de la clínica que debía ir a su casa todos los días pa
cinco años. Era un chico de estatura media, rubio, delgad
tendría que administrar inyecciones y masajear la espalda de una mujer mayor, as
era el empleado de la clínica que estaba esperando, ya que
ual solo llevaba bragas. El joven becario estaba más ave
al salón y sién
l masaje en la cama -
n. Entonces vayam
en la h
spalda y luego le pondré la inyecc
acu
Y se quitó la ba
completo? - dijo el inter
acer, se quitó la bata por completo. De esta manera, ella estaba fre
tersa, el culo bien conservado, que estaba escondido en sus bragas,
á mal", cruzó
ia en estos asuntos era prácticamente escasa. Y, en general, tuvo relaciones sexuales hace tanto tiempo que tendría que forzar su memoria para recordar. La vi
espalda de Lilya. Ella cerró los ojos. Sus manos del becario le resultaban sua
acer bien su trabajo y lo logró. El masaje, además de ser beneficioso, resultó ser extremadam
– dijo él y preparó la
ón e inmediatamente se bajó las braga
as bragas y abalanzarse sobre esta mujer para poseerla. Convertirse en su ho
habitación, volvió a caer en la cama. "Él es bastant
s arrugas aquí y allá y una leve flacidez que comenzaba. Pero en general, se veía bien. Pasó la mirada po
su vida. Pero su rigidez siempre había sido un obstáculo para su vida sexual. Asi era su carácter, ella mism
ordó sus manos. Deseó estar en sus brazos en
e relajó en la cama. Su cabeza se llenó
rme y la otra sobre su vientre, per
a. Si tan solo pudiera estar en los
illo. No le gustaba ese lugar, había pocas caras alegres y todos parecían tristes y deprimidos, lo que la deprimía aún más. En realidad, no entendía por qué las
en la espalda. Su espalda no había mejorado. El dolor había disminuido, probableme
probablemente inexperto en asuntos amorosos, pero sus manos son lo que importa. Además de ser beneficioso, también es agradable. En g
ardiente interés, mal disimulado, él miraba su
nexperto, era un hombre al fin y al cabo, aunque todavía muy joven. Le gustaba
Stas casi se atragantó con la saliva por lo que vio. Lilya, con vergüenza fingida, de inmediato se cubrió y ocu
ntró en la consulta. Detrás del escritorio estaba el mismo médico moreno y musculoso, con fuertes
re la mesa. De reojo, miró la placa identificatoria: Victor Vladimirovich. El doctor exa
su espalda, L
ciopelada, era agra
Pero a veces... me duele como un disparo. – Al
examinarla. Vaya detrás de la cortina y desnúdese. No es ne
ó cómo se paró frente a él a cuatro patas con las tetas desn
ente, luego regresó a su lugar con una expresión sombría y
n las caricias de sus ma
pero agregaría fisio
una cita. Debe ir a las sesio
icamente Lilya. Se sentía como un
ue interrumpido por una joven y bonit
n la tercera... - miró a Lilya evaluándola
la consulta?!" Lilya se indignó i
uso no le hizo ningún comentario. Dio algunas instruc
es de irse, ella volvió a mirar a Lilya, pero ahora con una