muy solicitado en el mercado financiero. Empecé desde abajo. Lo intenté muy duro. Para estudiar de noche y sacar las mejores notas. Trabajar durante el día y poder ascender a puestos más
y con ello la estructura de la empresa empezó a sufrir cambios. Edificio elegante, muchos empleados liderados por Midas de la Bolsa de Valores, que así me empezaron a llamar. Llenando mi ego, haciéndome querer siempre conseguir más clientes. Tener entre ellos a los más ricos y de moda. Millonarios, famosos. La flor y nata de la sociedad carioca, y por qué no decir, nacional. Me preocupaba asegurar las mayores ganancias, aumentar cada vez más la riqueza de quienes un día pensarían que no tendrían adónde ir. Teniendo la calle como opción. Pero el esfuerzo, el estudio y la fuerza de voluntad me hicieron llegar lejos. Además. Me hicieron inversor, empresario. Me hicieron una leyenda, un referente. Sinónimo de inversiones fiables y exitosas. Que vive en un ático, entre la élite de Río. Entre personas con apellidos con siglos de historia. Y ahí estoy yo, huérfano. Que ni siquiera tengo un pariente, tal vez una familia. Pero ya no me duele. Y no parece importante saber de dónde vengo, mi cuenta completa impide interrogatorios. Lo que importa es que sigo ganando, haciéndome rico. Y hoy soy yo quien da las conferencias. Soy un referente en economía en este país. Bueno, soy Lucius Martins. Soy el multimillonario más joven de Brasil. CAPÍTULO 02 Ver las fotografías de Lucius Martins no me ayudará en nada. No me ayudará a quitármelo. Una mirada fue suficiente para hacer que todas las mariposas revolotearan en mi vientre. Mariposas que siempre han estado dormidas. Y empezó con un encantamiento por su aspecto físico. De piel oscura. Hermoso. Con un cuerpo que pondría celoso a cualquier rata de gimnasio. Ojos verdosos, barba incipiente y una sonrisa tan hermosa que podría llevar incluso a una monja a la perdición. Imaginame. Con sólo 19 años, sin experiencia y siempre con demasiadas convenciones sociales que seguir. El disparo fue certero, desde el día que lo vi en el primer evento social al que asistió. Tener mucho dinero es la condición para ser invitado a participar en este tipo de eventos y tener tu belleza es lo que garantiza una legión de mujeres en tu cama. Sí, Lucius es un dios griego de la lujuria. Un hombre depravado, que no oculta lo que hace a puerta cerrada. Las redes sociales siempre están ávidas de noticias sobre él. Su belleza y poder garantizan que todo lo que lo rodea se convierta en noticia. Y como un tonto me alimento de todo lo que sale de él. Envidio a quienes tienen la oportunidad de estar a tu lado, aunque aparentemente sea una oportunidad única en la vida. Al mismo t