/0/7173/coverbig.jpg?v=786f290d0d0bb95acb4d2e991052d067)
Durante los tres años de matrimonio con Brendan, Adeline fue tan humilde como el polvo. Sin embargo, lo que recibió a cambio no fue amor o afecto, sino indiferencia y desdén sin fin. Peor aún, cuando la querida del hombre volvió, se alejó de ella aún más. Finalmente, Adeline no pudo soportarlo más y solicitó el divorcio. Después de todo, ¿por qué debería quedarse con un hombre tan frío y distante? El siguiente seguramente sería mejor. Brendan vio a su exesposa irse con su equipaje. De repente, se le ocurrió una idea e hizo una apuesta con sus amigos. "Definitivamente se arrepentirá y se arrastrará de regreso a mí en poco tiempo". Después de escuchar esta apuesta, Adeline se burló. "¡Ni en tus sueños!". Unos días más tarde, Brendan conoció a Adeline en un bar. Resultó que ella estaba celebrando su divorcio. Poco después, notó que ella parecía ya tener un nuevo pretendiente. Brendan estaba empezando a entrar en pánico. La mujer que se había aferrado a él durante tres años ya no se preocupaba por él. ¿Qué iba a hacer?
La noche era oscura. Afuera, los truenos se sucedían y los relámpagos iluminaban el cielo. Después de todo, había estado lloviendo todo el día.
Adeline Dawson estaba acurrucada en la cama, envuelta en un edredón, y no dejaba de temblar.
Les tenía miedo a noches como esas desde niña. Sentía como si muchas manos invisibles fueran a agarrarla y arrastrarla al abismo.
Entonces se mordió el labio. A pesar de que tenía todo su cuerpo cubierto de sudor, no se atrevía a mover un músculo ni a emitir sonido alguno.
Crac.
La puerta de la habitación se abrió lentamente, y ella oyó el sonido de unos zapatos de cuero contra el suelo de madera.
Su corazón empezó a latir rápidamente, y aguantó la respiración, tanto que empezó a tener dolores en el pecho. Su mente se llenó de horribles escenas que la hacían temblar.
Estaba sola en esa gran villa. Para garantizar la privacidad de los amos, los sirvientes se alojaban en otra casa detrás de la residencia principal.
Lo siguiente que sintió fue que alguien le estaba quitando la colcha, lo que la hizo temblar más todavía.
"No...", gritó presa de pánico, pero eso no impidió que el intruso le quitara la colcha con fuerza. A través de sus lágrimas, vio a un apuesto hombre con camisa blanca delante de ella. Era Brendan Clemons, su esposo.
"¿Qué haces aquí?". Al mirarlo, la chica sintió que sus temores se disipaban de a poco. Su corazón, que se le quería salir, se fue calmando lentamente.
"¿Por qué? ¿Acaso esperabas a alguien más?", resopló él mientras soltaba el edredón y empezó a desabotonar su camisa con sus delgados dedos, dejando al descubierto su tonificado pecho.
Entonces, Adeline se sonrojó y se dio la vuelta de inmediato.
"¿Sientes timidez?". Brendan se quedó mirando a su mujer, que estaba sentada en posición fetal en la cama. Llevaba un camisón de seda. Se veía muy nerviosa y no se atrevía a mirarlo a los ojos. Uno de los tirantes de su camisón se había caído del hombro, y la forma en que estaba acurrucada levantaba el dobladillo hasta el muslo. Bajo las tenues luces, su impecable piel se veía aún más seductora.
Él tragó saliva al sentirse un poco excitado.
Llevaban casados tres años y tenían relaciones sexuales con frecuencia. Al ver la expresión de su rostro, ella supo de inmediato lo que estaba pensando.
"Ve a ducharte". Adeline saltó de la cama, sacó el pijama de él del armario, se lo entregó y lo empujó al baño.
