ía la hierba del suelo, haciéndola parecer como un níveo, suave y reluciente manto de piel de armiño. Entre los pequeños arbustos
uena señal, lo había impresionado. A decir verdad, se sentía muy orgullosa de esa reacción y no era para menos, ya que no solo había sido idea suya
bservarlo con desmesurado interés. Estos
ual que su
do entre la hierba para observar aquella frágil f
lo escuchó comentar henchido de orgullo mien
preguntó ella toda cu
bía preguntado por las palabras dichas en caló. Pero esta vez, su actitud
ecuerda a los lirios violetas...-Reconoció como si tal cosa, volviendo la vista a las flores.- Pero, la verdad e
d de que en pasado, ellos se conocieron. Sin embargo
on la cabeza por toda respuesta, eso picó aún más su curiosidad y desconcierto.- ¿Cuándo fue? ¿Me disculparías si te admito que yo no me a
onrojo tan bonito que le teñía las mejillas. Le daba ternura notar esos detalles en ella. Le sorprendía gratamente saber que Kiar
có volviendo la cara a la flor, sonreía con nostalgia. Río entre dientes.- Aunque no lo creas, en esa época, tú eras más alta que yo y...¡Dah! No importa,
s lo intentaba, más le dolía la cabeza por el esfuerzo. Resignada y enfurruñada por el fracaso dejó de hacerlo. Igualmente, trató de se
econocer que no recuerdo nada de lo que dices...- se excusó con un mohín lastimero en sus labios.- Pero, si no te molesta...
o él se atrevió a ir un poco más allá al tomar su mano para besarle el dorso
con fastidio a su grupo que se impacientaba mientras le gruñían algo que, por las caras de estos mismos, bien sería un apremio como también podría ser un insulto por d
erdote de Angus Mac Og hablar sobre las virtudes del amor y el matrimonio, sobre el respeto mutuo y muchas cosas que Guillum traducía a su hermano borracho con el aburrimiento de quien estuviera hablando
Eh? ¡Ja, ja, ja!- rio en formore ocasionando las carcajadas burlonas de los demás del grupo. Sin embargo, a Guillum no le había hecho gracia aquella puya, p
ese trato hiriente que su hermano siempre tenía con él. Por ese motivo, prefirió seguir traduciendo como si nunca se hubiese dicho algo
nada aquella aparición casi fantasmal, a decir verdad, se lo estaba esperando y, si, en ese momento, alguien se atrevía a preguntar
opuesto. En aquel entonces, ese albino no era más que un mozalbete insignificante de unos veinte años, cuanto mucho, que ya estaba cose
ercambiaron miradas cargadas de sign
te prometo que
que le prometía ese p
a para otro, Marmolito. Yo haré mi parte. Tú, más te valga que
rta el mensaje que quería trasmitir. Tenía entendido que los druidas y nigromantes sabían
erdote de aspecto grasiento. Guillum se cruzó de brazos, adoptando una postura de expectante guardia, como si estuviera preparándose para atacar o huir a la m
os guturales a su hermano mayor. No sabía porque lo hacía, pero necesitab
ivertido. Quizás, para ese gigante de piedra todo el asunto no era más que un buen
arro.- Replicó riendo entre gruñidos difícilmen
or lo contrario, solo le corroboró lo que ve
nte... Ya lo veremos...- fue su única r
al estrado y, en ese momento, se encontraba de pie a escasos pasos de la pareja y el sacerdote. Tuvo ocasión de observar que todos los presentes, incluso él, contení
arsa, Fionn? - expresó Lugh en voz lo sufi
mborileo de sus largos dedos en la empuñadura de su espada. En definitiva, el chico estaba nervioso y era de esperarse, ya que, por más habilidoso
nan por vía diplomática, sino la de Kiara... si es que, lo que estás buscando es llegar pacíficamente al poder de Eireann ¡Ja, ja, ja! Pero ¿qué digo?- r
continuación y en parte porque, tenía gracia aquella incoh
sentido. A decir verdad, cuando él se enteró de aquella boda, se sintió confundido y se preguntó si
más chica del clan O'Briam ¿Qué sentido tenía aquella unión? En d
evitaba mirar a su futuro marido, un hombre que bien podría ser su padr
.- ¿Por qué molestas a mi familia, mi clan, si es a mi a quien buscas? Pues bien ¡Aquí estoy!
, claro estaba. Pero, ya a nadie le quedaban dudas de lo que se proponía hacer ese nigromante rebelde. Así pues, lo vieron desenfundar
los preludios a las batallas, siempre lo ponían así. Era su sangre de guerrero, la sangre tuatha de su madre, una dríade por demás poderosa, Hija de Morrigan, que se mezclaba con
o era la suya. Por esas razones, miró a su lado buscando a Kiara. Ella temblaba del miedo y, por si le cabría alguna mínima duda, en s he
el plan antes de partir para Viejo Roble, el Viejo Lobo ya se lo había advertido y, por si le quedaban dudas, ese estúpido gigante de piedra también se lo h
e no morir en lo que vuelvo a su lado, por favor, se lo ruego...- Escuchó Kiara que le decía con toda calmada naturalid
en muchas direcciones, atacando a quienes estuvieran a su alcance. Escuchó como, tanto aliados y enemigos, gritaban maldiciones, suplicaban por sus vidas, pedían auxilio a voz de cuello o, simplemente, gruñ
uera más que un mal sueño, una maldita pesadilla. Suplicando, muy en el fondo de su alma, porque alguien se api
había caído, sintió que alguien la levantaba tomándola por l
lágrimas de desesperación en los ojos, creyendo q
us hombros y en ese momento la llevaba a la carrera como
nada. Me tendrá que disculpar, pero, debo admitir que me siento un
situación no fuera más que un inocente juego de niños? Resultaba extraño para Kiara verlo de e
izás fuera el efecto de sus palabras o fuera el simple hecho de saber que ese hombr
de cosas y de ahí, que nos larguemos hacía Hojas Blancas...- explicó el semi
lo que él le pidió. A fin de cuentas, otra cosa no podía hacer. Dada la
ación, Guillum la depositó en el suelo con el mayor cuidado posible, acto seguido, trancó la puerta dobl
la oreja pegada a la misma, se dispuso a darle indicaciones a Kiara. Las misma
l abrirlo, en este, había ropa abrigada y de uso cotidiano, junto con un par de botas de taco bajo. Eran prend
lto desconocido. Echó una mirada de soslayo en su dirección. Guillum pareció darse cuenta de sus dudas, o al me
que no le conocía hasta el momento. Una voz que se asemejaba más a la de un gener
as y sintiendo el peso de la tensión en el aire. Era inexperta, pero no tan inocente, por ese motivo se preguntó qué estaría
de reojo. Ya estaba completamente vestida- Toma ese cofre infinito qu
rapidez la vista por la habitación con cau
ramente doblada sobre un arcón de alabastro-... Créeme: si te digo que a la
tanto desconcertada sin dejar de hacer lo que él le había
a respuesta que obtuvo, dándole a entender que la paciencia en él no era infinit
que se asemejaba a la entrada de una oscura y temible cueva. Aunque a Kiara la atemorizó aquella aparición, no pudo dejar de sentirse sorprendida a
en corto tiempo. Se acercó a ella, dejando su lugar de vigilancia, la to
a asintió en silencio, aunque no entendió bien a qué se refería con esa pregunta, pero lo vio
igo a Kiara, fuertemente asida de la mano. Sintiendo el corazón galopante en su pe
momento justo que alguien irrumpía en el cuarto forzando la puerta con algún tipo de magia explosiva. Ellos l
ue oscuridad