en que le gusta el sexo, me sentí necesitado. Me daba un poco de vergüenza ir a lugares así, clubes de striptease y cosas peores. Sin embargo, siempre terminaba en un lugar como
que me había hecho. Miraba al suelo y veía la ropa tirada por ahí, su
cordar el momento en qu
me volví
tener una re
cual era inusual para los hombres allí. Era como si tratara de fingir que tenía un lugar para salir por la noche y una mujer que me deseaba. Miré hacia arriba y observé a una de las mujeres con poca ropa en el escenario de la discoteca, algunas de ellas llevaban máscaras y como era un lugar de lujo, no estaban completamente desnudas. Era una discoteca propiedad de un
mis alumnos conocieran mis gustos pecu
lo para "darle vida a la relación". Y tamb
a algunas mujeres. Parejas besándose, anoseandose..
me devolvió la mirada confirmando mis sospechas, Vera Galeano. Parecía incrédula e incluso frunció el ceño en un cla
er
Tenía el pelo suelto y en las orejas unos pendientes plateados que se balanceaban con
sentándose en la silla de al lado y recogiendo mi vaso de whisk
nario, ¿verdad? -Le pregunté y ella se rió, echando sus m
mi reputado profesor de literatura en un ambiente así... pr
ue estás haciendo aquí? Al fin y al
los ojos en blanco en el mismo segun
stás haciendo lo mismo qu
creo que estás haciendo -sonrió con picardía y yo también sonreí. -Simplemente no me imaginaba
do y que tiene una vida extremadamente aburrida y que incluso tiene un auto roto, i
errando los ojos y yo sonreí. Ha pasado mucho tiempo
ona más interesante que había conocido en años. Pero, fue
dije y volvi
stereotipo tonto, solo porque soy estudiante de literatura. Siempre son los más re
ó los estereotipos aquí. -le quité el va
. -¿Crees que tengo las agallas para subir a ese escenario y quitarme la ro
esto, no por falta de audacia, si
reguntó y sonrió. - Bueno, creo
a me miró fijamente durante unos seg
Me estás plant
ebi un trago
él, sus tacones golpearon el suelo, y no supe si estaba demasiado borracha o simplemente demasiado valiente. Creo que un poco
cubierta de encaje, en el modelo de una blusa de tirantes finos, pero mucho más desnuda y provocativa que cualquier otra blusa. Se escucharon unos silbidos y ella me tiró la tela encima, en mi cara p
ninguna manera. Tragué saliva, miré a mi alrededor y vi a casi todos los hombres con la mirada puest
a claro y solo estaba ella de pie allí de negro. La miré totalment
vas de su cuerpo. Levantó los brazos y movió las caderas continuamente, como si hubiera escuchado mis pensamientos. Po
er
cinco mujeres más muy atractivas bailando en ese escenario y no