el cigarrillo y caminando hasta el reserva
as, pero a través de su jefe y algunas veces recibía regalos de él. El hombre había logrado que ella bailara para él, se obsesionase poco a poco con su presencia, tenía algo que la enlo
rvado se le hizo muy largo, justo en la puerta estaba Dag, u
ostrándole las esposas -
ás habría hecho con cualquier otro cliente. Sin esposas no había baile, pero es que no podía evitar querer que él si
nterés en mí - dijo ella mientras se subía en el pequeño escenario que había en la habitación, se agarraba a la barra que estaba
ndió él, desde su cómoda posición en un
n día heredar el imperio de su padre, para comerse el mundo entero, pero en ese instant
pongo?- le preguntó a la joven le
ba a ir a verla, a dejarle grandes sumas de dinero y, sobre todo, a obligar al maldito dueño de ese local a cerciorarse de que nadie más pudiera toca
e sus manos, pero fue hacerlo y sentir como una maldita corriente eléctrica de deseo puro
arás mi herm
vio acercarse a él, era algo que no podía ocultar, ya que
rla o le hacía mil regalos, incluso le proponía grandes cantidades de dinero, pero ella jamás sintió nada
pondió la joven desabrochando su bata y dejando que esta cayer
un par de pezoneras doradas cubrían sus rosados pezones y un tanga en el mismo tono t
no solo era regia, sino etérea, perfecta para sucumbir y arder
rque esa era la mejor palabra para definir como se sentía; enculado o, mejor d
z, al igual que su maldito cuerpo, lo traicionó al salir
la pierna a la barra y dar una vuelta alrededor de ella, dejando que se le marcara la musculatura, leve y delicada,
l contoneándose no era ni remotamente lo que deseaba, por lo que se
n en sus manos en esos momentos y si había alg
susurró Ethan al oído de la joven porque aunque
s de que Dylan fuera capaz de contraatacar, el hombre había cerrado las esposas sobre sus muñecas, sujetándola del barrote,