su vida, todavía la atormentaban. Ahora la controlaba desde dentro, sin dejar nunca sus pensamientos. Nada de lo que ha intentado le impide ver el contorno de su cue
e su vida llevaba. Tenía una buena educación y le iba bien trabajando en un bufete de abogados como asiste
escritorio, le entregó una tarjeta y le dijo que el Sr. Rogers estaba buscando una asistente personal. Si ella estaba interesada, debía llamar y hacérselo saber y sería contactada con más detalles. Era una gran oportunidad para convertirse en la asistente personal del presidente de una corporación tan grande como esa. Sonrió al rec
ita un mechón de cabello de los ojos y pone la cabeza en el escritorio sujetando sus pechos debajo de ella. No había nada que hacer más que esperar. Ya había explorado toda la oficina. Era más como un ático con espacios de estar, s
osada al cabezal de la cama. Recuerda el miedo que la agarró en el momento al estar esposada y el pensar de lo q
de noche cerca de ti. Pued
u camisa. Podía ver el cuerpo bien formado en forma de V perfecta desde su cintura hasta sus hombros. Su mirada terminó notando su bien cuidado corte de cabello. Cuando se puso
na a un viaje de negocios a Hong Kong, volveré en una semana. Nadie debe entrar en la oficina mientras estoy fuera. Estarás a salvo aquí. Encontrarás todo lo que necesitas, y lo
ndo empezó a salir y le ll
ombre se detuvo-. Yo... sol
tras estabas inconsciente? -Ter
ió mientras su ros
en voz baja y sal
adura, se torció y escuchó el clic, mientras su muñeca se liberaba. Se dio la vuelta y se sentó en el borde de la cama frotando su brazo para obtener más circulación, pues estuvo esposada sobre su cabeza toda la noc
por haber conseg
inusualmente fina, casi sedosa al tacto. Había un relieve dorado a lo largo de los bordes en un d
y en tu corazón para saber que esto es verdad. Junto con las tareas regulares d
del orgasmo, y luego te detendrás. Bajo nin
ón, a esta cama, y pondrás tu muñeca
te cómo te he dicho, te despediré a m
estarás en mis pensamientos. Tómate esta ma
ge
go dejó caer la carta al suelo y se cayó de nuevo en la cama
zó a retorcerse bajo la sábana y sus pezones se endurecieron cuando de la sábana los tocaba. Un destello de excitación besó todo su cuerpo. Sus manos cubrieron sus sensibles pezones y el calor de éstas solo aumentó el pl
sus dedos dentro de ella. Jadeó ante lo repentino y congeló sus dedos en su interior. Se sorprendió de lo fácil que se deslizan a través de su humedad. Con los ojos cerrados dejó caer las piernas ab
r momento vendría, entonces de la nada aparecieron las palabras "te despediré" e inmediatamente apartó sus dedos, respirando con fuerza para detenerlo. Levantó las rodillas y las rodeó con sus brazos, manten
ic
hacer lo que le habí
se encontró regresando al dormitorio 3 veces para tocarse. Todo
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