ué no sentían miedo ante la llegada de aquellos seres. Si estuviera fuera de esta al
manas aguanta
e ellas perman
cién iba posándose en los cielos. Cuestione y cuestione ante aquel apuro por despertarme, también
o seguía presente, pasos
a mis cabellos con nerviosismo y por alguna e
aba en r
mi hermana: Yo también tengo miedo
nti
pose sobre mi regazo. Hoy Macarena había traído un vestido blanco, este era largo
eía, no agachaba la cabeza ref
larmada cuando en el reflejo del espejo pude ver
ome sus manos alejándolas de su rostro. Sus entr
eño sin saber que lo siguiente p
ron y fue ahí que mi padre ingreso, con un traje negro decorando su cuerpo, la c
hacía
a pronto se colocó de rodillas y agacho la cabeza callan
ronuncie con
lenos de abundancia y dejaremos atrás la penuria. -mis labios temb
spués asent
fijamente lo observe y él solo hizo un movimiento de cabeza provocando que s
lágrimas surquen mis mejillas, él solo sonrió y
comenzaron co
a alcoba que me mantuvo cautiva y de
, suéltenm
ellos ignoraban mis pedidos y seguían guiá
murmullos hicieron presencia en el lugar, mis cabellos negros cubrieron mi rostro y al
uridad y a minutos de
Todo esto había sido planeado y mi padre, silencioso y frío, había planeado aqu
ue se repetían en mi cabeza atac
bios simplemente el silencio estaba impregnado. El suelo quemaba mi piel en cada pa
la burla en sus palabras y miradas curiosas. Buscaban aquello que me hizo perman
as
as
fuerza, mis manos ardían, mi cuerpo dolía y mi piel quemaba.
io con fuerza y orgu
maldición y penuria de este pueblo morirá frente a nosotros. Hoy se acaba una miser
llos por doquier y un palpitante dolor en
s al ver mi cicatriz. Yo solo miraba el hermoso cielo, las nubes blan
oso -
y bella. Mis lágrimas seguían surcando mis mejillas
o, luego una voz conocida gritando con desesp
muchacha de cabellos negros que yacía a su lado, Jazmín, de rodillas y murmurando algo en voz baja. Sus melancólico
aban ahí implora
s de ellas y a
manos. La fría espada nuevamente fue colocada sobre mi cuello, sentí la suave b
final nu
n grito, feroz
ilencio hiz
n temor aquello, escuche suspiros desespe
olocó de rodill
¿a
tro y ver al causante de e
scuche
leo? -fríamente cuestion
su llegada -titubeo m
a tu reino? -rápidame
decir aquello. Solo m
neabas hacer? -pre
ágrimas. Ellas seguían brotando, una a una, reflejando mi dolor. Aunque el silencio
ta de mi padre fue cortada por la
ado, sin alzar el rostro, tembló- ¿Qué
refirió el
omperme, ayudada por aquellas manos logré ponerme de pie y sentir mis piernas flagear
eza en mi corazón- ¿qué te hicieron? -sentí sus dedos abandonar la piel de mis
bras quedaron en el aire siendo llevadas por el viento, escuche m
re que trajo el silen