osa, al día si
rme y llevarme las manos a mi cabeza. Sintiendo no solo un fuerte d
tana. En mi habitación hay un gran ventanal, además que el apartamento está e
e interrogué sin tener conocimiento exact
iré en la mesa redonda, frente al sofá donde me desperté, habían dos botellas de u
ué hice? Porque no recuerdo nada. Por más que buscaba recor
veo -me interpelé, hablando en voz alta y esf
o en el piso de la ducha. Así que abrí el grifo del lavabo y lavé mi rostro. Me veo demacrada, con ojeras,
entrada a la discoteca. Todo estaba solo, con fuerte olor a alcohol, humo y cigarril
-me saludó una mujer madura qui
gada, porque a pesar de haber estado en esta disco dos veces
informó que se llamaba Sofía, por si al
porque si algo me traería problem
e preguntó ella, a
spondí de
arcadero -me r
n, como mi tarjeta de crédito negra. No obstante, mi celular, estaba totalmente
da Los Rinco
n. Por sus gestos, parece que la situación era grave. Así que me acerqué y le
a cosecha y con ella las ganancias ya recibidas de antemano. Me dirigí hacia las caballeri
caso. Parece que aún estamos a tiempo de recuperar la cosecha. En la tarde, cuando me
voqué, sintiendo su aliento, su
mente sus rasgos, los cuales no recordaba perfectamente- ¿Cómo saber, si no
virginidad, tan fá
s normas y costumbres de mis ancestros. De ahí, que me cuesta aceptar algunas conduct
eguntó y aun así, se entregó de esa manera, tan plena, sin reserva,
erte que el alcohol», especulé, recordando sus movimi
no desearía tener algún hijo sin desearlo», reflexioné. «Al volver a Ciu
mi compañero de hace años, mi hermoso ca
araíso, e
orrido a los nuevos buques portacontenedores, los cuales formaran la flo
en su mejor momento con altos niveles de ganancia y rentabilidad. Justo en ese
as embarcaciones que se incorporaran a la flota de su Naviera. Por esta razón, no pudieron a
dole al oído, entretanto terminaban el recorrido en lancha para llevar al sacerdote
n su hija por fallarle nuevamente. Este, era otro evento importante de
do, dejando de lado lo que realmente pudiera sentir su hija- Al terminar tod
no nos perdonará! -aseguró la madre d
gana y hasta ahora, nosotros no nos imponemos sobre su voluntad. Pues fíjate, que
ervicios de un Contador -asegur
orgulloso, es que nuestra hija, lo que hace, lo hace con cali
mujer y debe comprender perfectamente lo que son nuestros compromisos, cuando de
cer valer entre su hijo y nuestra hija -inquirió Doña Estefanía, mirando a este con
atracadero, evitando el enfrentamiento con su mujer por esta s