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"Crista es una alquimista glacial de 17 años que trabaja en un circo en las afueras de Bariloche. Donde vive su vida de adolescente junto a sus demás compañeros, conformando el Circo Couleurs. Comandado por el maestro de ceremonias y el padre postizo de todos, quien se encarga de cuidarlos y que reciban una vida normal, con alegrÃas y tristezas, desarrollando a la vez sus poderes alquÃmicos. Sin embargo, cuando el verano comienza a dejar Bariloche para darle paso al otoño, un nuevo circo aparece en la ciudad buscando competir con ellos. Pero, lo que Crista y sus compañeros no saben, es que aquel circo guarda un gran secreto que tendrá relación con los pasados de estos alquimistas adolescentes y donde Crista encontrará su nuevo amor. Edad sugeridad +18. Contiene escenas de sexo y violencia. Circo ha sido creado por Inercia, un autor oficial de eGlobal Creative Publishing."
LIBRO UNO: CIRCO.
Alquimia: es la ciencia que transforma la materia. Nada sale de la nada, nada se destruye ni nada se crea, en todo caso se transforma o se descompone.
Alquimistas: Son quienes llevan a cabo aquella ciencia, pueden hacerlo a través de su energÃa vital o a través de sÃmbolos que se lo permitan.
Piedra filosofal: Piedra legendaria entre los alquimistas. Un mito o leyenda. Puede darle poder e inmortalidad, pero para obtenerla hay que sacrificar algo de un gran precio.
El verano se alejaba dejando paso al otoño, con un nuevo despertar ese año. Las montañas se veÃan imponentes desde lejos y las conÃferas llenaban los caminos con sus hojas, que habÃan cambiado de color. El verde vivo se habÃa convertido en amarillo anaranjado, en la mayorÃa de los casos, y en rojo, en los otros.
Los habitantes de Bariloche estaban felices, luego de un verano lleno de ilusiones, se preparaban para un otoño lleno de sorpresas.
Crista miraba con atención el paso de las hojas y las montañas a lo lejos esperando con anhelo el invierno. QuerÃa ver, como lo hacÃa siempre desde todos sus diez y siete años, la nieve y el agua congelada que jamás dejaba de sorprenderla. El hielo y el frÃo cautivaban su alma desde que habÃa nacido, y con entusiasmo, rendÃa honor a su nombre, controlando el hielo, a través de la alquimia. Su amor por este elemento la llevó a practicar el arte de la transmutación o transformación (como preferÃa decirle), y asà se convirtió en una alquimista glacial.
Su cabello negro como el carbón, pero brillante y suave, volaba con el viento que atravesaba un pequeño cerro desde el cual ella miraba también la ciudad. Sus ojos celestes pálidos y con una pupila bien definida, como la de un perro siberiano, pero dulce e inteligente, se encontraban entrecerrados por la luz blanquecina del Sol que llenaba el ambiente de una calidez que se iba de a poco y resaltaba los colores derredor.
-¡Crista! ¡Debemos volver!-La llamó de inmediato, su compañera y amiga del Circo, Almendra, quien se habÃa acercado hasta ella para avisarle que el maestro de ceremonias la llamaba.
Crista se sacudió el saco rosa lleno de hojas rojas y se dirigió hasta Almendra. Esta última, la miró expectante con sus ojos pardos, tratando de adivinar que se le pasaba a Crista por la cabeza, pues, a pesar de que miraba el tiempo con anhelo desde que la conocÃa, sus ideas y pensamientos variaban. Algo bastante raro a comparación del elemento que controlaba, ya que, el hielo llevaba un ciclo de derretimiento y congelación que era cÃclico y nunca cambiaba.
Luego de que Almendra se rindiese ante la espera de alguna palabra de su misteriosa compañera, se quitó con un suave impulso de sus poderes alquÃmicos las hojas que llenaban su cabello rubio y le hizo un ademán a Crista para que volvieran al trabajo.
