ue te cruzas una mirada tan vacía que no aflora la mínima
.
utos, fui al mercado por unas cosas, al regresar la encontré en la cama casi sin pulso, y tuve que llamar a una ambulancia. Resulta que fue una sobredosis, de eso hace ya unos meses, ahora la vigilo más. No voy a mentir, el pavor pulula en mí cada que debo dejarla sola. Que suceda otr
o? -pregunta, s
nrisa se dibuja en mis labios. Eso debe de asegurarle que me ha
la hoja -. Me han dado el horari
-declara con un leja
e, vamos a estar bien. -le aseguro
a responsabilidad sola, buscaré
es sentirte angustiada, y deja que yo me encargue de lo
buena, Ary, debería
nimo que puedo hacer por ti, mami, que me has dado todo. -
así, Aryanna. La vida es demasiado corta para pasarla de esta manera. Y-yo e
us brazos, sin detener el convulso llanto que se avecina. Su palma está sobre mi espalda, baja y sube, la acción se repite varias veces. Es increíble que incluso la vida se despedaza para ella o no le vea el sent
veriguo tras poner u
no lo h
desayunado -admito e
salir de casa. La angustia, esa ansiedad que se agolpaba en mi s
ja que me
ega con la cabeza, solo bromeo con l
toy -responde
habitan muchos momentos. Mariola dando sus primeros pasos, correteando y papá detrás advirtiendo que no es lugar para juegos. Me divertía muchísimo lo traviesa que era ella, daba alegría a nuestras mañanas, también atrasaba a papá cuando debía irse
deba pedirle otra vez. Suspiro. Al menos ya podré pagarle. Tomo lo que queda del paquete de sándwich, son cinco rebanadas, es todo. De la nevera c
iernes a las ocho de la mañana y saldría a las cinco salvo el día jueves que voy a quedar libre
mesa y aguardo a mi madre. Ella se presen
empleo, tu jefe...
má sonreír, más viva que otros días que no puedo decirle la verdad. Si es nec
o, mamá. Creí que no me daría el trabajo, per
te mundo con un gran coraz
rra no ser suficiente en esa mansión, temo fallar o hacer algo incorre
re el horario, llegaré tarde a casa, no quiero que te
, dejando una mano sobre la mía, ac
eo, gr
encargo de los quehaceres que faltan. El día no deja de cambiar el rumbo, ya no se dirige a la remota oscuridad,
a los objetos. Luego llega ella e insiste en que se lo deje
reocupes
la aspiradora, estaba a punto de empezar a limpiar el alfombrado -. Es ho
estar
-me advierte c
ado una parte de la mujer
que desee, con tal de vol
.
la cama. Alargo la mano y la tomo de la mesilla de noche. Ha sido
con un enorme peso entre sus páginas. He vaciado mi corazón en cada línea escrita, párrafos enteros que si tuvieran voz, expresaran la desazón que tengo en el
ueña hermanita, desde entonces se ha vuelto un mét
ra no sent
de soñadores tontos, anula la idiotez que siento por devolver las agujas del reloj, la inquebrantabl
la vista por la siguiente, y finalmente escrudiñar otras sombrías,