nico Cruz corre junto a su hijo mayor Lotha a abrir, para encont
a vienen,
Qu
do con tu hija Esthela desde que la vio y vie
su padre, al tiempo que da voces. -¡Esthela corre hija, corre!
r Lotha, la espera en su caballo. Su madre le da un abrazo llorando, una bolsa con todo lo que pudo reco
vayamos a mi casa. Mejor que piensen que es
hacerlo, cuando ven a unos cuantos caballeros llegar y derrumbar la puerta en lo que dan voces. Entre ellos pueden distinguir muy claro a Florian, el hijo de
raba con furia el cartel que habían dejado ellos indicando que estaban
rcancías y demoran en regresar. -Le dice otro que se empina de una bot
! ¡Tú! -dice señalando a uno de los sirvientes que se había despertado con la algarabía
viejo sirviente entendiendo la situaci
ace mucho los vi en la mis
tenerlo desfigurado como le hicieron creer. El sirviente aunque era viejo, sabía la suerte que le esperaba a
cancía, salen cuando anochece. Van a misa para
dó
rein
evaron a Esthela?
que se la habían prometido a no sé
thela me pertenece! ¡Vamos, iremos tras ellos,
nte el sirviente de impedir tamaña atrocidad, pero de
es a tratar de salvar todo, fueron asesinados por los guardias de Florian, que corría a todo dar por el mismo cam
s abuelos o la encontrarán, andan
os nuestros -dijo Dustin asustado sin dejar de
una extraordinaria inteligencia. Se quedó pensativo por un momento, hasta que
Lo
a esconderemos y nos turnaremos para cuidarla. Esthela no te asustes, no dejaré que Floria
mino, se adentraba en el virgen y tupido bosque. Al cual eran muy pocos los que se decidían a visitar, p
hela- prefiero una y mil veces que me devore un ser de esos, que
n el bosque, ellos decididos entraron. Los perros de los perseguidores e
a una cabaña, escóndete ahí. Era de un cazador que murió hace tiempo. Fue el que me trajo cuando era joven, por eso la conozco
aterrada-¡Florian los m
rlos en lo que tu te pones a salvo. Escapa Esthela, no hagas que esto que hacemos sea en v
es de su adorada hermana. Esthela corría agarrada en medio de la oscuridad de la montura de su caballo, cuando de pronto se comenzaron a escuchar gritos estride
oche sin que le pasara nada, hasta llegar a la cabaña al amanecer. Quedaba en un montículo, en la parte alta d
visar unas botas en una esquina. Estaba tan aterrada que apenas si podía mantenerse en pie, aunque trataba con todas sus fuerzas de no llorar al ver que sus hermanos no
stada entró y cerró la puerta con la enorme madera que poseía para tal caso, se acurrucó en una esquina cerca de la chimenea en espera de ver si sus hermanos llegaban. ¿Serían verdad todas las historias y leye