salir a celebrar. - ¿Lo juras, amigo? ¡Mira mi condición! - Me señalé a mí mismo, sintiéndome hecho un desastre. -Tenemos horas y horas hasta la noche. También podrías vestirte decentemente, ¿
nzó a mover una de sus manos en el aire, imitando lo que pudiera "emanar" de alguien. - Ese hombre que tiene una mirada, una forma de moverse, que de lejos entiendes que tiene confianza, que tiene ese aura de sensualidad natural. - ¡Vaya, hasta me estoy mojando las bragas! - Habló Alê, quizás más alto de lo que debería, porque dos jóvenes, que estaban en la mesa de al lado, miraron en nuestra dirección, sonriendo. Eran hermosas, una negra y otra de cabello claro, que miraban fijamente a Alessandra mientras tomaba un sorbo de su cerveza. Los dos comenzaron a susurrar, pero no tomaron otra medida y continuaron hablando. Mis amigos no se dieron cuenta. Quizás tenía menos alcohol en mi sistema. Otro pedido de trago doble por parte del camarero, y apenas llegó el tequila –yo todavía estaba en mi primer vaso–, lo siguiente que decidieron hacer los locos fue tomarnos una foto, con las manos en alto, sosteniendo el bebidas, para publicar en Instagram. Fue agradable estar con ellos. ¿Quién necesitaba un hombre cuando tenías tan buenos amigos? Empezamos a hablar de otros temas, principalmente del mercado del diseño en Brasil. Tamires trabajaba haciendo portadas de libros, principalmente libros electrónicos, para autores nacionales e incluso extranjeros, y se las arreglaba para pagar bien sus cuentas. Alê solía prestar servicios a empresas, agencias, etc. Yo, por mi parte, tenía muchas ganas de poder ganarme la vida con lo que realmente amaba hacer, pero no fui tan valiente como para lanzarme al mundo freelance. El tema pronto pasó a ser mi nuevo trabajo y estaba sorprendentemente emocionado por la llegada del lunes. No veía la hora de recibir mi salario todos los meses, y por lo que Sílvia me envió por WhatsApp estaba bastante bien, sobre todo porque soy bilingüe. Investigué un poco en Internet sobre la empresa, pero no me decía el nombre del director con el que trabajaría, así que no pude buscar más detalles sobre él: si era joven, viejo, si era conocido por ser un tirano o gente buena. Realmente estaba apoyando la segunda opción, porque odiaba trabajar bajo presión. - ¡Aquél! - Alessandra, a mi lado, volvió a hablar en voz alta, sacándome de mis pensamientos, que surgieron cuando estuvimos en silencio por un rato. -Ahí está, Carol.