Las dos caminaron por el sendero ondulado que las conducÃa hasta la carpa, luego de pasar la fila de cabañas de madera en donde cada uno de los integrantes del Circo Couleurs, vivÃa.
La carpa del Circo, medÃa cuatro metros de alto y poseÃa tres puntas, una más grande en el medio y otras dos más pequeñas en sus extremos. El color de la carpa variaba dependiendo la estación del año, y como el otoño ya estaba en marcha, los colores eran amarillo pastel, rojo y naranja, haciéndole honor. A su vez, un gran cartel anunciaba el nombre del Circo en letras grandes y el lugar estaba adornado de guirnaldas con luces, que de noche se prendÃan para iluminar el ambiente, dándole colorido con pequeños cristales de colores frente a los focos. Aquella idea, habÃa surgido de Crista luego de transformar colorantes naturales, de flores y frutas, con hielo, formando pequeños cristales de colores, que habÃa enterrado en la nieve de las montañas mientras jugaba con los pequeños niños de los alrededores.
Almendra y Crista entraron agazapadas dentro de la parte trasera de las carpas y se dirigieron hasta los vestuarios.
-Almendra ¿Dónde está mi vestido?-Preguntó Crista, mientras revolvÃa en su cajón de madera que ella misma habÃa fabricado con sus poderes.
Almendra se dio la vuelta, mientras se ponÃa la vestimenta ajustada de color verde en forma de hojas con lentejuelas, y le alcanzó el vestido.
-Lo habÃas dejado al lado del mÃo ayer ¿No te acuerdas? Tú misma decidiste ponerlo ahà para no tener que buscar en tu gran cajón-Exclamó con paciencia ante la poca atención de su amiga.
Crista se encogió de hombros sin responder y comenzó a vestirse.
Pronto, la función estarÃa por comenzar.
Los violines comenzaron a sonar y las luces se prendieron centrándose en el maestro de ceremonias que estaba a punto de dar comienzo a la función.
-¡Bienvenidos! Niños, niñas y adultos a la función del Circo Couleurs. Prepárense para asombrarse y deleitarse con un espectáculo que fascinará a cualquiera que haya perdido la alegrÃa y hasta a quienes aún la sigan conservando como el primer dÃa...-Siguió diciendo el maestro mientras Crista le echaba un vistazo a la gente detrás de los telones.
-Dentro de poco te toca-Le dijo Aeris a Crista mirándola sentada desde una silla dándose los últimos retoques de su maquillaje blanquecino, como la alquimista de la brisa.
-Lo sé-Le dijo ella tranquila. No era la primera función desde que se estrenaba ese espectáculo del Circo. Sin embargo, para Crista ningún dÃa era igual que otro, lo mismo que pasaba con sus ideas y pensamientos.
-Suerte-Le dijo Feuer el alquimista de fuego. Uno de los alquimistas más importantes del Circo Couleurs, por su gran control de las flamas en el escenario, pues, su habilidad residÃa en lanzar fuego por la boca y la elaboración de fuegos artificiales para las funciones nocturnas.
Crista miró con atención a Feuer que le devolvÃa una hermosa mirada, segura, de color ámbar, mientras su cabello castaño resplandecÃa con las luces que iluminaban esa parte de la carpa.
Él, era uno de los más aclamados por el público que iba a ver la función seguidamente. Además claro, de las y los adolescentes que se dejaban deleitar no solo por sus ojos y habilidad con el fuego, sino con su esbelta pero fuerte figura y sus rasgos sutiles pero varoniles.
-Gracias-Le dijo ella con una sonrisa y luego se volvió hacÃa el telón.
-¡Que lo disfruten!-Concluyó el maestro de ceremonias en una voltereta hacÃa atrás desapareciendo detrás del telón con las luces apagadas.
