/0/8882/coverbig.jpg?v=eca8a950503d67ee54c9449ff1d8f9f3)
Ella decide dejar su ciudad natal, para ir a trabajar de cuidadora y enfermera asé un anciano en un pueblo pequeño, para olvidarse de su pasado amargo. Allí se encuentran con uno de los terapeutas, joven, sexy y que le brinda extensas noche de pasión. Pero todo cambia cuando conoce al hijo del hombre que cuida. Un hombre casi de su edad, divorciado y padre de varios niños. Un hombre de pocas pulgas, amargado y vive enojado. Pero a ambos empiezan a cambiar a medida que se conocen. Hay algunos problemas de por medio. Ella no puede ser madre y el no puede volver a amar. ¿Podrán estar juntos al final?
Tenia mis motivos para venirme hasta Bournemouth , y los cuáles que me habían llevado
allí no podían esperar hasta el verano, mucho menos yo, tampoco quería esperar; odio desde siempre esperar, porque yo era de vivir «aquí y ahora».
La ansiedad de la espera no iba conmigo a menos que tuviese entre manos algo que hacer. Por eso bajaba del tren haciendo rodar mi maleta por detrás de mí, porque tenía trabajo, uno nuevo que había aceptado cuando todos los demás lo rechazaron por distancia, por el sitio, por la persona, inconveniencia o tal vez por miedo, porque lo que se leía en el dosier no era precisamente un augurio de una tarea sencilla.
De todos modos, no iba a empezar a temerle a mi trabajo en ese momento cuando nunca lo había temido antes.
Avancé por el andén junto con un grupo de personas que más parecía regresar a casa que necesitar indicaciones para poder moverse por las calles de la ciudad.
Entre esas personas, una mujer con dos cachorros, uno era mayor de tamaño y edad que el otro, iban lloriqueando porque su dueña no les soltaba sus correas para que puedan correr libres, nunca entenderé el sentido de tener a una mascota, si la tendrás siempre encerrada o atada. Me acerque a los cachorros, mientras esperábamos que abriera el semáforo para cruzar, el cachorro más grande y su dueña , ni notaron mí presencia, en cambio el cachorro pequeño, con sus largas orejas, y su cuerpo entero de un color chocolate, se abalanzó sobre mis piernas. Inmediatamente me arrodille al suelo hasta quedar de su altura.
El cachorro jugueteaba feliz, y yo sentía alegría por su gesto inocente y juguetón, el otro cachorro ni siquiera reparó en mi presencia; en cambio, la dueña... No podía tener más de uno o dos años más que yo, ella centró su atención en mí, en mi estatura, mí cabello y mí ropa, recorrió con suma atención, su mirada por mí. Yo era al menos dos cabezas más alta que ella, y eso hacia que ella me mirara con sumo interés.
Le sonreí , deje de acariciar el cachorro y me pare frente suyo, ella me miraba intimidante y nunca devolvió un gesto amoroso de regreso, simplemente jalo la correa y empezó a cruzar la calle. Cuando llegamos del otro lado de las vías del tren, nos agarro otro semáforo, pero estábamos separadas, con una distancia de unos quince metros, sin contar que mirábamos a direcciones opuestas, volteo y la diviso fijarse en mi abrigo, de paño con un vibrante azul plateado, y su sonrisa se ensanchó cuando se encontró con que las zapatillas deportivas que llevaba eran del mismo color.
-Muy linda combinación-me dijo con una dulce voz burlona, todavía más almibarada por un súbito arrebato de vergüenza que tiñó sus mejillas de rosa.
-Gracias, tienes unos cachorros adorables. Sobre todo el más pequeño, es tierno y juguetón. En cambio el más grande, se nota que es idéntico a ti... viejo, sobrador y arrogante. -le dije mientras me giraba sobre los pies para retomar la caminata, ella bajó la vista para echarle un vistazo al cachorro, frunció su seño y su mirada empezó a irradiar irá.
Alzó la cabeza sonriéndome, volteo y la miró de pies a cabeza, le lanzó un beso volador y retomo mi camino en búsqueda del auto de la persona que vino a buscarme.
La mujer, al igual que yo, volvió a recorrer mi altura de arriba abajo con la mirada y, sin emitir ninguna opinión más, giró la cabeza al frente y se llevó a sus dos cachorros lejos de mí.
Para la época del año y de no ser verano, la estación de Bournemouth estaba bastante concurrida. Entre los presentes, un hombre de facciones redondeadas, pecas y ojos color azul claro corría sin camiseta por la acera. No sé si estaba loca, pero podía jurar que el aire olía a agua de mar, a esa mezcla de sal con un fondo de vida marina y lejanos toques del aroma de una buena porción de pastel de queso y te de frutas, que debía de adquirirse junto a la playa.
Eso y también tostados, o panes recién horneados, risas del atardecer en la orilla, pisadas de niños en la arena, olor a libros y al sudor después de un buen rato de ejercicios.
