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Historia

Capítulo 4 Una boda muy agitada

Palabras:2205    |    Actualizado en: 15/07/2023

l mensaje de la reina Brida para conocer a quien sería su futuro esposo. El rey Zuberi estaba escéptico, ya que no creía que su hermana

día. Además, esas tierras que tu esposa cedió al príncipe son más importa

nó. Tenía mucho que hacer y no podía estar

acionados y el príncipe se presentó ante el trono, causando una gran impresión a la Corte y a la reina debido a su singular aspecto. Era un hombre alto, de cabellos largos hasta la cintura, con rostro delgado, pómulos altos y cejas gruesas. Ll

aquí, a petición de mi madre, para escuchar la propuesta que tiene para mí en lo concerni

un príncipe de su nación y, de lejos, se notaba que era un hombre fuerte y

rajera nupcias con la duquesa Mila, la hermana menor de mi esposo, el rey Zuberi. Ella ya está experimentada en la gestión de territorios en cali

reina Brida supuso que no se le había informado al respecto, por lo que no sabía cómo podría proceder.

rme con la duquesa Mila. Le pediré permiso a mi madre pa

ceptada como una princesa. Seguro estaría sentada a su lado, luciendo orgullosa una tiara que representara su estatus y compromiso con su pueblo. Pero, en esos momentos, s

ue, de inmediato, se marchó y se dirigió a su habitación, d

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ebido a que predominaban los jardines y cultivos de flores de todo tipo. El castillo de Mila tenía muchos

ogar de la novia para unirse a su familia. Sin embargo, acordaron que se mudarían al terre

idad del castillo para que no surgiese algún percance durante la celebración. Si bien la presencia del príncipe extranjero causó curiosidad en el

bio, llevaba un sencillo vestido rosa claro sin detalles, con una larga trenza gruesa que colgaba por su espalda y una pequeña diadema plateada con un rubí en el centro. Los pocos invitados que la vieron se quedaron asombrados por

arse de su incomodidad p

lo no están acostumbrados a tu presencia. Mejor

zules intensos y la piel bien blanca. En esos momentos le aplicaron rubor en las mejillas para no lucir tan pálida, además de ponerse un vestido az

ila a Zuberi – pero supongo que... está bien...

i, con una media sonrisa – Es la única forma de garantizar nuestra permanencia dentro de la n

n hombre tan joven? – dijo Mila, haciendo un

en que el príncipe Abiel es de los más fuertes y temerarios d

pelear, no creo que n

pada de utilería colgada de su cintura. El rey Zuberi lo contempló por unos instantes y lo notó incómodo, quizás porque usara una ropa inusual para él o por el simple hecho de que, de un día para otro, ser

ó de la mano y lo llevó hasta el juez,

ndose guiar por quien sería su futura es

pensé que, ya que seremos marido y mujer, podríamos tener un

ostró una media sonrisa – pienso que sería... interesante. Este

tu reino, así es que tendremos una charla muy

en el rey Zuberi quien, en esos momentos, mostró una amplia sonrisa, lo cual la sorprendió. Y era porque nunca antes lo vio sonriendo o riéndose de algo gracioso. Siempre estaba serio o reflexivo, como si tuviese que lidiar con u

migo. Mi madre me atendió bien, pero está con mucho trabajo y no puede estar pendiente de mi todo el tiem

zar la unión. Primero firmaron la duquesa Mila y el príncipe Abiel, seguidos de un embajador del reino del Este, el rey Zuberi y la reina Brida en calidad de testigos. Cu

ás personas se les unieron. Y los que no tenían parejas, aprovecharon

xtraña dentro de la Alta Sociedad y, solo por eso, ningún muchacho de su edad estaba interesado siquiera en acercarse a ella para con

ados, charlando en un rincón. No les prestaría atención si no fuese porque escuchó la palabr

na. Solo así garantizaremos

puede ser digna h

fuertemente vigilad

e conocerla y ya había gente que quería borrarla del mapa. Así es que, de inmed

ta. Son cinco personas, tres hombres nobles y dos g

o a alejarse de ahí cuando, por ac

ezas hacia ella. Mara, con temor, empezó a correr. Ellos la persigu

on el exterior del castillo. Ahí, los guardias la

rda de la reina aquí? ¡No

el mensaje, solo faltaba que la reina revi

les también la

chó. Debemos deshacerno

cara con sus brazos, con el vano intento de protegerse de las bala

njunto con los soldados del príncipe, hicieron p

ban con sus escudos y, otros más, redujeron a l

ndaba el equipo de rescate era nada

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