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De repente, estoy casada

De repente, estoy casada

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Scarlett nunca pensó que su apacible vida sufriría en un día cambios tan grandes. ¡Su mejor amiga Megan era su hermanastra! Megan y su madre planeaban quitarle a Scarlett todo lo que tenía, incluyendo su riqueza, su estatus, su padre e incluso su novio. Le tendió una trampa a Scarlett para destruir su virtud. Pero, ¿por qué el hombre que yacía junto a Scarlett no era el que Megan encontró? Despiertos, los dos desconocidos empezaron a rastrear la identidad del otro. Pero la identidad de este hombre conmocionó a Scarlett. ¡Era el director ejecutivo más rico Ryke Méndez!

Capítulo 1 Hay un acompañante de alquiler acostado en mi cama

Cuando ella despertó, tenía todo el cuerpo adolorido, entonces abrió los ojos lentamente, pero no reconoció la habitación donde se encontraba y mientras iba recuperando la consciencia, su cabeza empezó a punzar con un terrible dolor. Era como si la hubiesen golpeado con un martillo. La chica gimió. Su mente estaba nublada, parecía que le hubiesen borrado la memoria, por lo que se preguntaba qué había pasado la noche anterior. En realidad, tenía suerte de recordar que se llamaba Scarlett, aunque tardó cerca de cinco minutos en hacerlo.

Trató de incorporarse, sin embargo lo único que pudo hacer fue voltearse boca arriba, mientras otro gemido salía de su garganta. Sentía como si hubiera ganado algunos kilos de más durante la noche. De repente, la atacó un dolor atroz entre las piernas.

Decidió hacer un esfuerzo mayor para levantarse, pero al intentar recargarse en su codo, rozó un objeto con la mano e instantáneamente un agudo grito salió de su boca. Era algo duro... Resistiéndose a voltear, tanteó con los dedos y lo sintió, pero no podía distinguir qué era. ¡¿Acaso era un cuerpo?! Aterrorizada, giró la cabeza poco a poco y cuando lo vio, abrió los ojos con incredulidad.

Todo era tan extraño que ella creyó que su mente estaba jugándole una mala pasada. El hombre que yacía junto a ella al otro lado de la cama no podía ser real. ¡Al menos no lo parecía! Scarlett analizó su rostro, tan atractivo que seguramente seducía a todos aquellos que ponían sus ojos en él. Las líneas de su mandíbula estaban perfectamente definidas, al igual que el alto puente de su nariz y sus gruesas cejas que formaban junto a todo lo demás un conjunto armonioso. Scarlett dejó de respirar al ver sus pestañas. ¡Vaya! Ella desearía que las suyas fueran igual de largas. En las puntas de sus párpados elegantemente cerrados sobresalían, rizadas y tupidas, casi tocando sus pómulos. Ella acercó su mano con un movimiento suave para acariciar los labios del chico que seguía inmóvil a su lado. Al instante, él abrió los ojos de golpe y se encontró con los de ella.

El grito de la chica fue suficientemente fuerte como para despertar al piso entero. Ambos se sentaron sobre la cama exactamente al mismo tiempo, como si lo hubiesen ensayado y en ese momento ella se dio cuenta con horror que nada la cubría, a excepción de una fina pieza de lencería que no dejaba nada a la imaginación. Afortunadamente, reaccionó de inmediato tapándose los senos con ambas manos.

"¡¿Q-quién eres?!", gritó. "¿Qué haces en mi cama? ¡Aléjate de mí, pervertido!".

No obstante, ella no tuvo que esperar su respuesta. De repente, los recuerdos de la noche anterior empezaron a llegar a su mente. Estaba con su amiga Megan, ya que habían planeado una noche de películas y copas en el hotel. ¡Bueno! Se suponía que eso harían, pero nunca llegaron a ver nada, porque tan pronto como Scarlett terminó su primera copa de vino, el mundo empezó a girar como si estuviera en un tiovivo y todo se puso borroso a su alrededor. Recordó sentirse tan cansada que tuvo que acostarse en la alfombra mientras el techo deba vueltas como un rehilete. Luego, escuchó reír a Megan, pero ella sonaba diferente, en realidad parecía otra persona.

Scarlett estaba semiinconsciente cuando su mejor amiga se inclinó sobre ella viéndola con odio.

"Nunca encontrarás a alguien que se preocupe por ti tanto como yo, Scar. ¿Adivina qué? ¡Te tengo una sorpresa! Alquilé al chico más exquisito de Los Ángeles para que pase la noche contigo. Dicen que solo con verlo sentirás que estás en el cielo, así que, imagina el efecto que te producirá tenerlo dentro de ti. Como te conozco muy bien, supuse que necesitarías un pequeño empujón, así que puse un poco de afrodisíaco en tu bebida. ¿Ya te está haciendo efecto?".

La chica no entendía ni la mitad de lo que su amiga estaba diciendo, ni le interesaba, ya que se había puesto tan caliente que lo único que pensaba era en desnudarse lo antes posible. Se apresuró a desabotonarse la blusa, mientras Megan la miraba con una sonrisa perversa.

"¡Eso era todo! ¡Desnúdate, z*rra! Cuando Austin vea estos videos tuyos con otro hombre, finalmente se dará cuenta de que no eres más que una p*rra barata".

Esos recuerdos no podían ser reales. De cualquier manera, Scarlett estaba muy confundida, ya que Megan nunca le haría a ella algo así de cruel, pero de todos modos sintió unas incontenibles ganas de vomitar. De repente se dio cuenta de que empezaba a temblar y no podía controlar sus movimientos al tratar de acomodarse el cabello, entonces el hombre que estaba acostado a su lado la vio con preocupación.

