Vanessa Granth posee un carácter que la ha llevado por el camino de la rebeldía; ir en contra de los preceptos de una sociedad superficial y frívola también le han hecho ganar una muy mala reputación entre la élite de su ciudad. Por un tiempo disfrutó de cierta libertad, pero desafortunadamente, llegó el día en que se vería obligada a casarse para expandir el poderío de su familia. Con varios pretendientes poco convincentes, un evento inesperado le presenta al hombre que podría convertirse en el amor de su vida: Edgar. Sin embargo, este último tiene un solo objetivo en mente, y para alcanzarlo, podría terminar hiriendo a la mujer que juró proteger.
El amor es uno de los sentimientos que ha llevado a la humanidad a su apogeo; ha inspirado las pinturas más hermosas, las esculturas más vivas, las canciones más conmovedoras, básicamente toda clase de demostraciones que reflejan la pureza de un corazón enamorado.
Dado que el amor se encuentra en el peldaño más alto de los alimentos necesarios para nutrir el alma, cualquiera pensaría que es inherente a las personas, y que todos anhelan experimentarlo en su estado más puro.
Sin embargo, hay ocasiones en que las personas deciden encontrarse a sí mismas antes de buscar la felicidad en alguien más. En estos casos, el amor deja de ser un objetivo que se vislumbra en el horizonte y se convierte en una semilla enterrada en el rincón más profundo del corazón, la cual esperará pacientemente a que alguien más la riegue y crecerá discretamente hasta alcanzar el cielo.
En Inglasia, o para ser más específicos, en la calle Palacios de Kensingston, se encuentran algunas de las residencias más caras del planeta. Se trata de una zona tan exclusiva, que solo los vehículos de los residentes tienen permitido circular por ahí; ciclistas y peatones pueden pasar libremente, aunque deben ser muy cuidadosos, ya que cualquier desfiguro o el más mínimo daño podría costarles el salario de todas sus vidas, o incluso su libertad.
En una de las residencias más grandes, estaba a punto de desatarse una tormenta de lamentos y maldiciones, pero estos dramas eran tan comúnes, que parecían haberse convertido en una de las tradiciones de la familia Granth.
"Sr. Granth, disculpe que lo interrumpa, pero su hija... su hija...", una de las criadas de repente entró en la habitación que ocupaba Frederick Granth, el actual líder de la familia. Esta alcoba, como todas las demás que había en la residencia, era un agaso visual para cualquiera que no estuviera familiarizado con las decoraciones ostentosas y los espacios exageradamente amplios; pinturas antiguas de artistas célebres colgando por todas partes, las paredes con grabados únicos y hechos con los materiales de la más alta calidad, un candelabro que abarcaba gran parte del techo, muebles antiguos y refinados que seguramente valían lo mismo que varias casas. Este lugar definitivamente haría palidecer a cualquier museo.
Acostado en una cama de sábanas oscuras y un toldo de casi 5 metros, Frederick Granth abrió los ojos de golpe y se reincorporó violentamente; afortunadamente, ese día el hombre no estaba disfrutando de la compañía de alguna fémina, ya que de haber sido así, habría arremetido con todo lo que hubiera a su alrededor.
"Gabriela, ¡por el amor de Dios! Tengo una terrible resaca. ¡Se supone que hoy dormiría todo el día! ¿Por qué no fuiste con su madre? Sé que puede ser muy confuso para ti trabajar en un lugar tan grande, ¡pero todos vivimos en la misma casa! ¡Ve y búscala!".
La criada llevaba poco tiempo trabajando para los Granth, pero gracias a los consejos de las demás personas que servían en la casa, estaba al tanto de lo problemática que era esta familia. En el caso de Frederick, un hombre que tenía alrededor de 60 años, su mayor debilidad eran las fiestas y las mujeres. Sí, él estaba, felizmente casado con la madre de sus dos hijos, pero cuando la gente tiene mucho dinero, las dimensiones y contextos de sus acciones se distorsionan y se vuelven incomprensibles para las personas comunes.
Tragando saliva para deshacer el nudo que se le había formado en la garganta, Gabriela le respondió: "Lo sé, Sr. Granth, disculpe, pero su esposa salió desde muy temprano de compras y no ha regresado desde entonces. Tampoco podía acudir con su hijo, ya que hoy sale en un viaje de negocios y pidió no ser interrumpido. Usted es el único con el que podemos acudir".
