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Mi Esposo Es Un Billonario

Mi Esposo Es Un Billonario

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Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.

Capítulo 1 Casarse como una sustituta

Era un caluroso día de verano. El aguacero parecía volver más húmedo al tiempo, y el autobús estaba lleno de gente.

Janet Lind salió del autobús con su equipaje. Mientras miraba a su alrededor, su mirada se posó en Bernie Lind, quien estaba parado a la salida de la estación. Parecía mucho mayor ahora, y su cabello se había vuelto gris. "Papá", llamó ella, mordiéndose el labio.

"Vámonos a casa. Tu mamá ha cocinado tu comida favorita por tu regreso", dijo Bernie con una sonrisa, mientras las esquinas de sus ojos se llenaban de arrugas. Luego, le quitó la maleta a su hija y la puso en el maletero.

La respiración de Janet vaciló.

Bernie y Fiona Duncan no eran sus padres biológicos. Habían adoptado a Janet, pero la pareja había dejado de preocuparse por ella después de tener a su propia hija.

Janet sabía muy bien que Bernie solo la estaba tratando con tanta amabilidad y entusiasmo porque él y su esposa esperaban que ella se casara en lugar de su hermana.

El auto atravesó el bullicioso centro de la ciudad y entró a una lujosa comunidad de villas.

La ciudad de Seacisco había cambiado mucho durante los últimos años.

Bernie abrió la puerta y entró a la villa con la maleta de Janet, quien lo siguió.

Apenas ella pisó la alfombra, una criada empezó a gritar. "¡Oh, Dios! ¡Vete! Estás ensuciando la alfombra. Acabo de cambiarla hoy. ¡Mira tus zapatos! Están cubiertos de barro. Lo has arruinado todo".

Janet retrocedió ante aquella voz ensordecedora.

Cuando salió de la casa para mirar sus zapatos, frunció el ceño al darse cuenta de que no estaban sucios.

La criada solo había querido insultarla.

En ese momento, un suave sonido de pasos resonó por toda la villa.

Jocelyn Lind descendió las escaleras, retorciendo un mechón de cabello alrededor de su dedo mientras miraba felizmente hacia la puerta. Sin embargo, su sonrisa se congeló en el momento en que vio a Janet.

No había visto a su hermana en varios años, ya que sus padres la habían dejado en el campo para que la criaran otras personas. De repente, sintió una punzada de celos porque Janet se había vuelto más bella. Jocelyn siempre había estado celosa de ella y la despreciaba por ser la hija más bonita. La distancia entre las dos se había ensanchado con el pasar de los años.

De inmediato, Jocelyn fingió una sonrisa y se volvió hacia la criada. "¿Por qué no dejaste entrar a mi hermana?".

"Sus zapatos estaban cubiertos de barro", respondió ella con disgusto.

"No importa. Tendrás que dejarla entrar aunque se haya convertido en una mendiga sin hogar. De lo contrario, ¿cómo podremos hablar de negocios?", preguntó Jocelyn burlonamente.

Luego, se dio la vuelta y caminó pavoneándose hacia la sala, sin molestarse en mirar a Janet.

Así que la criada fue al zapatero, sacó un par de cubiertas de zapatos del cajón y se las arrojó a Janet. "Te sobreestimas mucho a ti misma, ¿no?", espetó maliciosamente. "¡Póntelas antes de entrar a esta casa!".

Sus insultos atravesaron el corazón de Janet. No obstante, se puso las cubiertas de plástico y miró hacia arriba con los ojos iracundos.

No podía discutir con ellos antes de recibir el dinero.

Hasta ese momento, Janet había perdido totalmente el apetito, por lo que no comió mucho la cena.

Fiona se sentó a su lado, luciendo tan deslumbrante como siempre, incluso en sus cincuenta. "Ya que te has decidido, mañana será la boda. ¿Está bien?".

Janet dejó el cuchillo y el tenedor para mirarla. "Primero quiero confirmar un detalle: ¿Me darás el dinero justo después de que tomé el lugar de Jocelyn y me case?", preguntó.

Mañana contraería matrimonio por dinero. Era una decisión que cambiaría su vida. Por lo tanto, quería estar segura de todo antes de aceptar.

Bernie y Fiona no habían logrado tener hijos durante varios años después de su matrimonio; y como pensaron que nunca podrían concebir, adoptaron a Janet. Sin embargo, unos años más tarde, Fiona quedó embarazada y tuvo a Jocelyn.

Fue entonces cuando ella empezó a despreciar a Janet y se volvió más parcial hacia su propia hija. Ya no sentía la necesidad de tener una hija adoptiva, pues había dado a luz a una hermosa niña. Por lo tanto, le pidió a Bernie que dejara a Janet en el campo, donde viviría con Hannah, su antigua criada.

Hannah había sido una fiel sirvienta de la familia Lind antes de jubilarse. Había criado sola a Janet, y ambas eran como abuela y nieta. Tres meses atrás, a Hannah le diagnosticaron cirrosis hepática avanzada, y ahora necesitaba un trasplante de hígado. El procedimiento era costoso, por lo que necesitaban una gran suma de dinero. No quedaba mucho tiempo, y no podían retrasar más la operación.

"Somos familia, ¿por qué siempre hablas de dinero? No te preocupes. Te daré lo que necesites. Solo tienes que casarte lo más pronto posible". Había un ápice de impaciencia en el tono amable de Fiona.

Odiaba a Janet. En aquel entonces, la había adoptado solo porque estaba bajo mucha presión. La familia Lind se burlaba de ella, y la presencia de Janet era una prueba viviente de su infertilidad. Su mera presencia la enfurecía.

Más tarde, con los años, Janet se convirtió en una mejor mujer que su propia hija en todos los aspectos, lo que pareció intensificar aún más su odio por ella.

Si no fuera por el compromiso entre Jocelyn y el hijo ilegítimo de la familia Lester, Fiona no la habría traído del campo. Pensaba que una marginada como ella merecía quedarse ahí.

"Ya te dijimos que te daremos el dinero, ¿de acuerdo? ¡Estúpida mendiga!", resopló Jocelyn.

"Ustedes me pagan y yo hago el trabajo. Es lo justo", declaró Janet frunciendo el ceño.

Aunque rara vez mostraba su furia hacia la familia Lind, nunca se quedaba callada.

También había escuchado hablar del hombre con quien se casaría mañana. Su nombre era Ethan Lester, y era el hijo ilegítimo de la familia Lester. Había estado comprometido con Jocelyn desde que eran muy pequeños.

Pero ella era tan engreída que no pensaba casarse con un hijo ilegítimo. Además, se rumoreaba que los Lester lo habían expulsado hacía varios años. Por lo tanto, ni siquiera tenía un trabajo decente y siempre luchaba para llegar a fin de mes.

Aunque Janet se veía tranquila, la idea de casarse con un hombre así la aterraba. Sin embargo, tenía que hacerlo para salvar la vida de Hannah. "No se preocupen. Me casaré con él mañana".

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