resencia en esta casa. Debes irte de inmediato", declaró la imponente mujer frente a Madisyn Chapman, con una mirada llena de
ándose con fuerza sus rodillas vendadas. Con los ojos llorosos, ella intervino: "Mamá, por favor
había caído por las escaleras. En ese momento, Madisyn era la única que se e
e veneno y disgusto, un marcado contraste con su actitud de hac
entras en sus ojos brilla
y aunque nunca disfrutó del favoritismo parental, no le falt
na transfusión de sangre. Las pruebas y exámenes médicos subsecuentes revelaron una impactante verdad: ella no era su hij
r la narrativa pública y preservar su reputación, ellos declararon su compromiso inquebrantable con la chica a la que habían c
ferentes. Solo estaban esperando a que la atención públ
ndo esta llegó, sacaron a la usurpadora de su habitación y la relegaron a vivir en un trastero. No conforme con eso, la
s planes en su contra. Y sus padres se hicieron de la vista gorda; de hecho, apena
ión para confrontar las injusticias que se le habían impuesto. Cuando la tensión estaba a punto de alcanzar su punto máximo, dij
jo la intensa y helada mirada de su ac
sumisa?', se preguntó, mientras un des
ita pe
apman. En cambio, Madisyn no era más que una usurpadora que estuvo
isión: tenía que expulsar a
onformidad. Y a pesar de tus acciones, me he mantenido tolerante, pero hacerme esto a mis piernas... ¡¿Cómo pudiste?! Bailar es mi pasión, la expresión de mi alma
clara: la había s
desdén: "Hija, tú tienes un talento notable que Madisyn nunca podría igualar. Te ganaste tu lugar en la competencia
u desprecio. En contraste, Jenna, siempre dócil y talentosa, brillaba in
n. "Madisyn, habíamos aceptado tenerte aquí hasta que el escrutinio público disminuyera, pero ante el terrible resen
a de la inminente partida de la oportunista. En cambio, el rostro de la expulsada
ancia de la defenestrada en el piso de arriba la inquietó. Después de todo, cualquier cosa de valor que h
y medidos. Cargaba una discreta bolsa negra. Durante su descenso, recorrió con su fría mira
Muéstramelo", exigió Phyllis con sospecha; habí
o: "Déjala en paz". Estaba seguro de que solo se estaba llevando la tar
aró la imperturbable Madisyn colocando, s
ando algo valioso", murmuró, mientras abría el bolso. Sin embargo, adentro solo encontró un cuaderno, alg
alsa acusación, se enderezó y añadió con brusqued
olsillo y sacó una tarjeta. "Madisyn, cuando regreses, escucha a tus padres. Sí, s
cumplir con su propio destino". Acto seguido, empujó la tarjeta hacia el hombre; luego añadió: "Sin embargo, antes de irme, las c
na compostura de esa impostora, pues parecía elevarla po
milia rica! ¡Solo era la
a que pueda bailar. ¿Por qué querría lesionarlas?", soltó, poniéndose más emocionada con cada palabra
res, directamente hacia Jenna, interrumpiendo su espectá
tación, mientras todos la veían c
, ¡¿pero no había dicho que no podí