Fulminando a la criada con la mirada y teniendo que suspirar profundamente para aliviar la ira que lo inundaba, Frederick volvió a acostarse y refunfuñó: "Maldita sea, esta gente no para de dar molestias. Uno solo quiere descansar pero los demás confabulan para perturbar mi sueño. Gabriela, no me importa que mi querida esposa haya ido de compras por enésima vez, o que mi querido hijo esté trabajando arduamente, ¡yo no iré por Vanessa! Si esa chica volvió a meterse en problemas, su hermano tiene que encargarse de ello. Esa bravucona ya ni si quiera me escucha, y mucho menos a su madre. ¡Estoy harto! Anda, dile a los demás que no vengan a verme a menos que yo se los pida. ¡Largo de aquí!".
El hombre habló con tal firmeza, que la criada no tuvo más remedio que salir de la habitación a toda prisa. Sintiéndose muy afligida y jugando con sus manos nerviosamente, ella acudió con Carolina, el ama de llaves, para informarle sobre las órdenes del Sr. Granth.
Gabriela ya había sido advertida sobre lo tortuosa que podría ser su estancia en la majestuosa residencia de la familia Granth, la cual lucía como un palacio por fuera, pero lo que sucedía en su interior la convertía en un calabozo de pesadilla; todos los miembros de esta familia parecían adorar los conflictos, y el único que poseía un carácter agradable, rara vez se le veía en casa...
Uno no podría esperar mucho de un bar llamado 'El Cerdo Bonachón', pero dadas las condiciones del barrio donde se encontraba ubicado, además de la precaria vida de los habitantes, el nombre era lo de menos; poder tomar algunos tragos libremente y pasar un buen rato con los amigos era más que suficiente. Roído por el paso del tiempo y por el poco interés por mantenerlo presentable, este bar no era tan popular entre los de su tipo; con la gente cada vez más interesada en un estilo de vida ostentoso, un lugar así no poseía el aspecto que se requería
para tomar una foto y subirla a las redes sociales.
En uno de los ríncones del establecimiento, se encontraban los baños, los cuales no necesitaban de un letrero para ser ubicados, ya que cualquiera podría llegar allí siguiendo el particular aroma que emanaba de ellos.
"Caballero, ¡debería mejorar su puntería! Acabo de limpiar debajo de ese mingitorio y usted lo está llenando de orina. No creo que su miembro sea tan grande como para no poder mantenerlo fijo en un maldito orificio. ¿Acaso hace lo mismo con las mujeres? ¿Por lo menos ha estado con una mujer?", una joven que tenía alrededor de 20 años reprendió de manera burlona a unos de los clientes del bar.
Ella llevaba en la mano un trapeador viejo y sus pies estaban protegidos por unas botas de hule que parecían estar en los últimos días de su vida funcional. Su cabello oscuro cuidadosamente cortado a la altura del cuello, junto con los rasgos finos que predominaban en su rostro, hacían que todos los clientes quedaran perplejos ante esta chica; la ropa que llevaba puesta y su peculiar lenguaje eran las únicas cosas que justificaban su presencia en este lugar.
"¡Jaja! Niña, eres una simple empleada, así que no deberías hablarme en ese tono. Anda, limpia mi orina. No, mejor quítate esa horrible ropa y acompáñame a mi mesa. Te quiero presentar con mis amigos. ¡Una chica tan linda no debería trabajar en un bar tan horrible! Estoy seguro de que sabes hacer otras cosas más divertidas, y si no, yo te puedo enseñar...", le respondió el hombre, quien medía casi 1.90 metros y poseía una figura obesa que podría intimidar hasta al más valiente.
Arqueando una de sus cejas oscuras y entrecerrando sus ojos verdes delineados delicadamente con marcador negro, la chica dejó salir una risa burlona y le espetó de inmediato: "Caballero, lo siento. Al ser una empleada, tengo estrictamente prohibido formar una relación amorosa con la mascota del bar. No sé si usted lo sea. Veo que cumple con los requisitos de un cerdo, pero no veo lo bonachón por ninguna parte. Además, no me gustan los hombres con mala punteria. ¡No me serviría de nada!".
Aunque ya tenía varios tragos encima y se tambaleaba ligeramente, el hombre todavía mantenía la cordura suficiente para percatarse de que se estaban burlando de él, así que estiro una mano para tomar con fuerza la barbilla de la chica y demostrarle que no aceptaría un no por respuesta. Sin embargo, antes de que pusiera los dedos sobre su piel blanca, la chica sujetó con fuerza el trapeador, y como si se tratáse de un bat de beisbol, abanicó con fuerza directo hacia el rostro de su agresor.
Desafortunadamente, este bar se encontraba en unos de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad, por lo que este sujeto no era cualquier cosa; los amigos con los que estaba tomando eran unos pandilleros, y él era su líder. Como si hubiera anticipado el ataque de la chica, el hombre contuvo el golpe con el antebrazo mientras una sonrisa maliciosa poco a poco se apoderaba de su rostro.
