l mensaje de la reina Brida para conocer a quien sería su futuro esposo. El rey Zuberi estaba escéptico, ya que no creía que su hermana
día. Además, esas tierras que tu esposa cedió al príncipe son más importa
nó. Tenía mucho que hacer y no podía estar
acionados y el príncipe se presentó ante el trono, causando una gran impresión a la Corte y a la reina debido a su singular aspecto. Era un hombre alto, de cabellos largos hasta la cintura, con rostro delgado, pómulos altos y cejas gruesas. Ll
aquí, a petición de mi madre, para escuchar la propuesta que tiene para mí en lo concerni
un príncipe de su nación y, de lejos, se notaba que era un hombre fuerte y
rajera nupcias con la duquesa Mila, la hermana menor de mi esposo, el rey Zuberi. Ella ya está experimentada en la gestión de territorios en cali
reina Brida supuso que no se le había informado al respecto, por lo que no sabía cómo podría proceder.
rme con la duquesa Mila. Le pediré permiso a mi madre pa
ceptada como una princesa. Seguro estaría sentada a su lado, luciendo orgullosa una tiara que representara su estatus y compromiso con su pueblo. Pero, en esos momentos, s
ue, de inmediato, se marchó y se dirigió a su habitación, d
.......................................................
ebido a que predominaban los jardines y cultivos de flores de todo tipo. El castillo de Mila tenía muchos
ogar de la novia para unirse a su familia. Sin embargo, acordaron que se mudarían al terre
idad del castillo para que no surgiese algún percance durante la celebración. Si bien la presencia del príncipe extranjero causó curiosidad en el
bio, llevaba un sencillo vestido rosa claro sin detalles, con una larga trenza gruesa que colgaba por su espalda y una pequeña diadema plateada con un rubí en el centro. Los pocos invitados que la vieron se quedaron asombrados por
arse de su incomodidad p
lo no están acostumbrados a tu presencia. Mejor
zules intensos y la piel bien blanca. En esos momentos le aplicaron rubor en las mejillas para no lucir tan pálida, además de ponerse un vestido az
ila a Zuberi – pero supongo que... está bien...
i, con una media sonrisa – Es la única forma de garantizar nuestra permanencia dentro de la n
n hombre tan joven? – dijo Mila, haciendo un
en que el príncipe Abiel es de los más fuertes y temerarios d
pelear, no creo que n
pada de utilería colgada de su cintura. El rey Zuberi lo contempló por unos instantes y lo notó incómodo, quizás porque usara una ropa inusual para él o por el simple hecho de que, de un día para otro, ser
ó de la mano y lo llevó hasta el juez,
ndose guiar por quien sería su futura es
pensé que, ya que seremos marido y mujer, podríamos tener un
ostró una media sonrisa – pienso que sería... interesante. Este
tu reino, así es que tendremos una charla muy
en el rey Zuberi quien, en esos momentos, mostró una amplia sonrisa, lo cual la sorprendió. Y era porque nunca antes lo vio sonriendo o riéndose de algo gracioso. Siempre estaba serio o reflexivo, como si tuviese que lidiar con u
migo. Mi madre me atendió bien, pero está con mucho trabajo y no puede estar pendiente de mi todo el tiem
zar la unión. Primero firmaron la duquesa Mila y el príncipe Abiel, seguidos de un embajador del reino del Este, el rey Zuberi y la reina Brida en calidad de testigos. Cu
ás personas se les unieron. Y los que no tenían parejas, aprovecharon
xtraña dentro de la Alta Sociedad y, solo por eso, ningún muchacho de su edad estaba interesado siquiera en acercarse a ella para con
ados, charlando en un rincón. No les prestaría atención si no fuese porque escuchó la palabr
na. Solo así garantizaremos
puede ser digna h
fuertemente vigilad
e conocerla y ya había gente que quería borrarla del mapa. Así es que, de inmed
ta. Son cinco personas, tres hombres nobles y dos g
o a alejarse de ahí cuando, por ac
ezas hacia ella. Mara, con temor, empezó a correr. Ellos la persigu
on el exterior del castillo. Ahí, los guardias la
rda de la reina aquí? ¡No
el mensaje, solo faltaba que la reina revi
les también la
chó. Debemos deshacerno
cara con sus brazos, con el vano intento de protegerse de las bala
njunto con los soldados del príncipe, hicieron p
ban con sus escudos y, otros más, redujeron a l
ndaba el equipo de rescate era nada