les, Cal
nda P
e conciencia y se siente tan des
era una fecha especial, pues le daría la sorpresa a su madre; ya que quería que ella se sintiera más orgullosa de él, de lo que ya estaba por todo lo que él ha logr
condena sobrevivió. Las heridas y sus golpes no eran de mayor importancia para él; lo grave fue que el hombre perdió la vista, quedó totalmente ciego. Esta noticia lo desgarró por completo, llevándolo a un precipicio sin sa
, poco a poco en él se ha ido despertando sus otros sentidos, así él está alert
a con gran respeto, él hace señas con su man
pregunta ella, si
l y la empleada as
esar que ahora es ciego, no perdió esa esencia
s humedece dándole ese sabor amargo que a él
o hace poner su taza
iosa de su novia María
e ser lo más gentil posible, no quiere
án- responde Ma
ías comentado?- pregunto algo enfadad
traga grueso, ni siquiera se inm
pie, ella no lo puede de
la situación de tu ceguera, pero no puedo seguir a tu lado
ía hace silencio -¡habla maldita
ser el hombre más varonil, caballeroso y hermoso, pero no puedo tener un novio o estar al lado d
Maria terminaron por romper en
ediría y que no te importaría para
vergüenza de mi familia, no puedo estar contigo, lo siento Sebastián- María empieza a caminar, pero él no se da p
te pondré el mundo a tus pies, incluso falta pocos días para casarnos, serás la señora Pa
se gira y lo ve
r que mi vida, mi juventud, pasen al lado de un hombre que no sabe por donde caminar-
to desgastante, pero ella no le
amigo de la infancia. Leandro se acerca rá
ción, tristeza y repulsión. De Sebastián Parrow ya no qu
acerca Leandro, pero Se
- grito lleno
é su
nó!- habló él con resentimiento
rece amigo, dé
ferar Leandro, se compadece de su amigo. El hombre estaba tan afer
nerse de la mesa, luego descarga toda s
ño- aconseja Leandro y trata de tranquil
voy a volver a tener ningún sentimiento por a
mbre frío, inexpresivo y despiadado. Este a pesar de su ceguera no dejaba de lado, el estar p
a la hacie
hacer una parada-
a Sebastián con una frí
rometo no tardar demasiado, voy a estac
eandro, odio te
, solo dame c
eloj ya empezaron
rra la puerta, pero al minuto él se alerta c
ica sorpresa que no deseo- pero sucede algo extraño y es que un dulce aroma de perfume a rosas de mujer, se impregna en
él, ya preparado con s
- una delicada, sutil y débil v