La chica era plenamente consciente de lo peligroso que era el lugar dónde se encontraba y la gente que lo frecuentaba, por lo que ya sabía que esto podría sucedería. Casi una milésima de segundo después de que arrojara el primer golpe, ella pateó al hombre en la entrepierna; como era fanática de la estética punk, sus botas con casquillo volvieron mucho más contundente su golpe.
"¡Jaja! Parece que tengo mucho mejor puntería que usted, amable caballero. Bueno, como puede ver, es muy desagradable que haya orina por todo el piso, así que espero que haya aprendido la lección. ¡Gracias por su visita y esperamos que vuelva pronto!", exclamó la chica mientras salía a toda prisa del baño y dejaba al hombre revolcándose en el piso.
"¡Duncan! ¡Ven rápido! Sr. Bell, creo que debería irme ahora mismo. Lo siento, otra vez me meti en problemas. Si estos pandilleros llegan a causar daños, ¡yo pagaré todo y le daré una gratificación extra!", la chica se detuvo por un momento para hablar con el anciano que se encontraba detrás de la barra principal. Negando con la cabeza lentamente, el anciano solamente le dedicó una mirada reprobatorio y le hizo un gesto con la mano para indicarle que se marchara de una buena vez.
Sonriéndole gentilmente en respuesta, la chica siguió su camino y corrió hacia la entrada principal. Al ver que ella había salido justo después de que su jefe entrara al baño, los pandilleros se levantaron a toda prisa y bloquearon la entrada. Uno de ellos incluso la tacleó y la arrojó violentamente cerca de la entrada; fue una caída bastante aparatosa, pero ella reaccionó a tiempo y pudo acomodar su cuerpo para absorber el impacto y recibir el menor daño posible.
"Oye, pequeña puta, ¿a dónde crees que vas? Seguramente le robaste algo a nuestro jefe y por eso quieres escapar. Bueno, en nuestra pandilla tenemos una regla. Cualquiera que nos robe, puede elegir entre dos premios. Una apuñalada en el abdomen o una bala en la pierna. ¿Cuál eliges?", le dijo el hombre mientras miraba a la chica, quien yacía en el piso. A pesar de la gravedad de la situación, ella lucía bastante tranquila mientras se sobaba la espalda.
"Da igual. Si su jefe tiene mala puntería, no se puede esperar mucho de sus simios amaestrados", le dijo la chica. Cuando se volvió hacia la entrada y vio lo que se acercaba, ella mostró una sonrisa traviesa y añadió: "Anda, muéstrame lo que tienes".
Molesto ante la arrogancia de su víctima el hombre sacó de sus bolsillos una arma corta y una navaja, con las cuáles obviamente pretendía herirla. "Bueno, como me caíste muy bien, creo que serás la primera afortunada en recibir premio doble".
Acercándose a la chica con un aura asesina que lo envolvía por completo, el hombre alzó las dos armas, pero antes de que pudiera hacer algo, una perro Dóberman llegó casi volando y clavo sus afilados dientes en el brazo con el que estaba sujetando la pistola. Completamente conmocionado y vencido por el gran peso del animal que lo estaba atacando, el hombre soltó ambas armas mientras gritaba aterrorizado.
Con un movimiento rápido, la chica tomó una botella que se encontraba en una de las mesas y la arrojó hacia la cabeza de unos de los maleantes mientras con la otra mano tomaba la pistola del piso.
"Vaya, ¡ahora sí se puso interesante esta fiesta! Hagamos un concurso. Como ninguno de ustedes sabe usar bien en un jodido mingitorio, ¡veamos quién se orina en los pantalones primero! El perdedor limpiara la orina de los demás y la que dejó su jefe en el baño. ¿Listos? ¡Comenzamos!", justo después de hacer esta declaración, la chica disparo tres veces seguidads justo por encima de las cabezas de los maleantes, quienes eran aproximadamente seis sujetos sin contar a su jefe.
Los pocos clientes que también se encontraban en el bar comenzaron a gritar y a cubrir sus cabezas debajo de las mesas en cuanto escucharon las detonaciones.
"¡Duncan! ¡Suéltalo ahora mismo!", de repente, una voz grave resonó por todo el bar, haciendo que el perro Dóberman de inmediato soltará al sujeto al que estaba atacando y caminara dócilmente hacia la persona que acababa de llamarlo.
"¡Guau! ¡Hermano! ¿No se supone que hoy saldrías en un importante viaje de negocios?", exclamó la chica alegremente mientras seguía sujetando la pistola con una mano.
El apuesto y elegante hombre que se encontraba en la entrada, y quien era custodiado por 10 guaruras, simplemente miró a la chica con un toque de decepción.
