igual forma se ha apropiado de ella. Cierra la puerta con seguro y se deja
dos interrogantes no la han abandonado desde que salió del hospital y, por lo visto
lugar donde refugiarse pero, no encuentra ninguno. No hay un
ingiendo ser madre cuando no tiene ni idea de cómo serlo, viviendo en una c
permitía pensar con claridad y darse cuenta de la magnitud del asunto. Ahora que, al
rumada, es demasiado para que pueda asimilarlo. Con sus manos, envuelve sus rodillas y mete su cabeza entre la
que le habían hecho y en que no podrá estar a su lado durante su recuperación ¿Qué pensará ella cuando no la vea, cuando se de cu
aceptar su realidad y seguir adelante. Amanda sabe perfectamente bien que la mej
ese ser despreciable que se cree el dueño del mundo sólo porque tiene dinero. Su madre está en el hospital, sí, pero está a salvo y se pondrá
pudo hacerlo, ella también podrá, sabe que es fuerte y que consigue todo lo que se propon
s haciendo que se pusiera de pie a toda velocidad. Sus manos comienzan a temb
yo, Pablo, ábreme p
decide abrirle y Pablo entra rápidamente mirando a ambos lados antes
ontra el cuello de Pablo y comenzó a llorar. Lloró con todas sus fuerzas, lloró como si nunca antes
a su mejilla humedecido por las lágrimas que se deslizaban incontenibles por su delicad
él, aunque no era cierto, mas era lo que est
la misma se apartó limpiando su c
asó -sí que lo sabía, había sido
e, supuse que necesitarías ser escuchada por alguien. Nada de lo
e pregunta el
rte -por primera vez, le d
ser tan delicada como el pétalo de una flor, o como un fino cristal esperando el más mínimo viento para partirse en pedazos y él no quería
etalló cada uno de los sucesos que habían tenido lugar en el despacho de Alejo, la forma en la que cayó al piso cuando la abofeteó por primera vez, como quiso ap
Pablo. Sus manos le estaban temblando y tenía su mandíbula lo más apret
an revolverle el estómago a cualquiera pero, en ninguna de esas circunstancias se había tenido que