en de quedarse con un completo desconocido, Madelaine contuvo las lágrimas hasta que finalmente soltó un soll
pre, pero en realidad solo debía esperar seis meses para volver
noche a cada lado. Además, la habitación tenía un balcón con vista a la terraza, donde una enorme piscina decoraba el lugar. Las ganas de zambullirse en ella la ten
era. Decidió entonces organizar la ropa en el armario, tarea que no le llevó mucho tiempo. Después de terminar, se d
chica se sentó a la mesa y agradeció a la mujer. Luego, preguntó por Warrick, quien no estaba allí ya qu
stumbrada a tener la compañía de su hermano. Se preguntaba si Warrick estaría o
o, pero luego dejó el libro de lado. Se asomó al balcón para tomar un poco de aire fresco y, de rep
ignara una tarea en el viñedo, a pesar de que al principio se negó por considerar la labor demasiado pesada para la chica. Sin embargo, Stephen lo
en punto y termina a las doce. O bueno, en tu caso -dijo Warrick, notando que
ovalados de color avellana. Su cabello negro y sedoso llegaba más abajo de la cintura, enmarcando su rostro llamativo. No podía negar que era mu
expresión ceñuda, sin entender de qué hablaba, ya q
or que hacer que perder el tiempo durmiendo
sa para él que Madelaine se hubiera vuelto algo indolente a pesa
laine, sintiéndose molesta
viendo con él y sentía q
sin rodeos-. Además, Stephen me permitió darte un tra
barbilla desafiante,
fiante a Warrick, sin dejarse i
? -preguntó con sarcasmo-. No eres
vió al escucha
rdarte dónde te encuentras, jovencita. Es mi casa y mis órdenes,
aine, quien odiaba tener que seguir reglas, especial
ta -masculló
esa actitud rebelde proveniente de jóvenes como ella y
as a su manera, sin atenerse a reglas establecidas. Parecía
se despidió, girando sobre su talón
iosa Madelaine, quien deseaba borrar