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salpicado de risas suaves de sus clientes. El café favorecía deliberadamente a pequeños grupos de comensales, con mesas solo para dos o cuatro persona
you de Susan Wong, cuyas líneas eran muy acertadas. Era casi como si Cupi
Jany, ¿te hi
h
ado por la lluvia, vestido simplemente con una camisa holgada de manga larga y pantalones negros, el profesor seguía siend
, no queriendo perder el coraje cuando le había costado una
dijo: "Para nada". En realidad, ya llevaba media hora en el café.
bios de Artem. "Entonces... ¿d
er mi pri
respiró
ot
ot
daaa
parecía tan condenadamente fácil en com
*
bles para los demás clientes dentro del café. La mujer era Emma Miller, de 29 años, una morena vibrantemente atractiv
cuando le preguntó a su cita: "¿Estás aburrido de mí?". Pero mientras
uto preguntar algo tan insegur
abios del hombre más joven hizo que el cuerpo de Emma se agitara de una manera que ningún otro hombre ha
23 años hacerla sentir tan cacho
que la supermodelo recuperara el aliento, incluso cuando una parte de ella estaba incr
aje con la cabeza en alto. Antes de que eso sucediera, Emma tendría que asegu
Aún mejor, era absolutamente hermoso, con cabello color ébano, ojos oscuros magnéticos y una cara clá
aba ni un poco a Emma. En todo caso, signifi
a que una noche Stanislav llegó a
ió en seducido, el man
te y Emma, a regañadientes, hizo
uró su cit
ó confundida
o. El tono de Stanislav Vo
deció. "¿
en sus labios, Stanislav murmu
eve? Justo cuando abrió la boca para maldecirlo,
estado en un
ella, y Emma tragó saliva, su rabia
él la había abrazado esa noche, sin dejar ir a Emma incluso cuando ella le rogaba
tu linda cabeza". Mientras hablaba, el pulgar de Stanislav comenzó a moverse sobr
ay
o en esto, hizo que Emma olvidara
" La mirada de Stanislav con los p
s ojos oscuros bebiendo el éxtasis impotente que se había
rte de la forma en q
rápidamente se junta
va a aburr
aa
ragó s
se de
se ri
sobre ella. La forma en que brillaban sus ojos era demasiado familiar. Era la forma en que miraba a los hombre
ién podría obligarme a hacer lo que qu
de vino de la mesa, se habría tirado el conte
ma, ni siquiera podía obligarse a quer
egaría a jode
islav Volkov no hizo
iando su atención de Emma. Lo miró y sus cejas oscuras se
N
e crees