Historia +18 muy hot🔥 🔥 🔥 Soy una ginecobstetra a la que le encanta su trabajo y para quien lo más importante son sus pacientes. Además, soy una mujer fuerte y muy segura de sí misma que está a una sola semana de precasarse por lo civil con el amor de su vida. Sólo tengo un pequeño complejo, Juan siempre mira embobado los escotes de todas las demás, pero el mío no. ¿Que tengo un pequeño complejo? ¡Pues ya no!, me he operado el pecho en secreto para sorprender a mi futuro marido. Pero de golpe y porrazo Juan rompe conmigo dejándome destrozada y con el corazón roto sin haberse percatado siquiera del cambio en mi busto. Elena, mi mejor amiga, viene a rescatarme y me lleva para distraerme a casa de Andrés para cenar y charlar un poco. La velada está funcionando como Elena espera, llevo un par de horas sin pensar en Juan y divirtiéndome, pero entonces siento la necesidad de ir al lavabo. Allí veo algo que no debería haber encontrado. ¿Qué hago ahora? ¿Salgo huyendo de la casa? ¿Vuelvo al salón con Elena y Andrés como si nada hubiera pasado? ¿O hago algo totalmente inesperado y sorprendente? Y, lo más importante. ¿Qué será lo que he visto? A partir de este momento, empiezo a hacer uso de una terapia un tanto inusual, dando un giro radical a mi vida. Después de todo tengo que arreglar mi corazón roto... Ahora ya no confío en los hombres, lo único que me interesa de ellos es lo que tienen entre las piernas, incluso he creado una regla de oro para no correr el riesgo de enamorarme: "No más de una vez con cada chico con el que esté". ¿Seré capaz de cumplir mi regla de oro? Y, ¿cuánto tiempo podré seguir así?
Completamente desnuda, es justo como me voy a plantar ahora mismo delante de ese pedazo de bombón.
¿El por qué? Pues muy fácil, quiero practicar sexo y estrenar mis pechos recién operados con él. Quiero que Andrés sea el primer hombre que los vea, los toque, los acaricie, los bese y los muerda. Ya hace un mes que me hice la mastopexia para sorprender a Juan, pero el muy imbécil ni siquiera se ha dado cuenta. Justo por eso necesito que sea un hombre el que me dé su opinión sobre el cambio en mi busto, y la verdad es que el bombón de Andrés me viene perfecto.
Por eso mismo le he dicho a Elena que me ayude a bajarme la cremallera del vestido, ya que yo sola no la alcanzo porque está en la espalda, y después le he pedido que le ponga cualquier excusa a su amigo para irse de esta casa y dejarnos solos.
Así que no voy a perder más el tiempo, ahora que vuelvo a estar sola en el baño me quito el vestido y el tanga, y cuelgo ambas prendas en el gancho de detrás de la puerta. Ahora me doy cuenta de lo bien que hice en hacerme la depilación láser para poder estar siempre lista cada vez que hubiese una oportunidad de intimar con mi ex, pues estoy lista para lo que pretendo hacer con Andrés.
Lo único que me quedo puestos son mis zapatos de tacón de aguja negros, y abro el pestillo después para volver al salón.
-Ah no, lo olvidaba -Me agacho ante el armarito del lavabo, abro la puerta, aparto a un lado los rollos de papel higiénico, retiro la pequeña toalla que tapa el objeto que quiero sacar y extraigo la vagina de silicona que Andrés tiene aquí guardada-. No te puedes ir sin esto, Jacqueline.
Esa vagina artificial tiene un tacto suave y al mismo tiempo firme, pero muy extraño. No es piel humana y, evidentemente, debajo no hay músculo ni huesos, pero lo cierto es que se le parece muchísimo, y eso sumado al diseño realista que tiene la hace parecer un órgano genital femenino de verdad.
¿Será real feel como muchos de los objetos que se compran en los sex shops? Yo nunca he estado en un establecimiento de ese tipo, pero mi amiga Elena siempre ha sido muy promiscua y nunca ha tenido ningún reparo en contarnos a Mónica y a mí los pormenores de sus encuentros sexuales, ni tampoco la cantidad de juguetes sexuales que, o bien se ha comprado en un sex shop, o bien se va a comprar.
