es una falta de respeto a tu mejor estudiante... sigo igual de hábil que antes. - le dedico una sonrisa de suficiencia.
- Entonces creo que puedo ayudarte con tu problema, ayer me llegó la solicitud de un cliente que necesita un nuevo guardaespaldas, ponte en contacto con él.
- No me lo puedo creer, joder... mil gracias. - lo vuelvo a abrazar con lágrimas en los ojos.
- Mira esta es mi tarjeta para que estemos en contacto y esta es la del cliente, debes decir que vas de parte de "The agency of YOUNG bodyguard"
- No tengo palabras para decirte lo agradecida que estoy, cuando me den respuesta del trabajo me pongo en contacto contigo. - le digo tomando ambas tarjetas y luego de un rato hablando me despido con dos besos en la mejilla.
Continuará...
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Kimberly Holden volvió a su vida anterior. Antes, ella fue defraudada por su esposo infiel, acusada falsamente por una mujer vil y acosada por su familia política, ¡lo que llevó a su familia a la bancarrota y ella misma se volvió loca! Al final, embarazada de nueve meses, murió en un accidente de auto, mientras que los culpables se hicieron ricos y llevaban una vida feliz. Ante la segunda oportunidad que le regaló el destino, Kimberly estaba decidida a vengarse. ¡Que todos sus enemigos se vayan al infierno! Ella se deshizo del hombre infiel y su amante, reconstruyó la gloria de su propia familia sin ayuda de nadie, llevando a la familia Holden a la cima del mundo de negocios. Sin embargo, no esperaba que el hombre frío e inalcanzable de su vida anterior tomó la iniciativa para cortejarla: "Kimberly , no tuve la oportunidad en tu primer matrimonio, el segundo siempre será mi turno, ¿verdad?".
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
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