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Historia

Capítulo 2 No.2

Palabras:1545    |    Actualizado en: 29/05/2024

ño entró en su torrente sanguíneo bombarding más sangre de lo habitual

ginado a un viejo con calvicie, o algún escuálido como Raymond, todo menos

er a alguien tan apuesto al f

a pregunta también envolvía cierta molestia, no dejaba de atravesarla con su fija

tonta ante sus compañeros. Su cabeza estaba volando, además de que seguía repitien

la c

clase ahí? -otra vez inquiría e

uces con la mala mirada de la insoportable de Palacios y sus aliadas,

ó la cabeza captando el rostro de aquel sujeto, ojos verdes, nariz aguileña y una barba incipiente que quiso rozar con sus dedos, ¿en serio era su profesor? Mirándolo bien, un ser así de perfecto debía ser pecado. Tenía un abundante ca

ó al tiempo que hacía una pausa y miraba su costoso relo

blada por dentro en realidad. Al-Mansour volvió a erguirse y regresar a su lugar en un cam

sin voltearse a mirar puso los ojos en blanco. Además de patán, Rick er

de, lo cual ocurrió más de una vez, no lo haría un

gruñó entr

seguimos en clase

notas lo que quedó de la clase. Al acabar, tal como se lo había pedido, no se molestó en darse prisa por salir e ir a la cafetería. Moría de hambre, pero tendría que quedarse a escuchar

e que la regañaría por usar algo de tan mal gusto como esa ropa anticuada y aburrida. Aterrizó d

da a decir las p

para justificar mi llegada tar

s palabras como una disculpa -le expresó, Burhan la estudiaba, m

encapsulado. Cuando Romanov elevó la mirada, esos grandes ojos le llenaron la visión de un aturdimiento complicado, la mirada soste

ropa que tenía de inmediato se ganó su

siento,

ó y para su sorpresa le tendió la mano a la

eso no hacía menos la atracción a primera vista que despertaba Burhan, aceleró el deseo y volvió a provocarle una o

ormigueo desde el pulgar hasta el meñique, y ese chispeo se desplazó a través de su dorsal en una carrera fugaz pero lo suficiente para dejarla con un incendio for

No habrá un castigo de mi parte, pero no dudaré en hacerlo s

uiso saber, deseaba salir con prisa de ahí, lejos de esa

N

par en par, ¿por

que no quiso sonar así, p

e televisión, ese ser quería provocarle un infarto, tal vez exageraba, pero el ardor en su rostro no era un invento

s antes de entrar a la siguiente clase. ¡Qué mañana de locos! Si

vaba el otro se volcó en este. La cara de pocos amigos de su compañero apareció e

das, rarita -escup

straído, Boseman, no es mi problema que

con su habitual contesta grosera, antes

rle a una dama? -cuestionó

l fin se hacía justicia, porque nunca un docente la había salvado de algún compañer

o escuchó decir, hac

to sea en mi clase o no, ¿de acuerdo? -expresó mirando a

ga -bufó el ot

itiva de aquel hombre. Comió en una mesa libre, apartada del resto. Todo el tiempo que tenía en Bradford, no se interesó en socializar, tampoco nadie tomó la iniciativa de hacerlo primero. De modo que se acostumbró a la soledad, a ser ignorada en una so

ha tratado

da, y de pronto Al-Mansour es

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