"Vanessa...".
Lázaro Garzaloff es un hombre que parecía estar destinado a pasar el resto de sus días en la granja donde nació, pero el oportuno apoyo de su padre ausente, un sujeto apodado 'El mata-diablos', lo llevó a convertirse en uno de los mejores pediatras de su país y el mundo entero. Su único defecto es ser un mujeriego, pero ese detalle es opacado por su inmenso profesionalismo y disposición por ayudar a los demás. Lamentablemente, después de gozar de una carrera brillante, en un solo año lo perdió todo. Una rara enfermedad que solo afecta a niños y adolescentes provocó que todos a su alrededor lo abandonaran. Sumido en la desesperación, Lázaro decide dejar atrás a la civilización y se refugia en un bosque lejano. Las visitas nocturnas de animales parlantes y los violentos castigos de una criatura surreal le hacen pensar que ha enloquecido. Vagando por los alrededores de su refugio, se encuentra con una chica que dice llamarse Hayami y que presume ser la ex-esposa de un mafioso que la encerró en un convento que se está erigiendo no muy lejos de ahí. Dejándose llevar por su nobleza, Lázaro acepta ayudarla a rescatar a su hermana, quien también permanece cautiva. Con una relación que combina el interés con el romance, los dos poco a poco afrontarán verdades que distorsionarán su percepción de la realidad.
Belguiz es un país con una cantidad tan ínfima de habitantes, que casi todos se conocen entre sí. A simple vista, cualquiera pensaría que se trata de un territorio austero, pero se ha convertido en una gran potencia económica gracias a una sola cosa: el Burdel Esprit Lubrique. En dicho lugar, tanto los hombres como las mujeres que lo administran son quienes imponen sus particulares reglas. La historia se centra en Greta Heredia, una joven y solitaria mujer que no participa en las actividades del burdel, pero que es muy estimada por la comunidad debido a la utilidad de sus dibujos abstractos. Últimamente se ha sentido muy ansiosa, ya que cada vez son más frecuentes los sueños donde Greta se ve a sí misma protagonizando una vida completamente distinta, haciendo cosas y visitando lugares de los que jamás ha escuchado. Mientras se debate entre la realidad y la imaginación, la repentina aparición de Percival Jansen, un amistoso aventurero, les presentará la oportunidad de descifrar el pasado.
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
Su marido traicionó a ella y todo el mundo la consideraba como una asesina. Abrumada por el odio, Maria se divorció de su marido, James, y se fue de la ciudad. Sin embargo, seis años después, regresó con el rival más destacado de su exmarido. Como un fénix que se reencarna de las cenizas, juró hacer que todos pagaran por lo que le habían hecho. Ella aceptó trabajar con él solo para vengarse, pero no se dio cuenta de que ya se había convertido en su presa. En un juego entre el amor y el deseo, ninguno de los dos sabía quién ganaría al final.
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Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
Reyyan Bennett nunca imagino que a su vida llegaría una gran responsabilidad a manos de una pequeña bendición de nueve meses y menos aún que esa bendición fuese producto de una borrachera monumental en un evento de San Valentín, donde no solo acabo con todo el alcohol disponible, sino que también se aprovechó del endemoniadamente sexi de su jefe. Alexandros Cavalluci es un hombre guapo y sexi, con una enorme fila de mujeres detrás de él, pero tiene un pequeño defecto: es arrogante, amargado, déspota, mandón, explotador, y ¿hombreriego? Además, de que nunca podría fijarse en una mujer como Reyyan ni en las de su especie. ¿Qué sucederá cuando su jefe recuerde todo lo que sucedió y que ese bebé que crece en su vientre es su hijo? ¿Será capaz de aceptarlo? Una noche en blanco, una consecuencia… de 9 meses. **IMPORTANTE: esta historia es FICCIÓN, por lo que las acciones de los personajes no corresponden a cómo actuarían en la vida real.
Jacob Morgan se ve obligado a contraer matrimonio por obligación su única intención es salvar su compañía de la bancarrota asumiendo el liderazgo de las empresas Morgan, puesto que es batallado por su primo Derek, a regañadientes acepta un encuentro orquestado por su madre con Natalia Redmond de inmediato queda prendado por la belleza de la dulce e inocente chica, pero rápidamente se da cuenta que sus exigencias no serán bien recibidas por la joven cuyo carácter obstinado se convierte en la horma de su zapato, lo que ignora Jacob es que Natalia oculta sus verdaderas intenciones al aceptar el matrimonio. Muchos secretos, muchas intrigas y muchos obstáculos. ¿Qué pasará cuando Jacob descubra la verdadera razón por la que Natalia acepta ser su esposa?