stra casa y nuestros trabajos; estaba al medio de nuestro pequeño mundo. Finalmente entré y ahí estaba él, tal lindo como siempre, mirándome fijamente, el paso del tiempo lo había favo
tanto miedo y tantos pensamientos vagos respecto a lo que
i agonía y cortando el hie
me había ido, pero ya no estabas, vine aquí y me senté en este mismo lugar a esperar poder verte por muchos días, pero nunca obtuve respuesta -mis ojos se abrieron de par en par, no sabía esa parte de la historia-. Finalmente, un colega me habló de aquella librería biblioteca que está en la esquina donde podía encontrar el l
mente
siva o quizás imprudente contigo porque no podía parar de pensar en lo que podríamos ser. Creo que desde que cruzaste esa puerta pasaste a ser parte de mí. En fin, aho
caliente y yo torta de tres leches con un café moca. Nos quedamos mirando,
mente
, no sabía qué decir, ni siquiera yo había encont
qué sucede. ¿Hay algo que quieras decir? ¿Qué estás ocultando? -Franco abrió sus ojitos de aceituna sorpren
ar con nuestro martirio. Franco aclaró la voz para comenzar a hablar y yo to