Bueno, pues voy a salir de dudas, a ver si esta vagina de silicona es real feel o no. Pero será mejor que primero vuelva a echar el pestillo...
Seguro que nunca vuelvo a tener una oportunidad como esta, pues estoy completamente segura de que no voy a volver a ver una vagina de silicona tan de cerca nunca más en la vida. Este objeto dista mucho de parecerse a los maniquís de plástico con los que practicábamos en la universidad...
Introduzco los dedos índice y corazón en la cavidad de la falsa feminidad. Lógicamente, no lo hago por morbosidad insana ni nada por el estilo, lo hago porque soy ginecobstetra y estoy más que acostumbrada a realizarles tactos a mis pacientes, lo único que quiero comprobar es hasta qué punto esta copia se parece al original.
Lo primero que observo es la forma en que los labios se separan para dejarme pasar, dando la impresión de ser reales, y la pequeña protuberancia que hay en la unión superior de estos imitando el clítoris. Lo siguiente de lo que me percato es que la rugosidad del Interior imita perfectamente la fibromusculatura elástica de una vagina real, si omitimos el hecho de que no presenta la humedad que, por norma general, presentan todas las mujeres en su intimidad, ni el calor que desprende una vagina humana. La verdad es que este objeto artificial está muy frío en comparación, lo cual es normal teniendo en cuenta que, aunque en la casa de Andrés hay una temperatura muy agradable, estamos en invierno y la temperatura de la calle ronda los cinco grados.
Lo primero seguro que se arregla con un buen lubricante y lo segundo...¿Calentándola un rato en el microondas? ¿Metiéndola en agua caliente? La verdad es que no tengo ni idea...
Bueno ya, estoy perdiendo el tiempo. A lo que iba, ahora mismo voy a plantarme completamente desnuda delante de Andrés, tal como Dios me trajo al mundo. O tal como lo habría hecho María, mi madre biológica, si no hubiese fallecido en un trágico accidente antes de poder darme a luz después de que la ex de mi padre decidiese embestirlos con el coche en el mismo momento en que se dirigían al hospital, lo que causó la muerte de los tres. Pero esa es una historia muy trágica que ya os contaré más adelante, pues ahora mismo no viene al caso.
Abro el pestillo de la puerta de nuevo y camino por el pasillo con la vagina de silicona en la mano vestida únicamente con mis zapatos negros de tacón de aguja, procurando que estos no hagan demasiado ruido. Andrés está trasteando en la cocina, por lo que tengo tiempo de colocarme de la manera más provocativa que se me ocurra para recibirle antes de que él vuelva al salón.
Lo primero que se me ocurre es sentarme en el sofá, con las piernas cruzadas de manera elegante y depositar la vagina de silicona en el asiento junto a mí, pero no me parece una posición lo suficientemente provocativa, por muy desnuda que yo esté.
Cambio de postura rápidamente, separando mis piernas para dejar mi intimidad al descubierto, ¿pero entonces qué papel tiene la vagina artificial en todo esto? Además, acabo de darme cuenta de que el sofá no es el mejor lugar, pues al sentarme en él quedo de espaldas a la puerta, por lo que ese pedazo de bombón no se dará cuenta de que estoy desnuda hasta que no haya bordeado toda la mesa.
No, lo que yo quiero es que al entrar en el salón Andrés se dé cuenta de que estoy completamente desnuda, quiero ver su reacción y quiero que la vagina de silicona que sin pretenderlo he encontrado en el mueble de su baño juegue un papel importante en ese momento.
Pues ya está, ya lo tengo, me voy a sentar en la misma mesa de cara a la puerta, con las piernas abiertas y la vagina de silicona encima de la mía propia. De esta manera el objeto en cuestión jugará un papel importantísimo, y podré estudiar la expresión de la cara de Andrés desde el segundo uno.
Espero no haberme pasado de atrevida, pues nunca en mi vida he hecho algo como esto. Yo siempre he sido una mojigata en todo lo concerniente al sexo y al amor, y hasta esta misma mañana estaba felizmente comprometida con Juan, pero eso ya os lo contaré después. Seguramente, las copas de vino que he estado bebiendo tienen mucho que ver, pero por una vez en mi vida voy a bloquear a mi cabeza y a mi corazón, y voy a escuchar solamente lo que me pide mi cuerpo.
