e su champán a su garganta e inmed
ería. Ni siquiera todo lo que había hecho con Carlo esa mañana, en su inte
n el día más feliz de su vida y todo lo que pudo
había estado usando toda su fuerza de voluntad
ba luchando
ue se había convertido en una mujer deslumbrantemente hermosa
ía habe
e cabello castaño oscuro recogido en un moño apretado, había llegado en barc
incipal eclipsaba a todos, incl
le sorprendió que pudiera caminar con ellos. Pero caminaba con ellos maravillosamente, su delicioso trasero se balanceaba con cada paso. Esa fu
la velada estaba a punto de comenzar. Pronunció su discurso de padrino y logró provocar algunas risas en los demás invitados, especialmente en Dante y Hasan, quienes sustitu
bría estado a su lado como un tiro. Si no ella, entonces alguna de las otras hermosas mujeres que llenaron este evento repleto de estrellas
ener diabetes, porque ninguno de los d
uno. El
eran tanto de control? Podía saltar de una cama
o el control
habían bebido. Podría echarle la culpa a mucha
do un desastre, lamentando la pérdida de su abuelo, el hombre que la había cri
s en el yate de su amigo italiano. Pero Carlo había estado en Nueva York y se había topado con Sofia, quien había insistido en que la llevara a salir. En circunstancias normales, se habría disculpado y habría regresa
noche, lo último que esperaba
ida, por así decirlo, lo que significaba que le estaba costando mucho olvidar y seguir adelante. Eso y la culpa de todo. Podría habe
ber sido m
del primer plano al fondo de su mente, lo suficiente como para llegar al Lago C
palabras breves a lo largo del día, las mismas bromas básicas que habían intercambiado con todos los demá
tendría que abraz
ara presionar su oreja contra la boca de Carlo. Fue un gesto que le recordó su cena con Sofía, la forma en que ella se había incli
s de ella. Sofia Martini era una de las fotógrafas de moda más famosas del mundo, un logro notable teniendo en cuen
de la fundación benéfica que ellos y sus
del desierto Hasan Al Ayad y todos ellos habían mostrado un gran