Una luz blanca con una tonalidad azulada se reflejó en el centro del escenario iluminando a Crista que vestÃa un hermoso vestido de bailarina clásica, de color blanco, con pequeños detalles de lentejuelas de color celeste en forma de copos de nieve sobre el torso.
Crista tomó aire, cerrando sus ojos pintados de azul y sus labios de rojo, y luego lo expulsó mientras comenzaba a elevarse en una montaña de hielo, la cual salÃa de una pileta llena de agua que ella estaba congelando en el momento. Los violines comenzaron a sonar y varias luces se encendieron mostrando a niñas pequeñas con un atuendo parecido al de Crista y comenzaron a bailar a su alrededor.
Ella bailó en puntas de pie sobre la superficie del hielo y luego, al extender su mano hacia el público un tobogán de cristal se abrió paso frente a ella. Bajó mientras daba vueltas sobre sà misma y casi llegando al final, hizo una voltereta hasta caer frente al público, mostrándoles una sonrisa misteriosa y encantadora.
Los espectadores se sorprendieron y ovacionaron con fuerza, mientras las pequeñas bailarinas se reunÃan en torno a Crista.
Entre el público un joven espectador miraba con sorpresa a la joven protagonista, mientras actuaba sobre el escenario defendiendo a las pequeñas criaturas del lanzafuego, Feuer, quien derretÃa todo a su paso.
Crista se interpuso entre Feuer, y las niñas, lanzándole pequeñas montañas de hielo que él esquivaba en saltos, mortales y volteretas, mientras la música de los violines cada vez se hacÃa más intensa y una voz lÃrica se sumaba a la escena.
Al instante, Aeris pasó volando sobre ellos tratando de lanzarle ataques a Feuer con sus ráfagas de viento premeditadas que hizo volar apenas el cabello de los espectadores.
Unas risas se escucharon cuando un poco de brillantina se desparramó por la carpa y cayó en la cabeza de todos los que allà estaban. Los niños siempre eran quienes más lo disfrutaban.
Sin embargo, Feuer seguÃa con su danza y ataques, mientras Crista llamaba a la ayuda de Almendra quien con sus plantas acurrucó a las niñas y trató de envolver en un gran tronco a Feuer, que cada vez avanzaba más y más.
El tronco fue quemado en toda su extensión y un péndulo gigante, hecho por el alquimista de hierro y metal fundido, se posó sobre el escenario entre, Crista y Feuer, que luchaban con sus ataques mientras este iba de un lado a otro. El ritmo cada vez era más rápido y Feuer se estaba acercando a Crista.
El joven espectador de cabello rubio y ojos verdes, miraba con atención el espectáculo mientras apretaba con fuerza el folleto del Circo entre sus manos.
Era fuego y hielo, copos y chispas, naranja y blanco... Hasta que el choque de los dos fue en iguales partes y el resplandor de las llamas encandiló a los espectadores. Luego, una lluvia de copos de nieve comenzó a caer sobre las personas y llegó el final.
Crista lo miró con amenaza, pero Feuer se acercó hasta ella. La tomó de la cintura y fundió sus labios con los de ella.
Las ovaciones comenzaron desde la parte cercana al escenario y luego fue extendiéndose por los rincones.
Crista y Feuer se separaron y saludaron con una sonrisa al público.
Ella miró a la gente con sus ojos celestes llenos de alegrÃa y no pudo evitar fijarla sobre un espectador en particular. El cual, al notar su atención posada en él, se fue inmediatamente de la carpa dejando a Crista desconcertada...
Heben salió rápidamente de la carpa, pero luego se quedó en el lugar.
Pensativo.
Por un instante, los ojos de Crista, su nueva enemiga, lo habÃan ¿AtraÃdo?
Sacudió la cabeza ligeramente ante esa sola mensión.
Debe haber sido mi imaginación, pensó, mientras se sumÃa en el bosque, a la espera, como un lobo que está por cazar a su presa...
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