ba la cabeza, donde se le comenzaba a formar una protuberancia- ¡Exijo que la
respiras! - la chica trató de zafarse de quienes la detenían, para que no continuara agrediendo al hombre
de la compostura, no es nec
nos de los dos fornidos hombres que la sostenían. - ¿Por qué no te pones con uno de tu tamaño? ¡Lánzame la piedra a mí, que me puedo defender! ¡Y despué
licía parado entre los dos que se pele
a chica con los ojos brillantes- ¡Gra
jo el oficial ya per
me rompió la cabe
rto eso,
ue sí! ¡Se
qué d
acerlo, cuando el perrito corrió asustado por el golpe, el muy asqueroso le dió un puntapié y le rompió la patita - en la medida que hablaba la furia iba regresando al rostro de la chica y comenzó a fo
rdad eso
no es para tanto, ¡lo que pa
s que porque sea un animal de la calle tienes derecho a malt
me rompió la cabeza con una pi
Señor, si lo desea, puede levantar cargos contra la señorita por agresió
die le dice nada, ¡porque el animalito no puede levantar c
amenazando delante
pero deje las amenazas o tendré que llevármela a la delegación. Y a usted - se volvió a mirar al hombre - Espero que esto le sirva para
- ¡Corre como el cobarde que eres! - esp
que la detenga? - le advi
camino, sobando su
damente donde le mallugaron la piel, tratando de inmovilizarla. Luego, se diri
ió a mirar al agente- Gracias oficial, el perrito y yo le agradecemos mucho - la gente que
ica veterinaria que se encontraba en la call
ado, que ahora venía con su patita enyesada. El hombr
blaba al cacho
s que te va a gustar vivir con nosotros, aunque tienes un collar. Me parece que ya tienes una fa
, que en un tiempo fue lujosa y llamativa, ahora se veía deslucida y vetusta, la pintura bl
so y el manojo inmenso de llaves. Logró por fin entrar y al hacerlo
aban atención y sobre todo, al nuevo chico en el barrio, aquel perrito con la pata enyesada, que venía a sumarse a la familia. La chica se sentó en el porche, rodeada de la jauría. Hacía rato que los dejaría de contar. Todos
r. Vengan conmigo, para darles su comida. Deben estar hambrientos, pero es porque hoy mamá t
r. Arrastró a duras penas, un enorme saco de croquetas para perros y comenzó a servirlas en los platos. Miró la cantidad de platos y se prometió que en algú
más perros a casa, pero tan pronto veía algún perro abandonado, herido, o hambriento, lo tomaba en sus brazos y se lo llevaba con ella. Para algunos consiguió hogares adoptivos, mucha gente la buscaba cuando querían conseguir un cachorro para sus hijos y ella, aunque sufría cada vez que veía partir a uno de sus chicos, les conseguía hogar a muchos, pero era mucho más frecuente la colecta que la entrega y ya su manada se hacía muy difícil de atender. Sus niños, como los llamaba, requerían alimento, aseo, atención médica, medicinas y solo bañarlos a todos con la frecuencia necesaria, le llevaba muchas horas. En ocasiones sentía que cuando terminaba de asear todo, era ella quien requería de alguien que la bañara y acostara, porque estaba rendida. Pero los amaba y muchos
patio, donde estaría esperándola todo lo que lo
escobilla dura y comenzó a reco
xpulsan ¡son un fenómeno de la naturaleza! - les regañaba mientras limpiaba todo el lugar - Ya son niños grandes y bien que pueden colaborar con el oficio - los perros jugueteaban alre
bien, porque voy a ducharme. Si llaman a mi teléfono lo
quitando el suéter que llevaba puesto y al llegar a lo alto de la escalera ya iba en ropa interior. Al entrar a su habitación, tiró la ropa sucia en la cesta y se
conocían su labor y le colaboraban con algunas cosas. Jamás aceptó que le dieran dinero, si alguien le ofrecía ayuda, ella les daba una receta médica, o les pedía que le compraran alimentos. Esterilizar a sus pequeños no era barato, pero era esencial, así que había llegado a un ac
amiliar. Muchas veces pensó en venderla y conseguir algo más pequeño, pero no tendría espacio para sus perros, aunque si lo hiciera podr
que significaron y el dolor que vivió con ellos, no le per
o alejó de su hija. Jamás le dió el cariño que la niña soñaba y cuando finalmente llegó el niño, Alex se sintió más sola que nunca porque mamá y papá solo dedicaban su tiempo al pequeño. Aceptaba que sus padres no le dieran la atenci
ella niña con el cabello del color del fuego, el hombre se sintió estafado. Apenas la miraba, era como si hubieran hecho un pedido por correo y al llegar, el producto no tuviera ningún parecido con lo ordenado. Fue puesta al cuidado de niñeras y apenas si veía a sus padres mientras crecía. El hombre, desilusionado, se dedicó a su empresa y a buscar aventuras. Su madre, se empecinó en conseguir embarazarse nuevamente, creyendo que de esa forma recuperaría a su marido. Varios años pasaron antes de que finalmente lo lograra y cuando nació el pequeño Alberto Andrés III, Alex se vió releg
enso retrato de sus padres, que dominaba el salón principal. Eran una pareja guapa, sin duda. Cualqui
por un grupo de sus "bebés" llegó hasta la
mi cuarto es solo mío, vayan a sus camas- abrió la puerta y vió a l
mites y los respetaban. Jamás se subían a muebles o camas que no fueran los destinados p
on estampados de huellas de perro. Se metió a la cama y encendió su tv, sacó del cajón de la
apagó la tv y se du