y parpadeó horrorizada al ver la sangre brotar sin cesar. Su madre retiró el bisturí limpiándolo con un chorro de agua, lo guardó en su lugar para después quedarse mirando c
y un par de pinzas para suturar piel y un frasco con un líquido que Aida no había visto antes
ojos cerrados mientras su madre hacía la sutura. Minutos después terminó de hacerle los puntos en
cha asintió con temor al verse el parche en el brazo-. ¿Me vas a decir de dónde sacaste la idea de realizarte un tatuaje? -Aida se
revista que robé de la biblioteca hace
í a tiempo, no sé qué má
ida y la ayudó a ponerse de pie, después le coloc
bes borrar de tu mente la idea de salir a recorrer el mundo.
má. -Bajó
oy molesta contigo voy a prepararte un enorme
ias,
vue
adiza al tazón. Con rapidez se limpió las lágrimas para beber el líquido blanco en su totalidad y poner el tazón vacío en su mesita de noche. Se acostó en la cama cubriéndose el rostro con la colcha, después escuchó a su madre ir por l
s días
miste
y le tuve que contar acerca de ti... ¿Pu
papá, al parecer los socios queda
contestas?
última vez que nos vimos, pero te ex
olorido comenzó a t
xtraño muchísimo. En cuanto a tu amigo, me temo que no puede venir, incluso creo que tú tampoco deberías venir en un tiempo porque hoy me lastimé el brazo. Estar cerca
iato le entregó a Pepe el control cediendo su turno para jugar. Tomó el teléfono entre sus manos y leyó el men
e pasó? ¿E
o mejor, mamá s
es grave Aida, iré d
má puede de
, por ahora quiero mirarte
vengas,
pantalón al ponerse de pie, bebió agua y se
as? -pregun
o cosas q
el control y ahora te marchas. ¡Exijo sabe
i mad
refiriéndose a Aida, porque era el único
í.
ley lo empujó a la pue
era lo que escondían, por eso el muchacho inventó una historia acerca de hongos e
embargo estaba dispuesto a correr todos los riesgos porque necesitaba asegurarse del bienestar de la chica que había cautivado su corazón. Con cuidado trepó h
tiene llave
a puerta al fin se abrió quedó atónito al ver el antebrazo de Aida cubierto de gasas. Eso significaba que la herida era muy, muy grande. Ella le regaló una sonrisa, y él no pudo contenerse más. Así que la abrazó c
l mismo tiempo que co
gitada rozarle la frente mientras agarraba con fuerzas su pijama de arcoíris. Ella apretó ligeramente la espalda de Julian en respuesta al abrazo. Luego de un par de m
-murmuró muy cerca de su rostro, Aida pudo ol
la soltó respirando aliviado, aunq
delicada es tu piel? ¿Cómo te h
arme un tatuaje. -Se quedó callada al señalar el pecho de Julian-. ¡Me gusta t