ían, para quedarse con el control de la compañía. Algunos que decían ser sus amigos. Mas, solo buscaban su caída. Se quitó el cinturón de seguridad con increíble d
pa en su corazón, de haber matado a su propia madre al haber nacido; ya que ella no había resistido el parto y había fallecido minutos después de darlo a luz. Había sido el causante del deceso de la mujer, que lo había estado cargando en el vientre por muchos meses, solo para quitarle la vida a ella. No había gozado de una figura materna, pero siempre deseó tener el calor de una mamá. Ni siquiera compartía con su padre, porque al llegar a la adolescencia, descubrió que él lloraba sin consuelo, cada noche, la terrible partida de la esposa que amaba y en l
ido. La multitud observaba a detalle la escena, alz
iarla de manera clara todo el rostro. Mas, no podía objetar nada, pues estaban en la misma condición de incognito. La inspeccionó con rapidez, buscando si habría sangre producida por alguna cortadura, pero no parecía tener ningún golpe o herida. Debía acercarse y verla mejor. Entonces, se quedó inmóvil, cuando detalló que tenía los ojos pequeños, rojos y cristalizados, producidos por un llanto de desconsuelo irremediable. Por los siguientes segundos quedó perplejo, contemplándola. ¿Cómo era posible que una persona pudiera transm
o ronco, pero tranquilo, para no asusta
ura. Intentó hablar, pero las palabras no salían de su garganta. La piel de su cara estaba descolorida, similar a un cadáver. Veía borroso y no entendía lo que ese hombre le estaba diciendo. Escuchaba un son
us ojos resplandecieron por un momento de forma invisible, como si hubieran reaccionado a la vista del otro. En ese instante, sus destinos se
riel y vio como ella asent
ra parte, este incidente había sido provocado por su chofer y debía responder por los actos de sus empleados. Pero, le sorprendía el peso de ella; era ligera y fácil de cargar. Además, que lo apretaba por
a. A pesar de tenerlo tan cerca, ni siquiera podía obtener una imagen clara de él; todo estaba distorsionado, solo
ra y no le generaba ningún esfuerzo sostenerla. Se separó
or? -preguntó Hadr
e dinero lo antes posible. Entonces, asintió, por tercera vez,
había rastro de ella. Dio un paso hacia adelante, para seguirla. Pero, su celular vibró y timbró en donde lo había dejado. Era una llamada de uno de sus amigos. No contestó. Al instante le llegó un mensaje del mismo contacto: ¿Dónde estás? La junta directiva ya está lista para empezar la reunión ejecutiva. Su padre te cederá el dominio de la compañía. Al leer el te
o con su chofer-. Si no llegas a la hora
a atropellado a Hellen. Encendió el vehículo, con dirección
tremendo al poder descansar. El viento que le acariciaba su bella cara, poco a poco, le fue ayudando a recobrar la plenitud de sus sentidos. Se tocó el cuello, lo tenía f
veintidós. Era Howard Harper, el segundo de los hermanos-. ¿Por q
esar. -Al levantarse, observó que, en su brazo derecho, no estaba la pulsera tranzada de color negro y rojo, con la maripo
abérsele perdido, cuando cayó sentada en el asfalto al ser casi atropellada por aquel auto. Sin pensarlo dos veces, salió
spirando. Fue una odisea encontrarla y d