a
embargo, decidimos ir, y por supuesto, llevaremos a Lucía con nosotros. No puedo estar demasiado tiempo lejos de mi niña, y aunque la idea de as
n de elegancia, sino de encajar con el ambiente y proyectar la imagen adecuada. Debemos hallar algo que no solo nos haga ver im
mbo hacia Rumania. Viajaremos en el jet privado de la manada, reservado para este
ro una cosa es segura: una vez que
*
*
u
frente al espejo. Estamos en una de las tiendas de la manada
ro impresionar a nadie, y voy porque no tengo de otra... -baja del
la puerta, dejando su t
Erika desde uno
ada hacia la cortina del v
o en la parte superior. La tela tiene un brillo sutil, casi como si hubiera sido rociada con escarcha, y la falda cae
uena en mi cabeza con frustración. "Se supone que debería en
andíbula, me o
o, inclinándome para besar sus
illa con un matiz que decido ignorar, com
ura-. Voy a cambiarme p
, y la observo desaparecer
oy list
ientos. Cuando volteo, lo veo salir del
yo ahora -dice c
recordando el color del vestido de Er
gro y él asiente con indiferencia antes de camina
.
o a Fabricio mientras
mantiene la armonía con los tonos del vestido de Erika. No es que
io desde el sofá, con los brazos cruz
ando del pequeño pedestal y ca
*
rc
con incredulidad-. Es e
as examina cada detalle del
una noche -intento razonar con ell
ve encogimiento de hombros-. Es una princesa y tiene q
do a Lucía, quien se ríe al se
i pequeña, mirándose en el espejo
una sonrisa-. Ve a camb
era le besa la mejilla antes de alejarse
usurro negando
a del escaparate p
ce con una mezcla de inoc
s ojos e
var con Fabricio -le digo
. Le correspondo, tománd
uego se enoja y me tira el zapat
jada mientras la acomo
mos de la tienda con
, sujetando su parte de las compra
ando los brazos hacia su m
ante la
ncaminamos hacia el auto-. Fabricio dice que
mira y
rando el paso con las
*
ul
a -le digo a mi tío mientra
dome la cintura con sus brazos mient
feliz-. No
or cara de cachorr
unta con una sonrisa, mi
o rápi
-digo, separándome de
mañana, y mientras mi tío duerme en el sofá, yo comienzo a ultima
*
br
edaremos esta noche. Mientras descargamos el equipaje y nos instalamos
rde. Dormí desde el mediodía, y aunque descansé
la máscara antes de salir. Cuanto antes termine esto, antes
pido esto -gruñ
piro-, pero tenemos que est
unto gris de corte entallado, con solapas en satén negro y una camisa blanca
l traje, con detalles circulares en relieve que reflejan la luz de manera sutil. Tiene
edianoche con solapas negras y camisa del mismo color. En su mano lleva una máscara azul oscu
sto? -pregunt
ie
te me ponga esta cosa
r
-dice, levan
tos antes de s
blanco, la tela parece de terciopelo bajo la luz, y su máscara es del mismo c
con una risa traviesa, y detrás de ella vien
ne una caída fluida y elegante, con una cola trasera que apenas roza el suelo, dándole un aire de realeza. En
una abertura lateral que deja entrever una minifalda debajo, permitiendo ver el tono de su piel a través de la tela traslúcida. Su máscara es un espectáculo en sí misma: de co
más pequeña y con plumas sutiles en el
logrando atraparla por la cintura después
isas, finalmente dejándose aco
és de asegurarse de que la
? -pide Marcus, a
e coloca la másc
avor -dice mi padre,
-añado,
asiente, ayudándonos a
omento, mamá e
falda cae al suelo, los tonos oscuros comienzan a degradarse en matices de azul profundo, como si la tela f
ño de filigranas y pequeños detalles de diamantin
, amor -dice m
y le agradec
s. Vamos de camino al c
os y nos diri
mos, un pensamiento
suena tanto
tras nos ponemos en marcha
*
y las máscaras, además de algunos retoques en la narrac
*
ul
Margarita al entrar al
i cada pliegue capturara la luz de la habitación. Lleva una máscara blanca adornada con plumas largas, dispuestas en forma de abanico, con pequeños cristales dorados incrustados en la pa
onrisa-. Estás de infarto... si mi tío tuvi
o antes de ace
ojo en sus mejillas-. Pero term
la observa mi atuend
ás el vestido? -pregu
ue sí -respondo
s. La falda corta, con un diseño asimétrico y delicados pliegues superpuestos, tiene pequeños brillos sutiles que destellan con cada movimiento. En mis pies, unos tacon
ompañado de pequeñas perlas que caen en los bordes, formando una especie de velo sutil. L
termina de acomodar mi máscara-. Vamo
rincipal, donde se encuentra la tarima en la que
ro, una melodía exquisita y familiar se cuela en mi mente, envolvién
o en voz baja,
inexplicable. No puedo hacerle esto
incomodidad, pero no hace preguntas.
*
br
on su piedra antigua bañada por la tenue luz de la luna. Al cruzar las
sa y co
ue siento cómo mi lobo, Matt, se inquieta d
e im
o suyo, la rechazaré sin dudarlo. No
nezco a Paulina.
ez... jamás v