velar su identidad al CEO de una importante firma de abogados, por otro lado, nunca había visto tan tensa la mandíbula de William.- ¿Nos vamos? - preguntó ofreciéndome la mano como el caball
go misma. Aunque William cancelara su maldito compromiso, jamás podría volver a renunciar a mí misma por él, su traición h
mano en mi espalda baja y me detuve justo cuando pasamos junto a Will. Vi la i
diodía. - apretó la mandíbula hasta que escuché sus dientes tronar... Vaya...y
palabra con un tono de obviedad.- Todos de
saludos a Camelia.-dije finalmente. Me di media vuelta, pero su mano tomó mi muñeca. Le fulminé
ilencioso, me di cuenta en ese minuto, que en cualquier otras circunstancias habría hecho lo que fuera por esa
s que dolían. Solté mi muñeca de un jalón y nunca había visto tal dolor en los ojos de William, una lástima, estaba tan furiosa que
regunté cuando las puertas se cerraron, é
jo con tranquilidad, reí muy levemente, la curiosidad pico por
eña en la cerradura electrónica, cuando la puerta se abrió, hizo un gesto para que pasara, la decoración de aquel antiquísimo hotel era
negra, abierta en el costado izquierdo hasta el muslo, ondeaba mientras el clac de mis altos tacones resonaban a cada paso sobre el suelo de mármol. Me acerqué a la mesa y serví los dos vasos, tomé uno y lo lleve a mis l
re el elástico para el cabello, mi lacio cabello castaño cayó suelto sobre mi espalda. El hombre a mi lado no perdió un solo detalle- Mat
en una mesa lateral
illas, la mirada hambrienta recorrió mi cuerpo dejando un rastro caliente. cuando entré al ascensor, camino al cuarto, no había pensado en esto, pero su mirada sobre mí, su tacto innecesario pero bienvenido, me plantearon esta posibilidad, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Ya me habían rechadado una vez, una segunda por hoy no haría
aro de observar y apreciar su cuerpo completamente cincelado, el torso duramente marcando, cada pectoral del ancho torso podía ser una almohada, hermoso, simplemente hermoso, un toque salvaje y dominante en su caminar confiado hacia mí, su ere
igazo en mi sexo debido a su orden, casi me hizo perder el equilibrio. Sin eliminar su tacto dí un paso atrás y me enfundé en los altos tacones negros. Aguja. - Jodidamente hermosa... inalcanzable, indomable. - señaló en una ronca, me tomó de cintura y me levantó como si fuera una pluma, como si fuera pequeña y su
sin tocarlos, su mano sobre mis costillas justo bajo mi p
mis manos delinearon los músculos de sus brazos, estaba en mejor fo
gas... Mathieu gustaba de la lencería... Ese pensamiento solo me excitó aún más, imaginando en las posibilidades de aquello. Sus manos me tocaron con una expertiz deliciosa, me llevó al límite una y otra vez, mientras yo, me derretía en sus brazos, me encontré rogándole por la ansiada liberación, no fue hasta ese segundo, que se enfundó en mi interior caliente hecho miel por sus constantes atenciones. Me llevo tres veces al orgasmo aquel
estúpida y ya había terminado con las ilusiones de los hombres, no estaba segura de poder volver a abrir mi corazón, con cuidado de no despertar al hombre que me había hecho el amor con plena dedicación, me levanté, tome mis pantaletas y me las puse, Mathieu resultó ser un fetichista de primera, tocó c
ué te h
no estás
ás?, Tenemo
cambia
emos, ¿Dón
te irás co
én es
.
ucho que había desnudado mi corazón para William, lo mucho que lo había amado y el
a de la sala donde había una carpeta, me senté en una silla y comencé a
a accionista mayoritaria, esto porque, habíamos decidido que el renombre y quién puso nuestro buffet en boca de las empresas, había sido yo. Leí detalladamente cada línea de la información que había en aquella carpeta, entendía la problemática, la división de las partes hablaba de un 50&50, pero el contrato no estaba legalizado y más que es
orma. Siempre
.
tacones y salí de aquella mágica bur