me esfuerzo para abrirlos. Lentamente, muevo mis ojos, en un esfuerzo por despabilarme, sin embarg
ión en la que me encuentro no me resulta
egunté aturdida mientras miraba todo
os de condominios y negocios, pero todo me resultó desconocido. Lo único que descubrí fue que mi departamento se ubicaba
na música estridente. Perturbada, busqué con la mirada de dónde provenía ese ruido, hasta que mis ojos cayeron sobre
dentificado como "jefe molesto". En un principio dudé en contestarle a es
calló -suspiré u
Esto me asustó tanto, que el teléfono móvil se r
y ahora cómo respondo
l botón de contestar y con la mano temblorosa acerqué el celular a mi oíd
está? -cuestionó con sev
rviosa, sin tener idea de c
mañana y no se encuentra en su pu
usarme-, tuve que ir al doctor
or qué no me lo n
pude llegar al consultorio para que me atendieran. Apenas acabo de estabilizarme, así que debo llegar con usted en me
no dijo nada, lo cual aumentó mi ansiedad y comencé a
almente-. Pero venga con
emoción-, no se preocupe, ya e
-se despidió, colga
que eran las 11:10 del día, decidí apurarme para vestirme y hacer una revisión rá
fotografía "mía", la cual tampoco pude reconocer. El documento decía que me llamaba Lorraine Ruiz, tenía c
jamás hubiera vivido en ese lugar. Pero como no tenía tiempo para continuar dudando, seguí registrando el bol
de la "empresa" para la cual trabajaba. De esta, pude encontrar el nombre de la compañía, "W
hace rato me habló con tanta
que me ayudaran a recordar dónde vivía, como el número de puertas que había en el pasillo o color de las paredes. Para cuan
lgunos me saludaron con familiaridad, así que continué caminando hacia la esquina, donde ahí pude ver la nomenclatura de la calle. Al ver que me encontraba en la confl
e alquiler apareció calles atrás, entonces le pedí pa
cómo llegar a "Wa
tó el chofer-, estamos casi cer
llegar ahí -dije e inmediata
le 44. Como todo esto me parecía nuevo, me mantuve alerta par
alto, con elegantes ventanales que parecían reflejar el cielo. Asomb
ita. Ya llegamos
te avergonzada y me puse a bu
olor de mi alma se los entregué. Entonces caí en la cuenta de que a pesar de
era nuevo para mí, lentamente caminé hacia ese opulento sitio. En la entrada tuve que presenta
ine! ¡L
n me llamaba. Entonces descubrí que una joven pe
has estado? ¡El jefe está dese
ir al doctor -respondí fin
de sorpresa, para desp
estando enferma? ¡Cie
olesto", pude leer en su credencial que se llamaba Sam
mareada para abogar por su sentido humanitario y así ella me acompañara hasta
pálida -dijo c
yudarme a subir a la oficina, re
des trabajar así -
la verdad tengo mucho trabajo y
venció del todo a S
si te sientes mal, retírate
lo
0, por lo que intuí que ahí estaba mi área de trabajo. Mientras el aparato se movía, ella comenzó a contarme que
lgo extraño me pasaba. Cuando el aparato por fin llegó hasta el piso 40, las puertas se abrieron inmediatamente. En ese momento quedé pasmada ante la in
ero antes de que pudiera aclimatarme a mi "nueva ár
ue estarás bien? -insistió
í con una dé
me retiro, cualqui
que sí,
. A mi alrededor había unos sofás de cuero blanco, que combinaban con las paredes decora
el botón de encendido de la computadora. Para mi suerte, el aparato no tenía contraseña, por lo que in
los pendientes que había. Fue así que durante media hora me dediqué a empaparme con todo lo relac
molesto" no se percatara de mi condición, no me percaté que alguien se
Ruiz, al