-He sacado otra bandeja de aperitivos -dice Andrés que viene hablando por el pasillo con una bandeja en las manos- para pasar mejor el vino, que ahora que se ha tenido que ir Elena va a ser mucho vino para solo dos personas. Ahora que con el estómago lleno ya es otra...
Cuando Andy entra en el salón y me ve se queda boquiabierto, totalmente paralizado. Alterna la mirada entre la vagina de silicona y mis senos, sin siquiera atreverse a pestañear.
-Jacqueline, ¿qué estás...? -pregunta incrédulo.
Dirijo una rápida mirada a su entrepierna y me doy cuenta de que se empieza a adivinar un pequeño bulto. Tal como yo esperaba, le estoy excitando, y eso me hace sentir muy bien.
-¿Cuál de las dos crees que te dará más placer? -pregunto seductoramente para que deje de hablar.
En ese momento suelto la vagina de silicona sobre la mesa y abro aún más las piernas, dejando al descubierto toda mi desnudez.
-¿Ehm? Bueno... Esto... Pues... -balbucea el pobre.
Rápidamente me levanto y le quitó la bandeja de aperitivos que trae de las manos.
-Dejemos esto aquí, -susurro- nos van a hacer falta después.
Al soltar la bandeja con los aperitivos en la mesa me inclino hacia atrás, de tal manera que rozo mi trasero desnudo con su entrepierna, notando que el bulto de su pantalón aún ha crecido mucho más.
No, no, no, no, no. Qué va, esto así no está bien contado. Dicho de esta manera da la sensación de que soy igual de promiscua que Elena, y quedo como una sucia buscona, una furcia o algo aún peor... Dicho de esta manera parece el inicio de una película de contenido para adultos, y además de las baratas.
Las cosas sacadas de contexto siempre dan lugar a malinterpretaciones. No, definitivamente va a ser mejor que empiece a contar la historia desde el principio.
La pobre sirvienta sin familia ni dinero es rescatada por el CEO de una importante empresa de infraestructuras que opera por todo el país del prostíbulo en el que había acabado justo a tiempo de que ella pudiese complacer a ningún hombre. Con un uniforme bastante peculiar es obligada a servir en su casa, y a servirle a él en toda clase de juegos sexuales
Jacqueline nunca ha soportado a los violadores, como ginecóloga ha tenido que atender a innumerables víctimas de violación, muchas de ellas atroces (con mordiscos y mutilaciones como fue el caso de Lilian o la paciente 3619), a veces incluso a niñas. Tras sufrir ella misma varios intentos de violación que, gracias a dios, no llegaron a buen puerto, y conseguir meter al violador en serie más famoso de la ciudad en la cárcel, ha decidido utilizar sus conocimientos de artes marciales y de defensa personal para barrer cada noche los bajos fondos de la ciudad en la que vive buscando acabar con la lacra de depravados y desalmados que tienen a las mujeres aterrorizadas. Se ha convertido en LA GUARDIANA, con su moto recorre las calles de la ciudad en busca de mujeres a las que proteger, y en EL AZOTE DE LOS VIOLADORES. Palomy Pla
A Jacqueline acaban de romperle el corazón. Juan era su novio y ahora ella está destrozada. Elena, su mejor amiga, va en su rescate y la lleva para distraerse a casa de Andrés para cenar y charlar un poco. La velada está funcionando como Elena espera, Jacqueline lleva un par de horas sin pensar en Juan y divirtiéndose. Pero entonces siente la necesidad de ir al lavabo. Allí ve algo que no debería haber encontrado. ¿Qué hará ahora? ¿Saldrá huyendo de la casa? ¿Volverá al salón con Elena y Andrés como si nada hubiera pasado? ¿O hará algo totalmente inesperado y sorprendente? Y, lo más importante. ¿Qué será lo que ha visto? A partir de este momento, Jacqueline empieza a hacer uso de una terapia un tanto inusual, dando un giro radical a su vida. Después de todo tiene que arreglar su corazón roto. Con la ayuda de Elena y de Mónica, ¿lo conseguirá? Descúbrelo leyendo su historia.
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