Al cabo de un rato, escuchó el sonido del agua. Al pensar en lo que pasaría cuando este terminara de ducharse, ella sintió que le escocían los ojos.
En los últimos tres años, había desempeñado obedientemente el papel de la señora Clemons. Pero cuando anochecía, y los dos se quedaban solos en la habitación, él la torturaba en la cama.
Era como una bestia loca e insaciable que no paraba hasta que ella quedara completamente agotada.
Mientras seguía aturdida, la puerta del baño se abrió y su esposo salió. No se había puesto el pijama que ella le dio. Por el contrario, solo se había envuelto una toalla de baño alrededor de la cintura. El agua goteaba desde su pelo hasta su abdomen y era absorbida por la toalla.
Antes de que Adeline estuviera lista, Brendan se quitó la toalla y la tiró al suelo. Luego la agarró a ella y la puso de espaldas en el colchón. Lo siguiente que la mujer sintió era un terrible dolor.
Así empezaron su rutina de ejercicio. El aire caliente que él exhalaba hacía que a ella le picaran los lóbulos de las orejas y el cuello. Entonces se movió para besarla. Ella no pudo evitar gemir y temblar por la excitación.
Brendan estaba muy excitado y duro dentro de ella, y sus empujones eran cortos y rápidos. Ella tenía que admitir que su esposo era hábil en la cama. Después de tres años, él ya había memorizado los puntos más sensibles de su esposa. En ese momento, había encontrado uno de esos puntos y se apoyó en ello, volviéndola loca de placer.
La sensación de éxtasis hizo que la cabeza de Adeline diera vueltas, y pudo sentir cada una de las sacudidas que le subían por la columna vertebral. Era adicta a esa sensación. Ella retorcía su cuerpo contestando los movimientos de Brendan. Estaba desesperada por recibir cada una de sus embestidas, y necesitaba que la llenara.
Los sonidos húmedos y las palmadas llenaron la habitación junto con los gruñidos sensuales de él.
"Quiero escucharte, cariño. Vamos. Deja salir los sonidos". La voz profunda y seductora de Brendan embrujó a Adeline por completo.
Ella finalmente abrió sus labios y dejó que su satisfacción se transformara en suaves pero incontenibles gemidos de placer. Al escuchar tal sonido, él se excitó aún más, y no pudo detenerse.
Después de terminar en la cama, la levantó, la puso en el suelo y lo hizo allí. También al baño y al balcón. La hizo correrse una y otra vez como si no se cansara nunca. Al final, ella quedó exhausta y se durmió en sus brazos.
Después de un largo tiempo, ella abrió los ojos, y al oír la respiración constante de Brendan, supo que estaba profundamente dormido. Quitó su mano de la cintura, se deslizó fuera de la cama y se dirigió de puntillas a la ventana. Se sentó y se quedó con la mirada perdida en el cielo nocturno.
Habían pasado tres años, y en todo ese tiempo, Brendan nunca la había llamado "cariño" a menos que estuvieran teniendo sexo.
Ella se giró y miró el hermoso rostro de su esposo. Salvo cuando estaban en la cama, sus ojos eran siempre fríos y sin emoción cuando la miraba.
"Tú no perteneces aquí. Lárgate". Hanna, la hija legítima de Wheeler, regresó sólo para ser expulsada por su familia. Su prometido la engañaba con la hija impostora, sus hermanos la despreciaban y su padre la ignoraba. Entonces, se cruzó con Chris, el formidable líder de la familia Willis y tío de su prometido. "Hagamos como si nunca hubiera pasado", dijo ella. Sin embargo, a pesar de la esperanza de Hanna de separarse, Chris insistió en que fuera responsable. Él amenazó con revelar los verdaderos talentos de Hanna como doctora sobresaliente, guionista brillante y cerebro de un famoso estudio de diseño, obligándola a casarse. Una vez le pidieron a Chris que protegiera a alguien. El destino los reunió en circunstancias delicadas. Él había planeado mantener su promesa y proporcionar un refugio seguro, sólo para descubrir que Hanna estaba lejos de ser la delicada mujer que parecía. Era ingeniosa y astuta...
