ño cuando
ra una carga que me había dejado, una carga que él se había cansado de traer sobre sus hombros y que indirectamente la aventaba sobre los míos, sin siquiera dignarse a mirar atrás. Nunca llamó, no llamó ni en navidad, ni en Año Nuevo, ni en mis cumpleaños, no llamó cuando me quebré el brazo peleando con un niño
asma de lo que hubiera sido, si hubiera tenido las agallas por luchar por su
en algún momento me van a dejar, que las personas van y vienen, que nadie es para