"¡Eh! ¿Estás bien?".

Ella lo miró apretando los dientes con furia. Megan contrató a ese repugnante b*stardo para que se acostara con ella mientras estaba inconsciente. No le importaba que sus ojos grises fueran tan cautivadores como un hechizo, pues su atractivo no lo hacía menos monstruoso.

Súbitamente la invadió una furia insoportable, y la chica agarró lo primero que encontró para golpearlo una y otra vez; desafortunadamente no había nada más que almohadas, mientras lanzaba un feroz gruñido con cada golpe que le asestaba.

"¡M*ldito violador! ¡Te aprovechaste de mí! ¡Haré que te pudras en la cárcel! Iré a la policía tan pronto como termine contigo".

Después de unos cuantos golpes, él atrapó su muñeca para inmovilizarla y quitarle la almohada sin esfuerzo; luego la arrojó al otro lado de la habitación. Scarlett se estremeció al ver sus ojos, que eran tan fríos como el acero. Lo único que se escuchó fue el sonido que él hizo para aclararse la garganta antes de empezar a hablar con una voz tan grave, que parecía salir de una caverna.

"Solo te complací cuanto quisiste, princesa. Estabas encima de mí, tan ansiosa para que te c*giera que no me diste ni un segundo para respirar. Nunca te obligué, ni siquiera tuve que hacerlo. Por otro lado, no salgas ahora con que estabas inconsciente, porque yo vi que te dabas cuenta de lo que estaba pasando y clamabas por más. Puedes hacer lo que quieras, pero nunca probarás que te violé porque eso no fue lo que sucedió. ¿Entendido?".

"¡Hijo de p*rra!".

Scarlett se mordió el labio inferior temblando de ira. Desafortunadamente, era más su vergüenza, ya que él no se equivocaba, pues no había ninguna señal de que se hubiera resistido y si fuera a la policía, solamente haría el ridículo.

¿Qué pasaría? ¿De verdad no había nada que pudiera hacer después de caer en la trampa que le tendió su amiga? Un cúmulo de lágrimas resbaló por las mejillas de Scarlett. Por primera vez, ella vio unas manchas de sangre en la cama y eso causó que llorara con más intensidad. He ahí la razón del dolor entre sus piernas. Nunca había estado con un hombre y, desgraciadamente, el que le quitó la inocencia fue un acompañante de alquiler. A pesar de que ella quería hacerle pagar las consecuencias, no podría probar que la habían engañado y que tan solo era una víctima.

Él siguió la dirección de su mirada y notó la sangre en las sábanas. Indudablemente, se había percatado de que ella era virgen cuando se acostaron. Verla romperse de esa manera frente a él, lo conmovió profundamente, pero no sabía cómo reaccionar. Abrió la boca, sin encontrar las palabras adecuadas para reconfortarla, por lo que su intención se quedó muda en la punta de su lengua.

Después de una larga pausa, dijo: "Mira, lo siento mucho, ¿comprendes? Yo no sabía que no estabas de acuerdo y como tú tomaste la iniciativa anoche, yo solo me dejé llevar. Sin embargo, estoy dispuesto a asumir las consecuencias".

Scarlett dejó escapar una risa amarga. ¿Asumir las consecuencias? ¿Qué significaba eso viniendo de la boca de un tipo que se acostaba con mujeres por dinero?

"¿Cómo? Lo único que me interesaría de ti sería que me devolvieras mi virginidad". Él frunció el ceño dispuesto a responder, pero ella no le dio tiempo. "¡Sal de la habitación! ¡Ahora mismo! De lo contrario, ¡juro por Dios que te mataré con mis propias manos!".

No necesitó que se lo dijera dos veces, ya que él saltó de la cama para recoger su ropa tranquilamente. A continuación, se tomó el tiempo de vestirse por completo, a pesar de la mirada asesina que Scarlett le estaba lanzando: Luego sacó una tarjeta de presentación del bolsillo de sus jeans y se la entregó.

"Si cambias de opinión, puedes llamarme. Lo digo en serio, princesa". Scarlett le arrebató la tarjeta para romperla en pedazos justo en su cara. "¡Lárgate!", gritó ella con los dientes apretados, señalando la puerta.

No obstante, él respiró hondo viendo el sufrimiento en sus ojos y supo que no escucharía nada de lo que tenía que decir. Entonces, se alejó.

Tan pronto como salió de la habitación del hotel, la escuchó llorar desgarradoramente detrás de la puerta cerrada. Por alguna razón, a él le dolió el corazón. No se caracterizaba por ser un hombre emotivo, sin embargo...

Salió caminando de prisa y se subió al ascensor para dirigirse a la planta baja. Una vez allí, salió del hotel con las manos hundidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. Cuando pasó por la puerta de vidrio, miró el cielo azul y respiró hondo. En ese momento, dos hombres vestidos con trajes oscuros se le acercaron viéndolo con miradas severas.

"Señor", saludaron al unísono.

Él apartó la mirada del cielo y comenzó a caminar en línea recta mientras sus guardaespaldas lo seguían a corta distancia.

"Esa chica...", dijo mientras pensaba qué haría a continuación.

"¿Sí, señor?".

"Reúnan toda la información disponible sobre ella e infórmenme sobre sus pesquisas lo antes posible".

"Enseguida, señor".

Un Range Rover negro se paró a la orilla de la banqueta y uno de sus guardaespaldas abrió la portezuela para que él subiera. Una vez que se acomodó en el asiento trasero, cerró la puerta detrás de él.

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