Para pagar la deuda, desesperada y sin opciones, ella sustituyó a la novia y se casó con el hombre quien era conocido como un diablo al que todos temían y respetaban. Él le dio un mordisco a su dulzura y gradualmente se sometió a la lujuria adictiva. Antes de que se diera cuenta, ya era incapaz de liberarse de ella. El deseo desencadenó su historia, pero ¿cómo continuaría este amor condicional?
Después de tres años de matrimonio, Becky finalmente se divorció de su esposo, Rory Casper, quien nunca la había amado. Solo tenía ojos para una mujer, y esa mujer no era otra que su cuñada, Babette. Un día, ocurrió un accidente y Becky fue acusada de ser la culpable del aborto de Babette. Toda la familia se negó a escuchar su explicación. Rory incluso la obligó a elegir entre arrodillarse frente a Babette para disculparse y divorciarse. Para sorpresa de todos, Becky optó por lo último. Después del divorcio, los Casper descubrieron que la mujer que consideraban viciosa y materialista era en realidad la heredera de una familia súper rica. Rory, mientras tanto, se dio cuenta de que su exesposa era realmente encantadora, hermosa y confiada, en una palabra, se enamoró perdidamente de ella. Pero ya era demasiado tarde, ella ya no lo amaba... Frente a la apasionada conquista de su exmarido, ¿lo aceptaría Becky? ¿O habría otro hombre que se adelantaría a ganarse el corazón de Becky?
Zack miraba a Danna caminar por el jardín. Se veía realmente hermosa, pero ella no era una chica común. Su esposo se había divorciado de ella y había intentado asesinarla para evitar pagarle una suma millonaria en el proceso. Zack sabía que ella estaba en problemas, pero también que difícilmente aceptaría su propuesta. La vio entrar por la puerta con total tranquilidad. -Cásate conmigo. Esa es la única opción que tienes para salir de este problema. -Eres tan descarado... ¿Cómo puedes pedirme que me case contigo sabiendo que tienes una prometida? -Tú me conoces y sabes que no amo a mi novia. Ella es consciente de la realidad. Respondió el chico con tranquilidad. Así era Zack Vryzas, un hombre frío, sin sentimientos. Pero, a pesar de su fachada de chico malo, solo existía una mujer capaz de hacerlo sentir miles de cosas con tan solo una mirada. 🌼 Nota de la autora Espero que les guste esta historia, cargada de amor, drama, humor y suspenso. ¡Gracias de antemano por leer mis libros! No olviden dejar sus comentarios, para mí es muy importante conocer sus opiniones.
Mi jefe Gerard y yo no estamos acuerdo en nada. Siempre discutimos y es un hombre desesperante. Hasta que un día nos dejamos llevar y acabamos en la cama. Desde entonces mi vida ha cambiado. Lo deseo y lo detesto, me dejo llevar y me arrepiento, mientras noto como empiezo a enamorarme de él. Pero Gerard no tiene corazón. Solo secretos y escándalos que una persona como yo no sabría afrontar. ¿Qué pasará cuando esos secretos me afecten? Y Peor aún, ¿cuándo toda la oficina se entere de lo nuestro?
Belinda pensó que, tras el divorcio, separarían sus caminos para siempre: él podría vivir su vida como quiera, mientras ella podría dedicarse a disfrutar el resto de la suya. Sin embargo, el destino tenía otros planes. "Cariño mío, estaba equivocado. ¿Podrías volver conmigo?". El hombre arrogante, al que una vez ella amó profundamente, bajó humildemente la cabeza. "Te ruego". Belinda apartó con frialdad el ramo de flores que él le había regalado y respondió fríamente: "Es demasiado tarde".