Todo eso y mucho más, olía el aire que me rodeó tan pronto como puse un pie en la acera antes de bajarme del tren al andén.
Luego cruce a un encuentro amoroso de parejas, un señor canoso tira su maleta al suelo y corre hacia a su amada, no pude ver la reacción de ella ante el reencuentro, pero sí la de él. Ni estando ciega habría podido pasar por alto su felicidad. Al señor, se le llenaron los ojos de lágrimas y su boca fue directa a posarse sobre la de ella mientras, el la abrazaba por la cintura.
A mí no iban a recibirme con tanta efusividad en la estación; tampoco la esperaba de nadie.
La señora Gomeri, debía de estar por algún lado, porque habíamos quedado en que pasaría a recogerme para llevarme a la casa; de todas formas, en lo que llevábamos tratándonos, que no era mucho, me había bastado para estimar que no era adepta a los abrazos, a los besos o ni siquiera a que la tutearan. La señora Gomeri era seca y economizaba palabras, y no solamente en los correos electrónicos, si no que también al teléfono.
Y me dije a mí misma que, en la casa aún me recibirían con menos...
Bueno, sabía que mi incorporación allí no iba a resultar nada sencilla, pero estaba acostumbrada a lidiar con los gajes del oficio y estos formaban parte del desafío, sobre todo en ese caso, porque sabía que no era la primera en aceptar el trabajo..., en realidad, era la cuarta; los otros tres cuidadores no habían aguantado más de veinte, diez y siete días, respectivamente, y que abandonaran su labor tan pronto había complicado el hecho de que un cuarto cuidador tomara el relevo.
No te enamores de lo que parece ser bueno, pues la oscuridad siempre se disfraza para los ingenuos. Después de cinco años, Kira Months se reencuentra en la universidad con el profesor del que se enamoró en el instituto. Samael Dagger sigue viéndose como el dios nórdico que siempre fue y la atracción de Kira por él se reaviva. Las chispas saltan incluso más cuando él le empieza a dar señales de que ahora, por fin, quiere que ella se convierta en algo más que su preciada alumna.
"Tú necesitas una novia y yo un novio. ¿Por qué no nos casamos?". Abandonados ambos en el altar, Elyse decidió casarse con el desconocido discapacitado del local de al lado. Compadecida de su estado, la chica prometió mimarlo una vez casados, pero no sabía que en realidad era un poderoso magnate. Jayden pensaba que Elyse se había casado con él solo por su dinero, por eso planeaba divorciarse cuando ya no le fuera útil. Sin embargo, tras convertirse en su marido, él se enfrentó a un nuevo dilema: "Ella sigue pidiéndome el divorcio, ¡pero yo no quiero! ¿Qué debo hacer?".
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
Cuando eran niños, Derek le salvó la vida a Norah. Años más tarde, Derek quedó en estado vegetativo tras un accidente automovilístico y Norah se casó con él sin pensarlo dos veces. Con sus conocimientos médicos, incluso lo curó. Durante dos años, Norah amó a su marido con todo su corazón, esperando poder devolverle su bondad. Pero cuando volvió su primer amor, él pidió el divorcio. Sin dudarlo, ella estuvo de acuerdo. Lo que pocas personas sabían es que ella, etiquetada como "abandonada", era en realidad una piloto de carreras, una famosa diseñadora, una genio hacker y una reconocida doctora. Lamentando su decisión, Derek le pidió perdón a Norah. De repente, apareció un encantador CEO, abrazó a Norah y le dijo: "¡Aléjate de mi esposa!". Sorprendida, Norah soltó: "¿Qué?".
Charlee fue abandonada en la boda y se convirtió en el hazmerreír de todos. Intentó mantener la cabeza alta, pero acabó humillada cuando recibió un vídeo sexual de su prometido y su hermanastra. Devastada, pasó una noche salvaje con un atractivo desconocido. Se suponía que iba a ser cosa de una sola vez, pero él siguió apareciendo, ayudándola con proyectos y venganzas, todo mientras coqueteaba con ella constantemente. Charlee pronto se dio cuenta de que era agradable tenerlo cerca, hasta que su ex apareció de repente en su puerta, rogándole otra oportunidad. Su amante magnate le preguntó: "¿A quién vas a elegir? Piensa bien antes de contestar".
Rachel pensaba que con su devoción conquistaría a Brian algún día, pero se dio cuenta de que se había equivocado cuando su verdadero amor regresó. Rachel lo había soportado todo, desde quedarse sola en el altar hasta recibir un tratamiento de urgencia sin su presencia. Todos pensaban que estaba loca por renunciar a tanto de sí misma por alguien que no correspondía a sus sentimientos. Pero cuando Brian recibió la noticia de la enfermedad terminal de Rachel y se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se derrumbó por completo. "¡No te permito que mueras!". Rachel se limitó a sonreír. Ya no necesitaba a ese hombre. "Por fin seré libre".